2013/06/04

LA CRISIS DEL VIAJANTE

Cuando esta mañana leías el artículo “La crisis del viajante”, como un impacto más de la depresión del consumo; por un momento dudaste si estabas en las páginas de las finanzas o en el suplemento de crítica literaria, porque momentos antes, como ejercicio matutino, te habías ejercitado con unas páginas del “Camino de perdición”, de Luis Mateo, que trata precisamente de los desvelos de un viajante de comercio comisionado por su empresa para descubrir dónde se encuentra otro colega desaparecido desde hace tres semanas, pero entre pesquisa y pesquisa, ha de vender su género textil, cumplir los objetivos, extender albaranes, recopilar duplicados.

En el relato se superponen los diálogos/monólogos a lo largo de las carreteras, a buen seguro leonesas, con Oruga, compañero de soledades, el viejo coche que la empresa puso a su disposición para ese intrigante viaje; también las averiguaciones por esos prostíbulos donde mata el rato (mejor, donde lo disfruta) y donde a buen seguro pasó no hace muchas semanas el viajante desaparecido, pista segura.

-         Siempre me acordaré –dijo Dorego- de aquella chepa rara que le fue creciendo a Esmerildo cuando dejó los coloniales y se metió en este puto ramo. La chepa del que arrastra lo que no puede, la chepa del vencido. Ya sabes que Elirio y Buceta se la pincharon una noche, cuando estaba durmiendo en Ventosa con una Fulana
-         Nunca me lo creí –afirmó Sebastián.
-         Se la pincharon –aseguró Dorego-. Y lo peor no fueron los gritos de Esmerildo, lo peor fue lo que salió: un líquido herrumbroso. Esa chepa tan rara almacenaba el sudor de las herramientas.

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