2012/11/08

VOTEMOS EN EL EXTREMO ORIENTE

Cada cuatro años, en estos primeros días de noviembre, con motivo de las elecciones a la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica eran habituales los comentarios en la prensa y en la calle que aludían a la necesidad modificar la norma electoral para que a los ciudadanos de todo el mundo, y en lo que nos tocaba, a los españoles, se nos reconociera el derecho a depositar nuestro voto en la urna americana con el irrebatible argumento de que las decisiones del Presidente iban a influir bastante en nuestras vidas. En realidad más que un voto pro era un voto contra.

Este año no oíste la cantinela. Esta temporada no toca despotricar contra Estados Unidos, sino contra Europa, la Merkel y los hombres del negro. Quizá haya que contar con el detalle de que el presidente Obama no despierta la misma animadversión que otros presidentes anteriores, pero lo palpable es que en estos últimos tiempos la opresión europea fue desplazando poco a poco a la yankee. Nunca pudimos votar contra los Estados Unidos, tampoco ahora tenemos oportunidad de votar contra Europa, ¿contra quien votaríamos si hubiera elecciones?

Entre tanto, en España tenemos nuestras propias y ridículas cuitas entre la izquierda y la derecha; la herencia de Zapatero y las medidas de Rajoy; el nacionalismo, el separatismo, el centralismo y el indiferentismo. En Asturias Suzuki acaba de anunciar su fuga, el indio amenaza con desmantelar la antigua Ensidesa si los sindicatos no se avienen a una rebaja del veinticinco por ciento de los salarios y de dos semanas más de trabajo. En los chinos minoristas de aquí tenemos un reflejo del ideal capitalista, un mundo sin derechos a cualquier precio, mejor dicho al precio mínimo, al precio basura de los bonos basura de nuestras empresas basura, de nuestras Comunidades Autónomas basura y de nuestros Estados basura.

Es en aquellas elecciones (si hubiera) del Extremo Oriente donde deberíamos votar en estos tiempos, no en las de los Estados Unidos de Norteamérica, un mal menor, ni en las de Europa, un bien necesario.

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