2010/02/05

SINGLADURA FERROVIARIA EN ALTA MAR

Ingresaste en la Renfe en plena transición democrática. Conociste, por lo tanto, una empresa jerarquizada, con una estructura de jefaturas territoriales fáciles de asimilar. Sería un lastre de la dictadura, pero en aquel tiempo lo que dijera cualquier jefe, aunque no fuera el tuyo, no se cuestionaba. No había llegado el tiempo de los pactos. Tampoco se divisaba el estado de las Autonomías, que introdujo nuevas categorías jurídicas, nuevas formas de pensar y de organizarse. Llegó el momento, con su correlato de momento psicológico, de defenderse como gato panza arriba, de no dar una opción al contrario, de no asumir nunca la culpa propia, de echar el muerto al adversario o al empedrado.

En un tiempo te pareció haber vivido una empresa idílica. En el mismo barco convivían los maquinistas, los factores, los operadores del teletipo, los guardagujas, los mecánicos, los electricistas. Todos en la misma dirección.

Algún gurú dijo que Europa pedía diferenciar, separar cuentas, segregar negocios, y te lo acabaste creyendo. Además, a la fuerza ahorcan. En esa época te dijeron que había que ser “gestores de exigencias”, que se acabó el compadreo, a partir de entonces enemigos a muerte de los antiguos departamentos compañeros. De tanto mamar esa leche acabaste pensando que toda la leche sabe así.

Alguien empezó a decir que ese transatlántico enorme al que te habías subido, había que desguazarlo y la tripulación ir pasando a barquitos más pequeños y manejables y tú no tuviste más remedio que pasar a alguno de ellos, a veces a una patera. Empezó entonces la batalla naval. El lejano puerto no se acababa de divisar en el horizonte. Mientras tanto, estuvisteis entretenidos durante años en peleas entre barquitos y alguno llegó a hundirse. Llegaste a pensar que para eso estabas en alta mar, no para llegar a ninguna parte sino para pelear contra otros barquitos.

Después de años de escepticismo individual y colectivo, cuando ya te creías que el camino era ese, en un golpe de timón, se decide quemar los barquitos y, sálvese quien pueda, transbordar a los nuevos barcos de tamaño mediano.

Nuevamente te pilla con el pie cambiado y con un duro trabajo por delante de mudanza mental.

¿Cómo creer en algo?

4 comentarios:

Alipio dijo...

Hay cosas que nunca cambian, o, por decirlo de otra manera, cambian para seguir lo mismo.


Cito:
"Llegó el momento, con su correlato de momento psicológico, de defenderse como gato panza arriba, de no dar una opción al contrario, de no asumir nunca la culpa propia, de echar el muerto al adversario o al empedrado."

Saludos

Anónimo dijo...

only crew.......eso decia una puerta del barco que me llevó a Nápoles,en una patera que pón???

Anónimo dijo...

A veces que razón tiene ese dicho: "Tanto nadar para morir en la orilla".
JMT

Anónimo dijo...

Un largo camino para finalmente no llegar a ningún sitio.

¿De nuevo a comenzar,una vez más,por el mismo camino?