TODO POR EL LOGO

Cuenta un amigo que los chinos y los japoneses, por extensión los no occidentales, malamente pueden entender una buena parte de las pinturas del Museo del Prado, donde abundan las obras de motivos mitológicos, religiosos e históricos. Por lo mismo tú estarías perdido en el Museo Nacional de Beijing, si existe.

Viene esto a cuento de la cultura, o si se quiere, de los chascarrillos religiosos, que no se despegan de uno. Ayer le tocó el turno a la estatua bíblica de sal y hoy al dedo de Santo Tomás.

Estos días se inauguró una estación nueva en La Calzada (Gijón) y mira que son retorcidos los viajeros, que llegan a tu mesa y a tus oídos noticias de que se pierden antes de llegar, que aquello está pésimamente señalizado y que hasta se caen por los andenes con el rocío de la mañana y por eso quisiste verlo in situ. Habías preguntado pero te dijeron que no era para tanto, pero tú, como Santo Tomás, desconfiadón, tienes que meter el dedo y ver para creer.

Como tanto la obra como la señalización corren a cargo del Ayuntamiento, que forzó la construcción del nuevo edificio, y de la empresa adjudicataria, tú tranquilo que puedes largar sin cometer pecado venial.

Y ¿qué viste? que lo importante es que los carteles, aunque sean de obra, contengan bien grande el nombre de la empresa, casualmente VÍAS y que anuncie VIAS incluso en sentido contrario a las vías, porque lo importante es que se conozca el logo y que aquello lo hizo VÍAS.