LA COMUNICACIÓN

Lees en la prensa regional que el área de Seguridad Ciudadana de la Capital del Principado detectó un gran déficit de comunicación, así que, manos a la obra, se organiza un curso de diez horas, y asunto concluido. Te pones a temblar. El gran Jefe de la Policía Municipal, el adusto salmantino, en su retorno a la Jefatura va suministrando vaselina al personal para los duros tiempos de estrecheces que se avecinan, es decir, de estricteces. Es una pena que esta palabra no exista y que solamente evolucionara hacia aquella en la forma, y no en el significado.

Te imaginas a esos policías municipales, ávidos de cursos en los que les digan cómo proceder ante casos concretos, esos casos que comentan entre ellos, y se encontrarán nuevamente con la pirámide de Maslow en el PowerPoint de rigor para acabar diciendo que cuando tengan que ser inflexibles, que lo sen con una sonrisa comunicadora.

¡Qué típico remedio del perdedor es echar la culpa a la comunicación! Si se perdieron las elecciones, fue por un problema de comunicación; si se rompe un matrimonio, también es por la comunicación; ¿que los padres y los hijos no se entienden?, la comunicación; ¿se convoca una huelga?, también la comunicación, nadie la quería pero las cúpulas patronal y sindical no se comunicaron. ¿Que las bases no querían huelga y se convocó igual? Nada, la comunicación. ¿Que el chico suspende? Lo sabe, pero no lo sabe decir.

Y, sin embargo, los problemas existen de verdad y raramente son de comunicación. Raramente, alguna vez sí.
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P.D. Y el Gobierno explicó mal la salida de Kosovo. ¡Vaya por Dios! Siempre la comunicación, siempre las formas cuando se quiere decir el fondo.