EL HOSPITAL

Tienes a una facción (y en este caso, lo de facción es literal) de tus amigos preocupada porque este sábado no pudiste ir al Fontán a tomar la botella de sidra y el pinchu de picadillo y temen que eso pueda dañar gravemente la inspiración que alimenta este blog. Esté tranquila la facción que algo podrás decir y escribir. Por desgracia, este sábado no hubo Fontán porque a las doce de la mañana era el funeral de Domingo, padre de una antigua corista y fundador de Buk, conocida empresa asturiana de muebles. Dicen que Domingo fue en tiempos juerguista y jaranero, y aunque lo trataste poco, tienes de él un excelente recuerdo. Es famosa la anécdota de su pérdida en Viena en un viaje coral justamente a la hora de comer, pero eso fue lo primero que hizo, comer, para acto seguido coger un taxi y llegar al hotel con el trabajo hecho. En su honor, después del funeral un grupo de coristas amigos os tomasteis, no una sidra y un pincho de picadillo, sino un vermut y unas gambas a la gabardina en La Paloma.

Aunque su dolencia era del corazón, dicen que Domingo murió por una infección que cogió en el quirófano. En el tanatorio oíste con solemnidad que las infecciones hospitalarias eran la asignatura pendiente de la sanidad española.

Y con esta idea te quedaste.

Como no fuiste el sábado, el domingo hubo que ir a la Biblioteca a devolver material, que el plazo estaba cumplido, y a la vuelta, pasaste por el Café Español, que muestra una exposición muy vistosa de libros infantiles. Ya un día de estos de atrás pensaste en los buenos y en los malos, en el blanco y en el negro y en lo difícil que es la enseñanza si hubiera que introducir matices desde la más tierna infancia.

En esa exposición te fijas en un libro que intenta explicar qué es un hospital y no acabas de ver la correlación entre el dibujo y el texto porque ves un dibujo para ocho años y un texto para catorce. No sabes si una persona tiene que tener ya uso de razón para entender que un hospital es “un edificio muy grande equipado con instalaciones adecuadas para el tratamiento médico de la personas enfermas”. Tú fuiste un mal pedagogo doméstico porque habrás dicho a tu hija que un hospital es un lugar dónde la gente malita va a ponerse buena. Eso es una enseñanza simplista porque obviaste lo de las instalaciones adecuadas y lo del tratamiento médico, que no implica necesariamente curación, sino que muchas veces acaba en muerte, sobre todo si la edad es avanzada. Tú hija os echa siempre en cara que no la hayáis mandado nunca al psicólogo cuando todo el mundo va, pero uno es un antiguo y conoce a algún psicólogo que ¡Dios nos libre.!

“En él trabajan muchos profesionales para ayudarnos a recuperarnos lo antes posible”. Efectivamente eso no compromete a nada y ninguna demanda se podrá fundar en que en un momento determinado a alguien no se le curó, porque los profesionales que ahí trababan únicamente ayudan a recuperarnos lo antes posible, sin plazo. ¡Ay la prosa burocrática, la prosa políticamente correcta! La Comisión transversal y multidisciplinar habrá quedado satisfecha del texto.