San José es un Santo que te deja agotado. Siempre hay Josés generosos en el trabajo que traen unos pasteles y unas botellas de cava o de moscatel, a gusto del consumidor, y no vas a decir que no. Siempre hay algún José que invita a una sidra y tampoco lo puedes rechazar porque uno es un caballero, así que llegas a casa con escaso tiempo para comer y tienes que salir pitando porque es martes y los martes, de cuatro a siete abre el archivo diocesano en donde esta temporada te entretienes rebuscando nombres, apellidos, vidas y muertes.
Y dan las cuatro y dos minutos y aquello no se abre, y son las cuatro y cinco y tampoco, ellos que son tan puntuales. Los chiflados habituales hacéis un corrillo y, aunque no hay cartel alguno, suponéis que no abrirá porque para esa hora está anunciado el funeral de Don Rosendo, un cura de cerca de cien años que es toda una institución y no solo por la edad. Mientras tanto os entretenéis contando qué hacéis allí y qué buscáis.
Y das con gente que empezó detrás de sus orígenes y ahora intuyes, porque eso nunca se dice claro, que se dedica a trabajar por encargo para familias de emigrantes en diversos lugares del mundo. Y te alarmas sobre cómo lo que para ti es una afición alguien pudo adivinar que ahí había negocio, y meditas sobre la frontera entre el ocio y el negocio, que es nec-ocio, no ocio, y cómo algo puede ser a la vez ocio y no ocio.
Tienes un montón de datos, que tu tiempo te lleva, pero no te ves cobrando por algo que no te cuesta nada, y no te imaginas las tarifas de ese negocio, ¿se cobra por tiempo? ¿por dato? ¿por bautizo encontrado? ¿por muerte confirmada? ¿hay un coeficiente corrector por la antigüedad del asiento?
Está claro que no naciste para los negocios. La empresa pública marca carácter.
2 comentarios:
¿Que me dices de los amigos del ferrocarril que nos harian el trabajo (bueno sobre todo el de conducir) gratis?
el q no corre vuela...
por otra parte, no me cuadran los horarios... ;p y eso quién lo paga?
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