2022/12/13

DE FACEBOOK (Días 8 y 9)

 LECTURA DE LA PRENSA. LIGEREZAS

Joaquín Leguina es expulsado del PSOE después de 45 años de militancia. El Mundo comenta así la noticia: “Un PSOE de pensamiento único”. A la dirección del PSOE molestaban las continuas críticas que Leguina y Nicolás Redondo jr. venían vertiendo en todas y cada una de sus intervenciones públicas. La gota que colmó el vaso fue la comparecencia conjunta de ellos dos junto a la presidenta de la Comunidad de Madrid en un acto electoral, la visita a un centro de equinoterapia. No fue un mitin, pero es un acto indudablemente electoral. Lo estaban buscando. Los partidos deben lavar dentro los trapos sucios. Tal tarea es difícil en los partidos y en cualquier institución. Uno cree que se estaban pasando contumazmente en la crítica y el partido hace bien en expulsarlos.
Una chanza: mala suerte que uno de los trenes inmersos en el accidente ferroviario de Cataluña lleve la numeración 155M como si fuera el artículo 155 embistiendo desde Madrid por la falta de inversiones o por cualquier otro victimismo.
Chanza necrológica es la que uno observa de vez en cuando en las esquelas. Comprobando las esquelas de hoy está bien que figure entre paréntesis el nombre con el que se conocía al difunto o difunta, así que se diga que Mara quien por nombre oficial llevaba el de Marina, Milse el de María Aurelia, ¡¡Esther el de Nieves!!, Victorina el de Victoria, El Gallu el de José Manuel, Pipi el de Benjamín, pero que aclaren que Gerpe era como llamaban a José Manuel Gerpe Nava…
No lo leyó uno en la prensa del día, pero saldrá en la siguiente edición impresa del periódico una esquela de un somedano con este texto: “Agradeciendo en la compañía de los suyos y cercanía de Nuestro Señor, la ausencia en su despedida de aquellos que en vida no le aportaron amor, ni honradez”. Olé.

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LECTURA DE LA PRENSA. MEDITACION SOBRA LA RESPONSABILIDAD PENAL
Lee hoy uno… Mentira. Hoy no leyó uno eso. Fue el sábado pasado, 3 de diciembre, en el ABC, uno de esos artículos que van quedando en reserva y que uno va rumiando. Las autoridades chinas apuestan por una pulsera que controla el estado mental de los conductores de autobuses. Supongamos que son eficaces para detectar estados anímicos que propician accidentes. O que aciertan en un 80 por ciento. ¿Es admisible este porcentaje? ¿Valdría con un 70? ¿Estaría justificado si evitara una sola muerte, como demagógicamente se dice cuando se habla de números a la hora de establecer medidas de seguridad? Por otro lado, la libertad en juego, la intromisión, etc. Eterno debate entre libertad individual y seguridad colectiva.
Avancemos una escala:
¿Son responsables los prebostes de los transportes, los ministros del ramo, los responsables de seguridad y salud por no implantar incluso en las empresas más exiguas los últimos avances técnicos descubiertos en Japón? El runrún parece que así lo da a entender.
Avancemos otra escala.
Olvidémonos de cómo está redactado el Código Penal español o de cualquier otro estado. Pensemos en lo que cada uno entiende por responsabilidad penal, es decir, aquella que si se incurre en determinada acción u omisión puede llevar aparejada la pérdida de libertad. Algo así como la responsabilidad penal desde el punto de vista del sentido común, aun dando por supuesto que el sentido común evoluciona con el tiempo y que no es el mismo en una sociedad que en otra. Dando por sentado incluso que una determinada norma hace cambiar también lo que las personas admiten generalmente como sentido común.
Teniendo en cuenta todo eso, un camión (o un autobús, dado que trajo uno un ejemplo de China) se desvía de su ruta y embiste la acera de la calle Rosal de Oviedo, donde cuelga un andamio.
No pensemos, de momento, en indemnizaciones. Olvidemos si los afectados son muchos o pocos, si son trabajadores inmigrantes del andamio o ricachones que paseaban por debajo camino del vermut. Pasemos por alto si el camión o el autobús pertenecían a un autónomo propietario o es el único vehículo que figuraban en la flota de una gran multinacional del transporte. Olvidemos el aspecto económico, que contamina nuestra forma de pensar, según estemos en la parte del lesionado o del lesionante.
¿Tiene alguna responsabilidad el conductor del camión o del autobús?
¿Extendemos la responsabilidad al director de la obra por no disponer una protección de cemento delante del andamio por si algún vehículo despistado invade la acera, aunque no fuera obligatoria tal protección?
¿Extendemos la responsabilidad al político por no establecer una norma que obligue a instalar una protección delante del andamio para evitar despistes ajenos?
¿Y si el conductor sufría una disfunción mental detectable con el test chino y no se le sometió a ese examen, comparte o traspasa la responsabilidad hacia arriba?

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