2020/10/01

ABSALÓN, ABSALÓN, de William Faulkner




Al principio te encuentras con una marabunta de párrafos larguísimos a los que es difícil buscarles un sentido. Son como una tormenta de ideas, pero según avanzas, los cabos sueltos se van atando. Se esbozan historias extrañas o inverosímiles cuya trama el lector va intuyendo y se acaban confirmando como ciertas para alivio de la mente lectora.

 

La trama recuerda la historia épica del oeste americano: en ocasiones se presenta la construcción de una casa, de una posesión, como la construcción de una nación. La historia tiene también dimensiones bíblicas: Absalón, que da el nombre a la novela, es un personaje de amores incestuosos del Antiguo Testamento.

 

El protagonista, Sutpen, parece un hombre predestinado para grandes empresas gracias a su determinación. Es sintomático, por ejemplo, que la decisión de marcharse a las Antillas la haya adoptado únicamente en base a unas elementales lecciones de geografía, pero el profesor debió hablar con tal ímpetu de las Antillas que despertó en el joven Sutpen un deseo irrefrenable de partir.

 

Al poco de iniciar la lectura te das cuenta de que conviene hacer una parada y repasar la historia de la guerra americana, la historia de los Estados Unidos de América: los unionistas, los confederados, el norte y el sur, la esclavitud, el peso del racismo. Una parte crucial de la trama coincide con la guerra y algunos de sus protagonistas varones luchan en los frentes, mientras las mujeres padecen el miedo a la soledad y también el de ser objeto de abusos.

 

Los analistas literarios critican una sinopsis histórica y una pequeña genealogía que el propio Faulkner incluye al final de la obra. Parece que ese añadido no estaba en las primeras ediciones, pero un lector mediano lo agradece porque sin esas aclaraciones es absolutamente imposible hacerse una idea del argumento, salvo para lumbreras de los libros. Dudas incluso, que en una segunda lectura, sin muletas externas, pueda ese lector mediano hacerse una idea de la historia.

 

Es complicado, sin ayuda, darse cuenta de que Sutpen tuvo unos primeros amores con una antillana, de ascendencia española (y alguna sangre negra), de cuya relación nace Charles Bon (un personaje básico), padre de Jim Bond. Posteriormente, Sutpen, junto con Ellen Colfield, son padres de Henry y Judith. Jim Bond está a punto de casarse con Judith y la duda revolotea acerca de quienes saben que son medio hermanos. Sutpen también tuvo una hija con una esclava. Los diferentes capítulos del libro son narrados en primera persona por alguno de estos personajes pero no de una manera lineal, sino a veces a través de conversaciones de terceros, de recuerdos…y no es fácil saber quién está narrando.

 

Por el libro, a la par de las historias que se cuentan, desfilan la fatalidad, la predestinación de los amores, el honor, la rigidez militar, el incesto, el racismo, donde los escrúpulos los pone más el racismo que el incesto:  “Así que es la mezcla de razas, no el incesto, lo que no puedes soportar”.


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