2015/05/16

RUPTURA

Después de pitanza anual con los compañeros en Moreda, concretamente en casa Pachu, criadillas de toro, moscancia con arroz, huevos fritos con chorizo, panchón, fayuelas (algunos dirán frixuelos), sidra o vino, chupito y algún discreto cántico; no era el día más apropiado para salir también al atardecer, pero no haces un feo a tu señora, que está harta de trabajar, así que apoyas la opción de picar algo en la sidrería Muñiz, un lugar que no aconsejas a nadie porque procuras no recomendar nada, y que tampoco sabes qué otras cosas puede ofrecer porque siempre pedís sin necesidad de carta unos pimientos de Padrón (que unos pican y otros non, los de hoy non) y pollo al ajillo, además de sidra. Hay quien sostiene que el mejor es el del Ovetense. Lo respetas, pero tú te quedas con el pollo rustido del Muñiz.

Estabais contando vuestras batallitas de la semana pero con la oreja puesta en la mesa de al lado, donde una pareja vivía sus últimos momentos. Algo dijeron de las respectivas costumbres previas de cada uno o de sus familias. No hubo aspavientos, ni tono de voz elevado, era suficiente con los rostros crispados para descubrir que algo serio ocurría. Estarías enfrascado en contar o en oír lo vuestro y te perdiste el desarrollo del desenlace de la otra mesa, una pena. Cuando te diste cuenta ya no estaban sentados y quedó su ración de pollo casi entera. Se levantaron, pagaron y se fueron. La casa anunció discretamente para quien quisiera oírlo, que el pollo no tuvo la culpa.

¡Ay, la historia previa de cada uno! Hay quien, como tú, después de treinta y pico años de vida en común, sigue recudiendo los cacharros en vez de secarlos, haciendo la cama sometiendo las sábanas de determinada forma, ventilando la casa en cadencias concretas, empujando el huevo frito discretamente con la mano, echando una proporción determinada de aceite y vinagre en las ensaladas, doblando las camisas de aquella manera; en fin, que el pollo definitivo puede desencadenarse por cualquier discrepancia. Pero vosotros estabais a uvas…o a sidras y os perdisteis la imagen de la gota colmando el vaso.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

De todo lo que dices sólo te digo que disfrutas de un arte que se está extinguiendo. Lo difícil no es encontrar la pareja ideal, el arte está en saberla mantener día a día, arrimando cada uno el ascua para que no se extinga la llama. Saber elegir es ya meritorio y cuando se ha manifestado el compromiso... hay que asumir responsabilidades solidarias. Quien no esté cualificado para esto es mejor que no tenga pareja. Tus hijos te verán, te habrán visto y se comportarán con sus mujeres como tú te has portado con la tuya: recudiendo cacharros, haciendo la cama y demás tares domésticas (no femeninas) para disfrutar juntos de más tiempo para compartir... Hoy no se sabe vivir en pareja porque no se sabe vivir independiente y se espera que la pareja colme nuestras carencias y nuestra ilusiones, nuestra soledad y nuestra inutilidad. La educación para la ciudadanía no tiene por qué enseñar esto, esto se mama en familia.

Anónimo dijo...

Hay vasos muy pequeños. O hay gotas muy grandes. Pero de cualquier manera hoy no hay aguante. Si la relación se pone difícil, la dejo y busco otra: bien por necesidad, bien por curiosidad, bien por soledad, siempre habrá otra persona deseando coger la pareja que otra rechaza. 'Cuentan de un sabio que un día tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba de unas hierbas que cogía...y cuando el rostro volvió halló la respuesta, viendo que otro sabio iba cogiendo
las hierbas que él arrojó.'