2013/10/15

SALIENDO DE LA PENUMBRA

No hay nada escrito, que tú sepas, sobre si a primera hora de la mañana las luces del interior de los trenes han de estar encendidas, apagadas o a medio gas. Es fácil que en los primerísimos trenes, en horas todavía nocturas, la mayor parte de la gente aproveche para apigazar, con el riesgo de pasarse de parada, pero allá cada uno con su sueño y con su prisa. En ese momento se agradece una luz tenue y algo de calorín.

También cabe introducir la variable de las estaciones, de las estaciones del año, se entiende.

A partir de un cierto momento, pero sin un corte radical, la gente va espabilando y preparándose para el día. Seguramente si uno mira al exterior ya es de día y las luces interiores ayudan a ir cogiendo el ritmo. Todos se dejan ir y nadie protesta. Así año tras año, en primavera y en otoño, en verano y en invierno. También en las otras estaciones.

Un buen día alguien lidera una pacífica reivindicación: si hay luz, que se haga la luz, que el tren es un tiempo y un lugar ideal para la lectura de un libro de papel o electrónico, del periódico del día, o de esos dispositivos móviles cada vez más propagados.

Todo lo cual te lleva a meditar sobre las vanguardias que son capaces de romper las rutinas establecidas.

Sales una noche por Oviedo, saludas a un conocido, charlas un momento con él y resulta que quien le acompaña es la instigadora de la revolución lumínica. Casualidades de la vida por dar la hebra.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Por la hebra y el hilo, se saca el ovillo.

Anónimo dijo...

Pues nada 100%

Anónimo dijo...

Como los trenes tienen tres coches, supongo que se podrá individualizar y el que quiera pigazo, pigazo y la quiera luz ,luz. Viajo a diario entre Gijón y Oviedo,bien temprano, y se nota que te vas acercando a la capital por el aumento del volumen de las conversaciones, sobre todo cuando suben los de Llanera !.

Anónimo dijo...

Había que quitar la parada de llanera.