2012/08/27

HONORES, CULTOS, BANDOLEROS Y TROPAS REALES

La Saga/fuga de J.B., del gallego Torrente Ballester no puede estar ambientada más que en Galicia. Es un multinonovelón de historias superpuestas, rocambolescas y surrealistas que tienen lugar (o quizá tiempo) en torno a la imaginaria villa de Castroforte, que a veces levita en la noche levantándose como una realidad fantasmagórica, y que puede recordarnos a Santiago aunque tampoco descartas fonéticamente a Monforte de Lemos.

A pesar de que ya pasaste de la mitad de la novela todavía no puedes concretar con absoluta seguridad de qué trata. Por ejemplo en un buen momento aparece el llamado Cuerpo Santo. Tras el desembarco y procesionando con el cuerpo, debaten sobre quienes han de hacerse cargo de su protección.
 
Discuten, por el brazo secular el señor de Bendaña, y el abad de Piñeyro por el eclesiástico, que cuál de ellos se hará cargo del Cuerpo Santo, el uno aduce como razones los honores y cultos y el otro la protección contra bandoleros y tropas reales.

Alrededor de la fiesta de San  Bartolo, dignamente celebrada en Las Puentes, se repite la cansina y eterna duda de quien se hace cargo, no del Cuerpo Santo, sino de las roscas y otros ingresos y gastos, si Dios o el César, si la reparación de la capilla la costean la Iglesia o los vecinos, y matizando más, si la reparación de la cruz y la restauración del santu feu (en palabras de Sito, q.e.p.d.) ha de salir de unos fondos y la de la campana de otros, porque la campana puede o pudo otrora tener funciones  de protección civil y a lo mejor mirándolo por ahí... La duda aumenta si la futura campana no va a ser de bronce, para ahuyentar a los cacos, sino de una muy conseguida y brillante madera. Una campana no espantapájaros sino espanta-pajarracos.

De esas y otras pequeñas miserias se va armando la vida

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