2012/02/05

PUERTAS Y PORTERÍAS

Sales a ver el partido del Madrid y una vez que marca un gol, concentras tu atención en la puerta, sometiéndola a una estrecha vigilancia, aunque únicamente visual.

No estás hablando de la puerta del Madrid, que de esa se encarga eficazmente Casillas, sino de la puerta de la sidrería donde ves la mayor parte de los partidos entre el barullo añorando el serrín. Vas con intención de disfrutar de una bicicleta de Cristiano Ronaldo, una diagonal de Özil, o de sufrir por un calentón de Sergio Ramos o un cruce de cables de Pepe, pero no eres capaz porque no quitas la vista de la puerta.

Cuando saliste de casa, el termómetro marcaba dos grados. En el bar hay buena temperatura, pero la gente entra y sale y unas veces la puerta batiente queda cerrada, y otras abierta. El amo no llegó todavía, suele hacerlo comenzado el partido. Algunos clientes la cierran al salir, otros al entrar, la mayor parte no reparan en ese nimio detalle.

A veces se juntan un par de camareros junto a la misma entrada. Deben estar acalorados de la actividad porque parece que agradecen el fresquillo que entra. Si la puerta está abierta, que siga así. Dirán: si quieren que esté cerrada, que ajusten el muelle.

Llega el amo. El personal aumenta la actividad y la atención a la barra y a las mesas. El amo merodea por el área, cerca de la puerta. En el área viven los cazagoles, junto a la puerta los cazaclientes. Cuando alguien la deja abierta, él la cierra. A partir de ese momento, también el encargado está atento.

Te preguntas si lo hacen para evitar un consumo inútil de combustible o si es por el bienestar de la clientela o por ambas cosas. Igualmente te preguntas si a los que trabajamos por cuenta ajena nos lo tienen que decir absolutamente todo, porque lo que no nos manden no es de nuestra estricta competencia, y si nos lo dicen, depende, que no nos pagan para eso.

Con ese agite visual y mental, no estabas en condiciones de discutir sobre las faltas, los fueras de juego u otros lances del ídem. Casi no te enteras del final del partido porque tú estabas atento a tu particular quiniela: estos la dejan abierta, estos cerrada, ahora cierra sola, sale el dueño, entra el encargado, la puerta bate, cierra, abre, entran, salen…


Cuando llegas a casa te pregunta tu mujer qué tal jugaron.


De momento quedas mudo hasta que se te ocurra algo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sipi, algo de disfrute masoquista tienes. Esa puerta, esa puta puerta, que si está, es para que se cierre y si no, que la quiten y dejen el arco. Esa puerta te distrajo del partido y quedaste entusiasmado, como una cobra con la flauta...Pero así Newton reparó en la gravedad y tú en lo grave que son las corrientes de aire.