2009/06/28

¿QUÉ ESTUDIAR?

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Te reencuentras con Ildefonso (del Seminario, por supuesto) después de treinta y cinco años y aprovechas para meditar sobre la siembra de la juventud, porque la juventud siembra una vez y la cosecha se recoge durante toda la vida.

Junto con la èlite (no se enfaden) marchó para Madrid a estudiar algo parecido a la Filosofía y, abortados los estudios, descubrió América, en donde se licenció en Administración de Empresas y esto es un reflejo de todas las vidas.

Estos días salen orgullosos en la prensa los mejores expedientes del bachillerato proyectados hacia el plan Bolonia. Te llamó la atención uno de los alumnos, del Colegio de Los Robles (hombre sensato y serio, dirán quienes lo conocen) que a sus dieciocho años, ya lo tiene claro: “Estudiaré Derecho y opositaré para Registrador de la Propiedad. En la vida hay que se práctico, y basta ver cómo viven”.

Por de pronto te cuesta creer que un chaval de dieciocho años pueda saber qué significa la propiedad, qué es ser Registrador de la Propiedad y cómo vive un Registrador de la Propiedad, salvo que conozca a alguno o algunos. Desde luego, tú no lo sabías, ni ahora lo sabes todavía, pero seguramente eres un ingenuo irredento.

Es triste de todas formas iniciar la vida con un espíritu tan materialista, porque a los dieciocho años hay que tener corazón. Ya se tendrá cabeza a los cuarenta.

Menos mal que es a los dieciséis o diecisiete años cuando se van tomando las decisiones sobre qué se va a estudiar, porque si se decidiera a los veinticinco nadie echaría horas en la Filosofía o en la Historia del Arte o en la Literatura o en las Lenguas Muertas. Todo el mundo iría a las aplicaciones prácticas: a la Economía, que mueve el mundo; al Derecho, que maquina las reglas de juego; a la Medicina que cura enfermos (pero nadie iría a la investigación); a la Ingeniería…y ¿es posible un mundo sin literatura, sin arte, sin filosofía? Es una deuda que el mundo tiene con la denostada juventud.

Tu amigo Ildefonso, con buen criterio para su edad, cuando retomó los estudios ya no siguió por la Filosofía sino por el mundo de la empresa, el problema sería haberlo hecho al revés.

5 comentarios:

Alipio dijo...

Tal y como están las cosas, más parece que se estudia para parado. Es penoso ver a tantas personas con estudios superiores sin trabajo o con trabajos nada adecuados a su preparación. ¡Que desperdicio de talento!.

Saludos

Karen Dinesen dijo...

Esta entrada tuya, Luis Simón,me daría a mí para hacer otra en este comentario.Y no es cosa...Pero es que me dice tanto...desde el primer párrafo hasta el último.
No sólo hablaría sobre la visión o ceguera de bastantes de los jóvenes de hoy día, sino también de mi juventud y mi madurez cruzadas siempre por un debate permanente entre lo que el corazón me dicta y la cabeza me sugiere.
No puedo dejarme llevar por todo lo que me apetece escribir aquí.
Cuando alguno de mis ex-alumnos viene a despedirse, una vez pasada su etapa escolar, y me dice que va a estudiar Literatura, Arte o Filosofía le doy un abrazo intenso y me apetece gritar "¡éste es mi niño!".Por supuesto no lo hago, pero le felicito por la elección. Eleccion hecha, aún siendo conscientes del futuro laboral que les espera.
No tengo claro que aquéllos que eligen Económicas o Derecho para "asegurar" el suyo, sean más conscientes. Sí son menos soñadores. Y eso a los 18 años es una tristeza.

Anónimo dijo...

registrador de la propiedad...
A algunos ni les habría nada mal hacer la mili...

La_Nenina dijo...

Eso es como cuando tu yerno potencial en una de sus clases preguntó a un chaval de 14 ó 15 años qué iba a estudiar. El alumno contestó que "Ingeniero de Minas". Y el teacher le comentó: "pero en Asturias ya quedan pocas minas, qué te hace querer estudiarlo?". El estudiante se quedó son respuesta, probablemente sus padres no la sepan tampoco.

La_Nenina dijo...

Eso es como cuando tu yerno potencial en una de sus clases preguntó a un chaval de 14 ó 15 años qué iba a estudiar. El alumno contestó que "Ingeniero de Minas". Y el teacher le comentó: "pero en Asturias ya quedan pocas minas, qué te hace querer estudiarlo?". El estudiante se quedó son respuesta, probablemente sus padres no la sepan tampoco.