Hacía unas semanas que no pasabas un sábado por el Fontán a tomar la consabida botella de sidra con su correspondiente pincho de picadillo. Estas últimas semanas tienes un cierto compromiso de coger el periódico los sábados en el kiosco que está cerca de tu casa, porque son gente atenta, que te guarda las copas de la vajilla que salen los jueves y los viernes (peste de coleccionables) aunque no les compres el periódico por semana porque se lo dan a tu mujer en la empresa. Sí lo vas a comprar el domingo, pero te parece que estás obligado a hacerlo también la víspera, de manera que estos sábados de atrás lo cogías y lo ibas a leer a El Mayu, sidrería cerca de tu casa, donde vas a veces a ver los partidos. Pero El Mayu no es el Fontán, ni tampoco hay pinchos de picadillo, ni el ambiente es igual, ni ninguna placa recuerda que allí actuó Lorca con La Barraca en 1932, ni que las casas corcovadas son el escenario en donde se desarrolla TIGRE JUAN, de Pérez de Ayala, ni tienes oportunidad de ver si los inmigrantes que mercadean por allí llevan poco o mucho tiempo en Asturias según conserven sus ropas autóctonas o ya se vistan de occidentales pobres.
Das a Dios lo que es Dios y a César lo que es del César, les compras La Nueva España y las copas a las chicas del kiosco y coges el portante y te vas para El Fontán.
Cae un sol de justicia y no hay manera de pillar un sitio a la sombra debajo de las columnas de la plazuela de Daoiz y Velarde, de manera que te tienes que conformar con situarte en la plaza cerrada. Saldrás ganando por lo que no tardarás en ver.
En las primeras páginas lees la entrevista a Alejandro, el chico que se presenta por IU a las elecciones municipales de Oviedo. Tiene cara de buena persona, pero no acabas de entender el conflicto del PCE e IU, porque resulta que tanto uno como otro partido (tampoco sabes seguro si IU es un partido, pero no te detienes en este momento a buscarlo en la web) tienen un sector oficial y otro crítico, y te parece un galimatías monumental porque el sector Oficial del PCE nacional debe ser el sector crítico nacional en IU, que no coinciden a su vez con los respectivos sectores oficial y crítico en Asturias, y lo mismo ocurre en Oviedo con respecto a Asturias. Lo dicho, un follón, del que no vas a poder aclararte. Sacas en limpio que no los vas a votar. Realmente te queda la duda de si tienen alguna mínima diferencia ideológica, y si hay tanto matiz para que haya un sector crítico y otro oficial, o si lisa y llanamente son personalismos o algo todavía menos confesable.
Estás a la mitad de la entrevista cuando ves a un grupo de seis o siete personas, de los que alguno te resulta conocido, y, coño, ves a este Alejandro entre ellos. Es la primera vez que lo ves en directo o, al menos, que te das cuenta de ello.
La oposición de su propio partido, o sector, o vete a saber, ya lo puso en un aprieto cuando descubrió que no iba a votar en Oviedo sino en Gijón, y él se disculpa diciendo que son despistes de la juventud, que ya se sabe lo remisos que son los jóvenes a actualizar el papeleo. También parece que inició estudios de Derecho, pero no se sabe que los haya terminado, y no está en edad de ser estudiante-estudiante. Es un hombre olvidadizo, por lo que se ve y se lee.
Mientras controlas de reojo y sigues leyendo la prensa, ves a un joven pidiendo, delgadísimo, que refleja en su cuerpo el rastro del cáncer o del sida, y piensas que le queda poco tiempo. Está pidiendo para un niño de seis años. No le das nada. Sí le da algo alguien del grupo electoral, pero lo llaman después de haberlo dejado pasar. Te quedas pensando si lo darán porque alguien los ve, y nuevamente meditas sobre las críticas que la izquierda marxista hace a la caridad cristiana, caridad versus justicia.
El picadillo ya quedó atrás. Mientras avanzas con la sidra, ves a una antigua compañera de Facultad, de algún curso inferior. Te fijabas para ella porque se contoneaba un montón al caminar y porque teniendo unos labios muy exagerados todavía los pintaba más. Nunca entendiste ese maquillaje. Ya entonces vestía estrambótica y tendría veinte años. Con más de cuarenta y cinco, ese día llevaba una especie de bombachos como de tergal, y parecían arrugados a propósito, y con una blusa blanca de flores y encajes. No perdió el estilo ni, por supuesto, los andares.
Llaman a Alejandro por el móvil y aprovecha para dar un paseo por allí como buscando cobertura, pero en realidad, haciendo precampaña, dándose a conocer.
En casa por la tarde, lees las ediciones digitales de EL COMERCIO y de LA VOZ DE ASTURIAS. ¡Caramba! Todas incluyen una entrevista amplia al mismo Alejandro, de IU. Se conoce que ya tiene jefe de prensa o coordinador de campaña o reporting algo.
Te llaman la atención varias noticias, pero, pasados unos días te quedas solo con una: la que lees en EL COMERCIO, según la cual los hosteleros del Fontán (Ramón entre ellos) constituyeron una asociación, Sabores del Fontán. Precisamente recogen unas declaraciones de José Ramón Fernández, Ramón para todo el mundo, menos para la periodista, que es “Fernández”.
Miras quién firmó la noticia y es Susana Neira. Neira es un apellido muy conocido en el periodismo asturiano, pero decides no apostar ni un euro ni por Susana ni por Alejandro.
Das a Dios lo que es Dios y a César lo que es del César, les compras La Nueva España y las copas a las chicas del kiosco y coges el portante y te vas para El Fontán.
Cae un sol de justicia y no hay manera de pillar un sitio a la sombra debajo de las columnas de la plazuela de Daoiz y Velarde, de manera que te tienes que conformar con situarte en la plaza cerrada. Saldrás ganando por lo que no tardarás en ver.
En las primeras páginas lees la entrevista a Alejandro, el chico que se presenta por IU a las elecciones municipales de Oviedo. Tiene cara de buena persona, pero no acabas de entender el conflicto del PCE e IU, porque resulta que tanto uno como otro partido (tampoco sabes seguro si IU es un partido, pero no te detienes en este momento a buscarlo en la web) tienen un sector oficial y otro crítico, y te parece un galimatías monumental porque el sector Oficial del PCE nacional debe ser el sector crítico nacional en IU, que no coinciden a su vez con los respectivos sectores oficial y crítico en Asturias, y lo mismo ocurre en Oviedo con respecto a Asturias. Lo dicho, un follón, del que no vas a poder aclararte. Sacas en limpio que no los vas a votar. Realmente te queda la duda de si tienen alguna mínima diferencia ideológica, y si hay tanto matiz para que haya un sector crítico y otro oficial, o si lisa y llanamente son personalismos o algo todavía menos confesable.
Estás a la mitad de la entrevista cuando ves a un grupo de seis o siete personas, de los que alguno te resulta conocido, y, coño, ves a este Alejandro entre ellos. Es la primera vez que lo ves en directo o, al menos, que te das cuenta de ello.
La oposición de su propio partido, o sector, o vete a saber, ya lo puso en un aprieto cuando descubrió que no iba a votar en Oviedo sino en Gijón, y él se disculpa diciendo que son despistes de la juventud, que ya se sabe lo remisos que son los jóvenes a actualizar el papeleo. También parece que inició estudios de Derecho, pero no se sabe que los haya terminado, y no está en edad de ser estudiante-estudiante. Es un hombre olvidadizo, por lo que se ve y se lee.
Mientras controlas de reojo y sigues leyendo la prensa, ves a un joven pidiendo, delgadísimo, que refleja en su cuerpo el rastro del cáncer o del sida, y piensas que le queda poco tiempo. Está pidiendo para un niño de seis años. No le das nada. Sí le da algo alguien del grupo electoral, pero lo llaman después de haberlo dejado pasar. Te quedas pensando si lo darán porque alguien los ve, y nuevamente meditas sobre las críticas que la izquierda marxista hace a la caridad cristiana, caridad versus justicia.
El picadillo ya quedó atrás. Mientras avanzas con la sidra, ves a una antigua compañera de Facultad, de algún curso inferior. Te fijabas para ella porque se contoneaba un montón al caminar y porque teniendo unos labios muy exagerados todavía los pintaba más. Nunca entendiste ese maquillaje. Ya entonces vestía estrambótica y tendría veinte años. Con más de cuarenta y cinco, ese día llevaba una especie de bombachos como de tergal, y parecían arrugados a propósito, y con una blusa blanca de flores y encajes. No perdió el estilo ni, por supuesto, los andares.
Llaman a Alejandro por el móvil y aprovecha para dar un paseo por allí como buscando cobertura, pero en realidad, haciendo precampaña, dándose a conocer.
En casa por la tarde, lees las ediciones digitales de EL COMERCIO y de LA VOZ DE ASTURIAS. ¡Caramba! Todas incluyen una entrevista amplia al mismo Alejandro, de IU. Se conoce que ya tiene jefe de prensa o coordinador de campaña o reporting algo.
Te llaman la atención varias noticias, pero, pasados unos días te quedas solo con una: la que lees en EL COMERCIO, según la cual los hosteleros del Fontán (Ramón entre ellos) constituyeron una asociación, Sabores del Fontán. Precisamente recogen unas declaraciones de José Ramón Fernández, Ramón para todo el mundo, menos para la periodista, que es “Fernández”.
Miras quién firmó la noticia y es Susana Neira. Neira es un apellido muy conocido en el periodismo asturiano, pero decides no apostar ni un euro ni por Susana ni por Alejandro.
1 comentario:
Yo si que no apostaría ni un euro por este blog
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