2023/01/29

DE FACEBOOK (Días 16 y 17)

LECTURA DE LA PRENSA. DESCOMPENSADAS ADMINISTRACIONES
Aunque uno leyera cincuenta periódicos, hay días que la mente le lleva a fijarse en unos aspectos y descartar otros, por relevantes que estos sean. Quedó uno predispuesto al leer la portada de La Nueva España, que destaca la demora de cuatro años en Asturias para valorar la discapacidad, con la consecuencia de que hay 14.200 personas en lista de espera. El baremo, de elaboración estatal, es muy complejo, lógico en una norma de este tipo, donde la casuística seguramente se queda corta. Ese baremo estatal lo aplica en el caso de Asturias la Consejería de Derechos Sociales y Bienestar. Ahí tenemos la primera disculpa (el baremo no lo hicimos nosotros, pero no levantan la voz excesivamente en la disculpa cuando la autoridad estatal es del mismo color). La Consejería de Derechos Sociales acaba de llegar a un acuerdo con la de Salud para que determinados departamentos adscritos a Salud colaboren en la valoración de las discapacidades. ¿Estaban de brazos cruzados hasta ahora, que se les echa mano para una encomienda de gestión? Sea como fuere, cuatro años son muchos años. Conclusión: faltan manos o sobran requisitos, dando por bueno que no será una cuestión de organización. Lo probable no es que falten manos, sino que algunas están fuera de sitio, pero una reubicación rápida es imposible. Tiremos la toalla.
La remodelación prevista de algunas calles del Oviedo antiguo la acaba de paralizar el Principado porque el granito previsto para el suelo desentona del color tradicional. El volumen de la documentación que se habrá manejado hasta llegar a este punto tuvo que ser ingente, como lo es el de cualquier trámite de este calado. Sin entrar en la batalla política, ¿tan difícil es consensuar puntos tan elementales para evitar tirar a la basura el tiempo de trabajo utilizado en gestiones que ahora se revelan inútiles? Conclusión: aquí hubo manos, pero trabajaron para el inglés.
También se fijó hoy uno en el dictamen del Tribunal de Cuentas, que analizó la tramitación de los fondos mineros en cierto período. Los Tribunales de Cuentas siempre destacan que no se cumplen determinados puntos de los procedimientos o que se acometen obras sin estudios previos que determinen por qué unos edificios se levantaron aquí y no cinco kilómetros más allá, o por qué se levantó un edificio de diez pisos y no dos de cinco. Los Tribunales de Cuentas tienen un trabajo muy fácil porque la marabunta normativa es tan inmensa que es imposible cumplirla toda. Y creciendo sin remisión.
La conclusión general es que uno está tentado a escribir: “Hay una descompensación de su madre” o “Está todo patas arriba”. Moderémonos: hay cierta descompensación.
Para salir de tanta aridez, habrá que reírse un poco con el diálogo de Maxi Rodríguez entre un gaitiru y un tamboritiru a cuenta del despecho amoroso de moda.
Por reírse otro poco, en relación con la noticia del granito de Oviedo, encontró uno un gazapo simpático en la prensa digital.

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LECTURA DE LA PRENSA. FICHEROS
Hoy comenta uno los ficheros que adjunta (¡lata de palabreja del lenguaje administrativo, pero uno no encuentra otra!)
Tenemos una columna de Jordi Nieva, Catedrático de Derecho Procesal en Barcelona, que sugiere algunos cambios en la normativa que regula la tramitación de las denuncias y posteriores procesos por violencia de género. Está uno de acuerdo con él en que en este tipo de delitos, prácticamente todo lo que se puede investigar se sabe en un muy breve plazo de tiempo y que no por mucho dilatar los procedimientos se van a conseguir más pruebas. En consecuencia, defiende que la rapidez en juzgar estos casos sería, además de urgente, eficaz porque cuanto más tiempo pase, más posibilidades existen de que se retiren las denuncias. Hay otros aspectos que a uno le suscitan dudas. Parece sentir nostalgia por una vieja ley que consiguió agilizar hace unas décadas el funcionamiento de la justicia penal para algunos delitos menores, y era que un mismo juez instruyera (investigara) los hechos y ese mismo juez se encargara también de dictar sentencia. Fue la conocida como ley del mazo. Pues bien, esa ley fue declarada inconstitucional porque la Constitución establece, a través de interpretaciones, que en aras de la imparcialidad a que tiene derecho el justiciable, un juez ha de ser el que investigue y otro distinto el que juzgue, porque si juzga el que investiga sentirá la irrefrenable tentación de condenar, ya que una vez que vio materia punible para investigar, la verá para condenar. En caso contrario, habría archivado las actuaciones a las primeras de cambio. Por una parte, da la impresión de que el catedrático añora este sistema judicial del mazo en aras de la inmediatez y de la eficacia. En esta materia uno es un inmovilista, es decir, si el Tribunal Constitucional ya se pronunció, cree que volvería a pronunciarse en similar sentido en una nueva ley del mazo. ¿O no? Pues a lo mejor no porque podría interpretar la ley a la luz de nuevos principios o nuevos valores que emergen en el Ordenamiento Jurídico, como sería el de una cierta asimetría en la presunción de inocencia cuando se habla de violencia de género. ¿Quién sabe si estos nuevos principios convierten en constitucional lo que años ha no lo fue? Eso por una parte. Por otra, parece que el catedrático defiende una especialización en los jueces encargados de juzgar, no solo en los de instruir. Si esto es así, dado que no hay casos suficientes (por suerte) para formar especialistas en los juzgados de Ávila, La Rioja, Asturias,… necesariamente se concentrarán en una especie de superaudiencias, una nueva Audiencia Nacional que juzgue estos delitos cualquiera que sea el territorio en el que se cometan. La existencia de la Audiencia Nacional fue duramente cuestionada durante largos períodos de tiempo por entender que sustrae la justicia de su ámbito territorial natural, pero la violencia de género es capaz de trastocar algunos principios procesales tradicionales.
Cambiando totalmente de tercio, se fija ahora uno en una noticia sobre el aburrimiento infantil. Es verdad que la firmante de la noticia, Elena Casero, es la encargada de escribir los reportajes patrocinados, pero uno no pudo por menos que sonreír y pensar que estamos ante (y perdón por la expresión) la chorrada del día. Después de parecer defender el aburrimiento, finaliza así: “la próxima vez que los pequeños se aburran, en lugar de darles una tablet o encenderles la televisión, lo mejor que se puede hacer por ellos es enseñarles a divertirse y entretenerse, no darles el entretenimiento servido”. Entonces, ¿en qué quedamos, que es bueno que se aburran o hay que evitar el aburrimiento, pero sin ordenadores, teléfonos o tabletas? Lo metemos en las páginas de humor.
A uno le gusta mucho el asturiano (la asturiana más) y procura leer textos en la lengua llariega, por ejemplo los que patrocina en la prensa, con noticias corporativas, la Conseyería de Cultura, Política Llingüística y Turismo del Principáu d’Asturias. Sin embargo, teme que se morirá sin pronunciar con naturalidad palabras tales como encaxar, proyeutu, desendolcar, relaxación o sicasí, ninguna excesivamente rebuscado por cierto. Uno lo siente así (asina).
También se morirá uno sin entender algunos aspectos de la contabilidad presupuestaria, tan alejada de la doméstica. Lee uno un gráfico que publica La Nueva España sobre la escasa aplicación presupuestaria en las partidas relacionadas con la variante del Pajares en Asturias. Véase que año tras año, lo realmente gastado no alcanza a la mitad de lo presupuestado. En una economía doméstica, uno diría: ‘Ah, pues muy bien, en 2015 tenía pensado gastar 30.000 euros en ese chalet que estoy haciendo, pero como se me dio mal y solo pude gastar 10.000, para el año próximo a ver si gasto los 30.000 que aparto para el año que viene más los 20.000 que no llegué a gastar. Y así sucesivamente’. En la contabilidad pública las cosas por lo visto funcionan de otro modo, y uno tira la toalla.
En relación con la polémica de la piedra a utilizar en la renovación de algunas calles céntricas del Oviedo antiguo, interesante y documentado artículo del catedrático y geólogo Manuel Gutiérrez Claverol, que escribe (como uno) de lo divino y lo humano, pero este artículo suyo merece atención especial porque el geólogo zapatero escribe de zapatos.



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