2016/05/02

VIDA LLENA DE ESENCIAS Y SIN HOJARASCA

Hay quien proclama -tú también lo pensaste en algún momento- que el día del padre, el de la madre, las Navidades, el día de los enamorados, y unas cuantas fiestas más diseminadas a lo largo del calendario, no son más que reclamos comerciales, puro márketing con la nefanda y única intención de vender. Hay quien dice, y es verdad, que a los padres y a las madres hay que quererlos y respetarlos todos los días; que los días del amor fraterno deben ser todos; y que los enamorados no necesitan ningún día que se lo recuerde si lo están.
En el romano panem et circenses al menos había pan. Así y todo hay quien defiende que el fútbol es el opio del pueblo, que no se pueden pagar millonadas a unos divos tan poco ejemplares en su comportamiento privado, que cuánto mejor es ver jugar a unos chavales en un campo embarrado sudando la camiseta. Hay quien defiende la superioridad del teatro o de los libros. No lo crees así. La progresía que critica el fútbol como espectáculo de masas criticaría el teatro si tuviéramos actores o directores del caché de los futbolistas o entrenadores; en cuanto a los libros, no todo cosido de hojas es digno de culto. Hay libros que son pura bazofia, y conciertos, obras de teatro o películas.
Habrá excesos, sin duda, tú mismo los fomentas cuando acudes a un partido de fútbol o cuando vas a tomar algo a un bar porque transmiten un partido. Ese opio y esos ratos absurdos son pequeñas alegrías de una vida que no te imaginas despojada de la hojarasca y quedando en la desnudez esencial que tantos bienpensantes propugnan.

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