2012/10/31

MUERTOS RECORDADOS

Son días de andar por los cementerios, lo que lleva a pensar en el futuro y el destino del cuerpo lozano de cada uno, que el del alma escapa de concreciones.

Si no media incineración, el cadáver ha de ir a un cementerio, salvo excepciones residuales. Si hubo cremación, se abren varias alternativas, pero una de ellas es también acabar, más comprimido, eso sí, en el camposanto. Los motivos para cada opción son bien dispares, pero al inclinarse por la sepultura subyace una cierta idea de permanencia, de recuerdo, pero ¿Durante cuanto tiempo? ¿Cuando olvidarán definitivamente a uno? ¿Quién  por qué se da la orden definitiva de arrinconar el nombre y la memoria del difunto?

Pidiendo anticipadas excusas por alguna involuntaria omisión o salvo que flores u ortigas tapen piedras y mármoles, estos son los muertos más antiguos de los cementerios del valle del Pajares.
 
-         De Las Puentes, Andrés Morán +1924.
-         De Pajares, José María Suárez García-Vega +1927.
-         De Cabezón, Amparo Díaz Fernández +1927.
-         De Heros/Eros, Joaquina Fernández + 1930.
-         De Parana, Bautista Velasco García +1932.
-         De Congostinas, Aniceto Díaz + 1941.
-         De San Miguel del Río, Avelina Zabala Fanjul +1946.
-         De Casorvía, Santos García + 1948.
-         De Malveo, Constantina González Quirós +1954
-         De Llanos de Somerón, Cándido García +1960.

Ahí están viendo pasar el tiempo, cada una con un motivo diferente para aumentar su antigüedad: hay quien por ser abuelo de un ministro, padre de un obispo o de un distinguido fraile de la Orden de Predicadores; hay quien comparte tumba con la otra esposa de su marido; hay quien se conserva ahí y así porque hace decenios que no tiene familia que la mantenga ni la visite, por lo mismo, a quien pedir la venia para arrojar los restos al osario común; hay quien pervive en la memoria con otros restos posteriores pero conservando nombre y, por lo tanto, recuerdo.

Es lo que hay. Es lo que queda.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un recuerdo respetuoso para todos los difuntos. Si en vida no marcamos con nuestro carácter, con nuestras acciones, con nuestras palabras... un hito, cuando perdamos la voz y la conciencia ¿quién nos recordará? Quién nos vendrá a visitar, sea a la residencia o al camposanto. Si no se hacen las cosas por la gente cuando está viva...