Juan Luis de la Vallina Velarde era tu catedrático de Derecho Administrativo, sin embargo, como eras del nocturno, por tu clase no apareció nunca ni en tercero ni en cuarto. Ya entonces era Diputado de Alianza Popular, así que tenía un doble motivo para que no coincidieras con él, te refieres al horario y al tiempo que dedicaba a su actividad política.
Como no lo conociste, no tienes opinión de él. De tenerla, sería positiva porque la clase la daba su hermano, Don Vicente, y en algo se inspiraría del catedrático. Es la foto de Don Vicente la que está en la orla. No lo volviste a ver ni en persona ni en los medios porque era discreto. Por la esquela ves que vive. Don Vicente daba unas buenas clases, claras, se tomaban bien los apuntes, admitía los matices, a veces se quedaba pensando en voz alta, como si le asaltara una duda. Alguno de los in in memoriam que estos días leíste atribuían estas características a su hermano. Serían los genes, serían las directrices de la cátedra, vaya Vd. a saber.
Con este in memoriam llevas a la práctica lo que lees en otros (tú no te escapas de este vicio), que es no hablar del muerto sino del glosador, del que asoman interesantes pistas en ocasiones. Leíste unas cuantas
Brillante el texto de Cascos. Diseñador de ideas, más que de estrategias; analista de fondo más que relator de obviedades; trabajador con perspectiva más que improvisador de circunstancias; estudioso de despacho más que opinante de tertulia; orador de hemiciclo más que de mitin; negociador de convicciones más que consensuador de banalidades; un político de bien, un hombre serio y cabal, un amigo de buen corazón. Y da alguna pista. Hace muy pocas semanas él me animaba y me daba su apoyo público con su firma para volver al tajo
Sincera la de del eterno Capo de la Caja Rural, Román Suárez Blanco: compañero de tantas cosas, lo es a través de tantas coincidencias y tantas discusiones, a pesar de todo, porque nos tocaron, a poco de conocernos, circunstancias y avatares sin precedentes para nosotros, estudiantes de posguerra y condiscípulos de mucha de la materia aprendida a veces a trancas y barrancas. Como cuando aquello de roturar el campo político para los tiempos nuevos y aprender a celebrar actos electorales e improvisar discursos y contarle a la gente lo que quería y lo que no quería oír.
El Magistrado José Ramón Chaves, bloguero de éxito, fustigador del Principado en sus sentencias, recuerda las matrículas que le puso y su libro “La motivación del acto administrativo”, un aspecto en el que insiste, con razón, en sus sentencias, porque una vez que tienes el poder, no vale todo.
Ovidio Sánchez, el Presidente del Partido Popular, manda un texto anodino, como él.
Cada uno aprovecha (aprovechamos) para hablar de sí mismo y retratarse.
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