Haces una excursión con gafas de madera a la Felguera por subir de vez en cuando en un tren y ver si las estaciones cambiaron de sitio. De paso comes con ese crack de la hostelería del Nalón, compañero de Covadonga, metidos como estáis en la preparación del encuentro de seminaristas de este año, que será en La Costana dentro de veinte días.
Hacienda, tú amo te vea, te fijas en la atención que presta a todos detalles, por ejemplo a que falta un cenicero en la mesa tres, que manda colocar, por ejemplo al programa de televisión que está puesto, los 40 Principales, que indica cambiar por un informativo porque el de esa hora no es público de esa música.
Son detalles que te parecen muy elementales, carencias que tú mismo observas en muchos establecimientos y eso que no eres nada exigente, pero los ves. ¿No los ven los que trabajan en ello? ¿no es de su competencia?
De regreso a Oviedo, como caminas cabizbajo, no por nada, sino por observar, caes en la cuenta de muchas tapas de registro colocadas al tuntún. Seguramente en el riguroso concurso de adjudicación y en los farragosos pliegos de condiciones se incluiría la necesidad de construcción tapas que se adaptaran a los dibujos del pavimento. Y se hicieron. Otra cosa es cómo están colocadas hoy día.
Te preguntas qué hay que estudiar para que esas tapas guarden la línea estética de cajón. ¿Tiene que haber un supervisor detrás, el contratista, el concejal del ramo? Convienes en que no es lo más importante, ni que eso va a resolver la crisis, pero si así está lo que vemos ¿cómo estará lo que no vemos?
Por cierto, si fueras tan quisquilloso como el hostelero o el inexistente supervisor de aceras, lo tendrías claro.
Hacienda, tú amo te vea, te fijas en la atención que presta a todos detalles, por ejemplo a que falta un cenicero en la mesa tres, que manda colocar, por ejemplo al programa de televisión que está puesto, los 40 Principales, que indica cambiar por un informativo porque el de esa hora no es público de esa música.
Son detalles que te parecen muy elementales, carencias que tú mismo observas en muchos establecimientos y eso que no eres nada exigente, pero los ves. ¿No los ven los que trabajan en ello? ¿no es de su competencia?
De regreso a Oviedo, como caminas cabizbajo, no por nada, sino por observar, caes en la cuenta de muchas tapas de registro colocadas al tuntún. Seguramente en el riguroso concurso de adjudicación y en los farragosos pliegos de condiciones se incluiría la necesidad de construcción tapas que se adaptaran a los dibujos del pavimento. Y se hicieron. Otra cosa es cómo están colocadas hoy día.
Te preguntas qué hay que estudiar para que esas tapas guarden la línea estética de cajón. ¿Tiene que haber un supervisor detrás, el contratista, el concejal del ramo? Convienes en que no es lo más importante, ni que eso va a resolver la crisis, pero si así está lo que vemos ¿cómo estará lo que no vemos?
Por cierto, si fueras tan quisquilloso como el hostelero o el inexistente supervisor de aceras, lo tendrías claro.
1 comentario:
Desgraciadamente, aún nos faltan años para dejar a un lado la chapuza y la improvisación. Pero bueno, todo se andará.
Saludos.
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