2009/12/18

EL DISCURSO DE OBAMA SOBRE LA GUERRA JUSTA

Ramón Menéndez-Manjón, antiguo compañero de canciones, fotógrafo infatigable, navegador de los espacios, observador de estrellas, agujeros negros y enigmáticas explosiones solares, te envía el discurso de Obama al recibir el Premio Nobel de la Paz. Lo agradeces y le dedicas su tiempo.

Es seguro que muchos de los que critican el discurso no lo leyeron. Son seis folios apretados y en el tiempo que se dedica a leer el discurso, se pueden abrir, leer y borrar veinte intrascendentes montajes de PowerPoint con cualquier música de fondo, incluso buena.

Al final de esta breve introducción y por si alguien se anima, reproduces literalmente algunos de los párrafos de Obama, respetando la no siempre adecuada traducción al castellano.

Obama admite la controversia de su premio, reconoce la paradoja de que le den en Nobel de la Paz al comandante en jefe de un país en guerra, defiende la guerra justa y pone como ejemplo las emprendidas contra Hitler o Sadam, se atreve a destacar algún aspecto positivo de la presidencia de Regan y admite que no hay solución sin un progreso económico de los países pobres.

- Soy consciente de la considerable controversia que su generosa decisión ha generado.

- Soy Comandante en Jefe de un ejército de un país en medio de dos guerras.

- De todos modos, estamos en guerra, y soy responsable por desplegar a miles de jóvenes a pelear en un país distante. Algunos matarán. A otros los matarán.

- Estas interrogantes no son nuevas. La guerra, de una forma u otra, surgió con el primer hombre. Surgió el concepto de "guerra justa", que proponía que la guerra solamente se justifica cuando cumple con ciertas condiciones previas: si se libra como último recurso o en defensa propia; si la fuerza utilizada es proporcional y, en la medida posible, si no se somete a civiles a la violencia. Se ha cumplido pocas veces con este concepto de guerra justa. La capacidad de los seres humanos de idear nuevas maneras de matarse unos a los otros resultó ser inagotable, como también nuestra capacidad para tratar sin ninguna piedad a quienes no lucen como nosotros o le rinden culto a un Dios diferente. difícil pensar en una causa más justa que la derrota del Tercer Reich y las potencias del Eje, la Segunda Guerra Mundial fue un conflicto en el que el número total de civiles que murieron superó al de soldados que perecieron.

- Como consecuencia de esa destrucción y con la llegada de la era nuclear, quedó claro para vencedores y vencidos, por igual, que el mundo necesitaba instituciones para evitar otra guerra mundial. De muchas maneras, estos esfuerzos fueron exitosos. Sí, se han librado guerras terribles y se han cometido atrocidades. Pero no ha habido una Tercera Guerra Mundial.

-Pero aún así, transcurrida una década del nuevo siglo, esta antigua estructura está cediendo ante el peso de nuevas amenazas. El mundo quizá ya no se estremezca ante la posibilidad de guerra entre dos superpotencias nucleares, pero la proliferación puede aumentar el peligro de catástrofes. El terrorismo no es una táctica nueva, pero la tecnología moderna permite que unos cuantos hombres insignificantes con enorme ira asesinen a inocentes a una escala horrorosa.

- No traigo hoy una solución definitiva a los problemas de la guerra. Requerirá que repensemos la noción de guerra justa y los imperativos de una paz justa. Reconocer el difícil hecho de que no erradicaremos el conflicto violento en nuestra época. Habrá ocasiones en las que las naciones, actuando individual o conjuntamente, concluirán que el uso de la fuerza no sólo es necesario sino también justificado moralmente.

- En mi calidad de jefe de Estado que juró proteger y defender a mi país, no me puede guiar solamente su ejemplo. Enfrento al mundo como lo es, y no puedo cruzarme de brazos ante amenazas contra estadounidenses. Que no quede la menor duda: la maldad sí existe en el mundo. Un movimiento no violento no podría haber detenido los ejércitos de Hitler. La negociación no puede convencer a los líderes de Al Qaida a deponer las armas. Decir que la fuerza es a veces necesaria no es un llamado al cinismo; es reconocer la historia, las imperfecciones del hombre y los límites de la razón.

-Los instrumentos de la guerra tienen un papel en mantener la paz. Sin embargo, este hecho debe coexistir con otro: que independientemente de cuán justificada, la guerra conlleva tragedia humana. La valentía y el sacrificio del soldado están llenos de gloria, expresan devoción por la patria, la causa y los compañeros de armas. Pero la propia guerra nunca es gloriosa, y nunca debemos exaltarla como si lo fuera.

- Parte de nuestro desafío es reconciliar estos dos hechos aparentemente irreconciliables: que la guerra a veces es necesaria y que la guerra es, de cierta manera, una expresión de desatino humano.

-El mundo reconoció la necesidad de confrontar a Sadam Husein cuando invadió Kuwait, un consenso que envió un mensaje claro a todos sobre el precio de la agresión.

- Creo que se puede justificar la fuerza por motivos humanitarios, como fue el caso en los países balcánicos o en otros lugares afectados por la guerra. La inacción carcome nuestra conciencia y puede resultar en una intervención posterior más costosa. Es por eso que todos los países responsables deben aceptar la noción de que las fuerzas armadas con un mandato claro pueden ejercer una función en el mantenimiento de la paz.

- En muchos países, hay una brecha entre los esfuerzos de los militares y la opinión ambivalente del público en general. Comprendo por qué la guerra no es popular. Pero también sé lo siguiente: la convicción de que la paz es deseable rara vez es suficiente para lograrla. La paz requiere responsabilidad. La paz conlleva sacrificio.

- Cuando la fuerza es necesaria, tenemos un interés moral y estratégico en obligarnos a cumplir con ciertas normas de conducta. Incluso cuando enfrentamos crueles adversarios que no cumplen con ninguna regla, creo que Estados Unidos de Norteamérica debe seguir dando el ejemplo respecto a estándares en conducta de guerra. Eso es lo que nos diferencia de quienes combatimos. Ésa es la fuente de nuestra fuerza. Es por eso que prohibí la tortura. Es por eso que ordené que se clausure la prisión en la Bahía de Guantánamo.

- Estados Unidos nunca ha librado una guerra contra una democracia, y nuestros amigos más cercanos son los gobiernos que protegen los derechos de sus ciudadanos. Independientemente de la frialdad con que se definan, no se satisfacen los intereses de Estados Unidos ni del mundo con la negación de las aspiraciones humanas.

-Los esfuerzos de Ronald Reagan por el control de armas y la aceptación de la perestroika no sólo mejoraron las relaciones con la Unión Soviética sino que les otorgó poder a disidentes en toda Europa Oriental. No existe una fórmula simple. Pero debemos tratar de hacer lo posible por mantener el equilibrio entre el ostracismo y la negociación; la presión y los incentivos, de manera que se promuevan los derechos humanos y la dignidad con el transcurso del tiempo.

-Una paz justa incluye no sólo derechos civiles y políticos, sino que debe abarcar la seguridad económica y las oportunidades, pues la paz verdadera no es solamente la falta de temor, sino también la falta de privaciones. No hay duda de que el desarrollo rara vez echa raíces sin seguridad; también es cierto que la seguridad no existe cuando los seres humanos no tienen acceso a suficiente alimento, el agua potable o los medicamentos que necesitan para sobrevivir. No existe cuando los niños no pueden aspirar a una buena educación o un empleo decente que mantenga a una familia. La falta de esperanza puede corromper a una sociedad desde su interior.

-Acuerdos entre naciones. Instituciones sólidas. Apoyo a los derechos humanos. Inversiones en desarrollo. Todos éstos son ingredientes vitales para propiciar la evolución de la cual habló el Presidente Kennedy. Sin embargo, no creo que tendremos la voluntad, la determinación o la resistencia para concluir esta labor sin algo más: esto es, la expansión continua de nuestra imaginación moral; una insistencia en que hay algo intrínseco que todos compartimos.

- Hoy en algún lugar, en estos precisos momentos, en el mundo como lo es, un soldado ve que alguien lo sobrepasa en potencia de fuego pero permanece firme para mantener la paz. Hoy en algún lugar de este mundo, una joven manifestante aguarda la brutalidad de su gobierno, pero tiene la valentía de seguir marchando. Hoy en algún lugar, una madre enfrenta una pobreza devastadora pero de todos modos se da tiempo para enseñarle a su hijo, junta las pocas monedas que tiene para enviar a ese niño a la escuela porque cree que un mundo cruel todavía puede dar cabida a sus sueños.

- Vivamos siguiendo su ejemplo. Podemos reconocer que la opresión siempre estará entre nosotros y aun así, esforzarnos por lograr la justicia. Podemos admitir la inflexibilidad de la depravación y aun así, esforzarnos por lograr la dignidad. De ojos abiertos, podemos comprender que habrá guerras y aun así, esforzarnos por lograr la paz. Podemos hacerlo, pues ésa es la historia del progreso humano; ésa es la esperanza de todo el mundo, y en este momento de desafíos, ésa debe ser nuestra labor aquí en la Tierra.

2 comentarios:

Karen Dinesen dijo...

Luis Simón, cuanto más leo más me indigno.
Este magnífico discurso es lo menos que uno puede hacer: llenar de palabrería ,golpes de pecho e intenciones de buenas voluntades, la recogida de un premio inadecuadamente adjudicado, y al que por dignidad, tendría que haberse negado a recibir alguien con responsabilidad en la Guerra de Afganistán, en la de IraK, en el mantenimiento del paraíso-clausurado, eso sí (vacío o con gentes dentro?- de Guantánamo, que cierra los ojos a derivaciones de conflictos bélicos en otros países como Pakistán. E innumerables e ignoradas responsabilidades en ¡vaya usted a saber cuántos otros conflictos!(ya, ya sé que esto es un prejuicio. No justo, pero sí justificado...) a través de sus servicios de inteligencia (con permisos blindados, si me apuras, para hacer lo que les venga en gana en dónde consideren).
Que dice que su país nunca entró en guerra con democracias...Pues hasta ahí podíamos llegar, señor.Pero cierra el pico frente a tiranías como la de Obiang en Guinea mientras existan intereses petrolíferos de petroleras norteamericanas, por poner un ejemplo.
¿Quiere con eso justificar la guerra contra Sadam?...Pregunto...porque si es así la indignación sigue creciendo.
Y habla de la necesidad de combatir , seguro que también justamente, al terrorismo. Pero ¡qué casualidad! nada dice sobre el terrorismo de Estado que ejerce Israel sobre los palestinos en Gaza.
Y dice cosas como esta: "-El mundo reconoció la necesidad de confrontar a Sadam Husein cuando invadió Kuwait, un consenso que envió un mensaje claro a todos sobre el precio de la agresión."
Me parto el culo de risa por no llorar. ¿El Sr. Obama piensa como Bush, Aznar y Blair al respecto de esta guerra??...
Y claro, prohibió la tortura. ¡SEÑOR; SEÑOR, lo qué hay que oír!
¡Qué hazaña! Es como si me dice que prohibió el asesinato. Lo utilizo como simil para poder entendernos.
Y hablar de nuestras limitaciones humanas para explicar la guerra es de puro sentido común. Y además incluye su discurso que,a ser posible, no afecten los conflictos a civiles. ¡Mira, mira que ya no puedo más con ello!
Sigo diciendo lo que siempre dije:
Puede llegar a justificarse una guerra ( y si le dejamos a Obama que lo haga con toda su bondad y calidez, TODAS pueden ser justificadas. La de los Balcanes por motivos humanitarios..y,ya puestos, la de Irak también, claro.) pero no puede hablarse de guerras justas.
Insisto: una guerra es injusta en su esencia.
Y Obama habría ganado a mis ojos, si en vez de hacer bellos discursos y darse golpes de pecho, hubiera dignamente rechazado el premio. Un premio que no se merece el Presidente de un país que tiene la mano metida en conflictos bélicos de mayor y menor envergadura en nuestro planeta.Por mucho carisma que tenga el hombre...

Anónimo dijo...

Obama es ZPARO pero en negro.