2025/11/17

DE FACEBOOK. DEL 11 AL 13 DE NOVIEMBRE

 LECTURA DE LA PRENSA. ¿QUÉ FUE UNO?

No se va a poner uno teatral hamletiano preguntando si ser o no ser, ni radical sartrista que oscile entre el ser y la nada, ni oriental laotsiano basculando entre el ser y el no ser, mucho menos elevado tomista distinguiendo entre esencia o existencia. Tampoco un metafísico heideggeriano que se olvidara del ser. Dejemos por sentado que uno fue y uno es, pero ¿qué fue uno?
¿Qué es María del Mar Suárez, elevada a la fama por la derecha mediática y redil (de redes) después de salir anunciada como sanitaria en el programa “Mañaneros” de Javier Ruiz? Se sabe que esa prensa et al. no perdona una al con-tun-den-te Javier Ruiz, de penetrante mirada y lengua ma-cha-co-na, que diría Homero si Javier hubiera habitado unos milenios atrás alguna isla del Egeo.

La propia María del Mar, en posteriores apariciones en la prensa, confesó no ser médica ni sanitaria, sino auxiliar administrativa de la sanidad andaluza. Anteriormente fue cocinera (es decir, cocinera antes que frailesa) de hospital.
¿Qué fue uno? Uno se tiene por ferroviario, pero en puridad, ¿cuántos años de su vida ejerció oficios netamente ferroviarios? Unos doce, contra treinta y uno oficinescos, que se podrían haber ejercido en la administración de una fábrica de chorizos (mejor que de chistorras) o de un complejo hotelero. Suplica uno el perdón si se le escapa confesarse, todavía, ferroviario, y perdonemos a Javier Ruiz y su equipo por meter en el saco sanitario a la sindicalista María del Mar.

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LECTURA DE LO PRENSA. COSAS QUE SÍ PASAN EN ESPAÑA.
Titula Arcadi Espada en su columna de El Mundo "Es imposible que estas cosas pasen en España", pero hoy se fija uno en cosas que sí pasan en España.
Pasa, por ejemplo, que camina uno cerca de la pista finlandesa y observa las medidas de seguridad que dos operarios adoptan en la construcción de una casa. Véase la protección del trabajador situado encima del andamio y el novedoso casco y los guantes del que permanece bajo aquel.
Por ejemplo, camino uno cerca de la rotonda Luis Oliver y observa cómo desde un camión los operarios se afanan en la poda de los árboles de las inmediaciones con la señal de advertencia encima del camión. O por mejor decir, debajo. Aquí siente uno lástima del ferrocarril, en el que para una operación similar hay que suprimir el tráfico, mantener no sé cuántas reuniones, publicar no sé cuántos documentos y, lo dicho antes, suspender el tráfico.
Por ejemplo, encuentra uno una publicidad institucional sobre determinados métodos anticonceptivos. ¿De qué color político? Adivínese, porque uno, a propio intento, borró el logo del promotor.
Para alegrar el día, sorprendió uno a Oriol Junqueras interpretando 'Chalaneru' bajo la atenta y asombrosa mirada de Rufián.











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LECTURA DE LA PRENSA. ¿DESEAR CONDENAS O DESEAR ABSOLUCIONES?
Un elemental buenismo desearía que las condenas, hablando en términos cuantitativos, fueran las mínimas. Sería señal de que la humanidad camina hacia la perfección, pero a veces se ven cosas feas en la vida. ¿Han de quedar impunes por el buenismo? Habrá que premiar al bueno y corregir al malo.
¿De todos los casos judiciales que uno lee en la prensa, qué prefiere, absoluciones o condenas? Depende.
Uno se sorprende por la absolución en el caso del autobús que se despeñó en la carretera de los lagos de Covadonga. El argumento judicial es que el conductor no dio positivo en drogas ni alcohol. Salirse de la raya debe ser cosa poco importante. Uno pide la misma condena para el maquinista del tren de Santiago, ya que tampoco consta que hubiera tomado nada. Y pide lo mismo para tantos y tantos conductores que son condenados, aunque sea levemente, cuando no hayan consumido ni alcohol ni drogas.
¿De rositas también todos los que intervinieron en la compra matrimonial de Lleida con la disculpas de que son costumbres rumanas y gitanas que hay que respetar?
¿Y en relación con el Fiscal General del Estado, el hermano del presidente o su mujer? ¿Qué prefiere? En el fondo le da lo mismo, pero le gustaría que en uno de los casos, uno cualquiera, resultara una condena aunque fuera mínima para que no quedaran absolutamente desacreditados las instrucciones judiciales.

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