2024/08/21

XUAN BELLO. LA VIDA PERDIDA

 

XUAN BELLO. LA VIDA PERDIDA

Leíste este verano un libro de poemas de Xuan Bello, escrito en su asturiano con traducción en paralelo al castellano. Unos los leíste inicialmente en la lengua asturiana, pero siempre con e una segunda lectura en castellano. Quieras uno o no (que no querrías), te cuesta menos la lectura en la lengua mayoritaria.

El autor recopila poemas de tres de sus libros anteriores. Te quedas mayoritariamente con los dos últimos. De hecho, del primero no te fijaste en ningún poema en especial. De los dos últimos hay poemas brillantes, imposibles de resumir, ni siquiera de enumerar. En las siguientes líneas, se seleccionan o extractan algunos, a veces en asturiano, a veces en castellano.

Son asuntos recurrentes la inolvidable infancia, las ilusiones y vivencias juveniles, los pueblos deshabitados, las casas vacías y abandonadas. Al final, el tren y esa imagen mítica de un amor que pudo haber sido y no fue.

 

PANICEIROS

Conozo un país onde’l mundo llámase Paniceiros

Zarréu Grandiella Picu la Mouta Paniceiros

un mundo que perdió sus caminos

Jerusalén levantada en la palma de la mano de un niño (…)

 

LES RUINES

(…) Les ruines d’una edá

que perdiemos por descuidu (…)

 

LA VIDA

(…) Aun de aquellos días de entonces

de aquel tiempo distinto a este

cuando la vida tal vez parecía

más fácil y feliz,

cuando corríamos en bicicleta

por la dilatada superficie del verano,

quiero traer al poema,

Rescatar de ese mar entremezclado

de sal, sueño y tiempo

la llave del cajón donde encerramos

los sueños, las esperanzas perdidas,

rescatar

aquel atlas donde dibujamos

una imposible ruta hacia nosotros mismos.

 

LAS MAÑANAS

Toles mañanes ye igual: una muyer

en bata asomada a la ventana (…)

pero un día despertar del sueño

tendrá sabor a nada,

a leche rancia, a casa hace años cerrada

y que nadie quiso alquilar

el que sala a la ventana vei ver

cómo los díes encubrieron el cielo,

cómo pela plaza pasea, impúdica,

la estraña figura de la muerte.

 

LEJOS DE CASA

Recuerdo aquella ciudad

allá hacia el sur de nosotros mismos,

hacia la materia, hacia la geografía

de nosotros mismos (…)

ahora que los años pasaron lentos

-tan tercamente-

ahora que el vacío estalla en el pecho

De esta noche de 1990

y la memoria vuelve con imágenes rotas.

Ahora que ya no somos los que éramos entonces.

Ni jóvenes ni puros ni de extrema izquierda.

 

LA FUEYA

Una fueya. Una humilde y seca

fueya. Sobre l’asfaltu. Llueve

peles casi d’una ciudad ensin nome.

Llueve y pasen indiferentes

peatones, tranvíes, ecos (…)

y esi home que pasa,

que soi yo, que yes tú

a la otra parte’l poema,

esi home nun sabe

que la xeneración de la fueya

ye como la yeneración de los homes.

 

A UN LLECTOR FUTURU

(…) Tú, lector, qu’abres agora

les páxines poques d’esti llibru,

remémbrate de cuánta ardor punxi

nesti labor inútil que ye rescribir

lo qu’otros yá tienen escrito.

 

NOS LLIBROS

Catulo sabíalo. Y también, seique,

Rainer María Rilke, anque disimulaba (…)

nada queda

de la vida nos llibros.

Nos llibros

namás queda, de la vida, la ceniza.

 

EL TREN

Atraviesas la noche y una vida en ruinas

a una velocidad que no pasará,

calculo, de los ciento veinte.

aquel tren aún traqueteaba,

todavía mi corazón persigue ahora

en lo oscuro viejos sueños

de aquel joven tímido recién salido

de una negra provincia

que nunca abandonaría.

A las ocho saliste de la estación,

el pasaporte preparado

y arrastrando la pesada maleta

por gastados pasillos de luces enfermas.

A las nueve, indiferente, miraste

cómo se encendían, una a una,

solitarias bombillas que apagaban la noche.

A las diez por debajo de un puente

un río cruzaba manso, tranquilo,

sin saber que en su agua llevaba

el reflejo de la luna. A las once,

en el apeadero de Alpedrinha,

subió ella.

Ella, que sin saberlo era

como la promesa de una

nueva tierra encontrada.

Podrías hablarle -se sienta justo enfrente-

decirle palabras que la enredaran

lentamente unas horas a tu existencia

pero nun t’atreves, cierres los güeyos

faciéndote’l dormíu y ella

queda dientro tuyo, ya pa siempre

un tren hai diez años Camín de Coimbra.

 

(Nota para el que haya llegado hasta aquí: Uno recuerda un viaje parecido con lectora de Facebook que le sigue).

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