2018/04/09

LA EXTRADICIÓN

Te causa cierta perplejidad y, ¿por qué no decirlo? cierto disgusto este paso intermedio por el que transita el caso Puigdemont, al no admitir un tribunal alemán la extradición solicitada por el Estado español para que el ex presidente de la Generalitat fuera juzgado en España.

Es posible que la acusación de rebelión resulte exagerada para juristas y legos porque lo común es asociar rebelión a rebelión armada, pero a gran escala. Si algunos juristas -entre otros el juez Llarena- encajaron el comportamiento sistemático de Puigdemont en el concepto jurídico de rebelión, habrá alguna base aunque otros sostengan lo contrario con argumentos también fundados. A veces los conceptos de la calle no coinciden con los del Derecho Penal, por ejemplo cuando se habla de coacciones se piensa en alguien que como mínimo coge por la pechera a otro, pero quizá a nadie se le ocurra -excepto a la jurisprudencia- que comete coacciones el que cambia la cerradura de una puerta para impedir la entrada de alguien a quien no tocó ni un pelo. Pues ese cambiador de cerraduras lo comete.

La figura de la extradición no es de ahora, está muy asentada en el Derecho Penal Internacional y puede acarrear efectos no previstos, como este, ante lo que no cabe cuestionarlo ni impugnarlo, pero sorprende que un caso que en España se iba a decidir después de semanas de juicios en el más alto tribunal del Estado, haya quedado prácticamente liquidado a través de la decisión de un tribunal alemán menor.

Ante un caso así, el Estado español pudo haber optado por no pedir la extradición, con lo que Puigdemont habría permanecido por los siglos de los siglos en el extranjero en una especie de limbo jurídico: si volvía a España sería juzgado por rebelión, pero si seguía en Bélgica o en cualquier otro país (Alemania incluso sin pedir la extradición) seguiría como un fugado no perseguido. Algo poco realista, la verdad, pero mejor que lo que -de momento- tenemos.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Perplejo? Como letrado colegiado ya deberías estar curtido en estas tretas de la letra pequeña. Siempre cabe preguntarse qué piensan los alemanes de los españoles (esa España de charanga y pandereta, de toreros y floclóricas, de políticos arribistas que quieren presumir de títulos universitarios que no han sacado con sus estudios...) cuando a ellos les cuesta el cargo haber plagiado algo en una tesis. Los alemanes, arios, que querían exterminar a los judíos, no tienen mucha simpatía por los españoles, que somos un mestizaje de iberos, celtas, fenicios, griegos, romanos, bárbaros, suevos, vándalos, alanos, visigodos, vikingos, árabes, judíos... y a pesar de los reyes católicos... somos judeocristianos. Los alemanes se rebelaron y Lutero discrepó y creó la iglesia protestante, junto con otros reformistas.
Estos alemanes nos consideran norteafricanos y se pasan las peticiones de nuestros jueces por donde... A los catalanistas republicanos independentistas les viene muy bien. En España los españoles nos llevamos como el perro y el gato entre las distintas autonomías. Qué más le podemos pedir a un juez alemán, que debe creer que en España someteremos a la inquisición al mesías Puigdemon. A veces entiendo lo del Brexit.

Anónimo dijo...

Si el gobierno de la nación hubiese actuado con Puigdemont y sus secuaces, no les hubiesen dado la oportunidad de huir y no de exiliarse. Así no damos cuenta de la catadura de nuestros políticos. Lo primero es exigir listas abiertas, para poder elegir y no que elija el partido a los representantes del pueblo. Después hay que exigir una edad de jubilación para esos senadores que no quieren abandonar su escaño hasta su muerte, por ancianidad. A continuación hay que acabar con un parlamento en cada autonomía... Lo de ser político es el mejor funcionariado. Y lo consentimos. Pero estos diputados no generan riqueza, sólo crean gasto. Y algunos se llevan a sus cuentas particulares los dineros públicos y si son aforados... Y después hay gente que hace colectas para reparar ciertos monumentos públicos y pide la demolición del Valle de los Caídos. Perplejo me quedo. Y disgustado también.