2015/10/06

CATALUÑA, ESPAÑA Y TÚ.


Llevas demasiado tiempo sin escribir nada. En las diferentes entradas puede encontrarse un poco de todo, pero hay acontecimientos que no deseas pasar por alto porque pasado el tiempo, te sirve para saber qué opinabas u opinaste de determinado hecho trascendente en el pasado. Ocurre que no siempre tienes claro qué decir o cómo enfocar un asunto. Esos casos actúan entonces de tapón y hasta que no publiques algo sobre la materia, aunque sean dos líneas, no queda la vía libre para la siguiente entrada. Las pasadas elecciones catalanas, el ambiente previo, el vivo debate producido, más que su resultado, te preocuparon aunque no siempre expresaras tu sentir.. 

Si Cataluña se separa de España te produciría sobre todo tristeza, más que si las islas Canarias declararan la independencia, no digamos Ceuta y Melilla. Cataluña y España (Cataluña dentro de España) tienen una geografía sin barreras físicas separadoras, una larga historia común compartida, más allá de los episodios diferenciadores que cualquier región quiera remarcar, no muy diferentes de los avatares de cualquier provincia, municipio o aldea. Todos pueden presumir de algún hecho diferencial.

Cataluña comparte lengua común con España aunque su lengua propia, el catalán, constituya una notoriedad importante y un factor disgregador desde el punto de vista de la unidad nacional: cualquier idioma lo es, el idioma es uno de los criterios que delimitan fronteras. No quiere decirse que exista una exacta correspondencia entre idioma y Estado, porque hay multitud de excepciones, pero sí es un dato diferenciador importante.  Precisamente el apoyo sostenido de la Generalitat al idioma catalán desde hace treinta y cinco años, junto con el sesgo educativo que incide en las diferencias, va decantando las conciencias  hacia lo diferente, y las conciencias enfocando el sentido del voto. 

Con el paso del tiempo, el ambiguo texto constitucional que fue necesario pactar para sacar adelante la transición, fue tratado inteligentemente para sus intereses por los sucesivos gobiernos autónomos catalanes. Autonomías no autonomistas, valga la contradicción, aceptando competencias en educación para no ser menos (cuando lo diferente que tenían que mostrar era bien poco) no hicieron más que favorecer la educación disgregadora catalana, que sí supo adaptar rápidamente los temarios para difundir también la propia cultura.

Lo que se montó en treinta y cinco años se  puede desmontar en otros treinta y cinco pero no parece fácil tarea teniendo en cuenta la composición actual del electorado catalán, pero también el fraccionamiento del electorado español, insuficiente para una vuelca de tuerca centralizadora.

En esa voluntad separadora, las dosis de egoísmo son considerables, pero el discurso de las plañideras pesa más que el de la solidaridad.

Menos consistentes te parecen los nubarrones económicos que oscurecerían una economía catalana independiente. Hay países europeos fuera del euro que funcionan. Si los catalanes producen artículos o generan servicios de menor precio o de mayor calidad, más allá de un posible y muy pasajero boicot inicial, no perderán su posición en el mercado. ¿Boicoteamos a los países de América Latina cuando se independizaron? Lo ignoras porque esa materia no se estudia en el bachillerato. Con los productos catalanes haremos como con los chinos o con otros exportadores, con la circunstancia agravante de que sabemos que en esos países no se respetan los derechos humanos. Siempre tenemos a mano la disculpa de que no lo hacemos por sus dictadores sino para que coman sus necesitados ciudadanos.

Hay quien apela al ejército para defender la unidad nacional. Desde el punto de vista estrictamente jurídico, no te parece ilegal. La Constitución está ahí y algún papel guarda para las Fuerzas Armadas. Sin embargo, el ejército te parece que se ha de reservar para otro tipo de amenazas como la terrorista o la islamista u otras que pueda amenazar los valores democráticos de la sociedad occidental.


Crees que el electorado evolucionará progresivamente hacia las tesis independentistas. Cuando alcancen el setenta y cinco por ciento será una cifra respetable y la suerte estará echada. 

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