2023/12/24

CUENTO FERROVIARIO DE NAVIDAD. ITINERARIO ALTERNATIVO

 

CUENTO FERROVIARIO DE NAVIDAD. ITINERARIO ALTERNATIVO

 

Pelayo y Covadonga salieron de Madrid hacia Asturias el día de Nochebuena en el último tren. No habían estrenado todavía la variante de Pajares y les hacía ilusión conocerla y atravesarla.

El tren circulaba de acuerdo con el horario previsto hasta que, algo antes de llegar a León, anunciaron por la megafonía que el itinerario previsto iba a sufrir una alteración. Por algún problema técnico que no especificaron (nunca se especifica) el tren avanzaría hacia Asturias por los carriles de siempre.

No se alarmaron demasiado al pensar que, de todas formas, llegarían a tiempo para la cena. Si no surgía ningún nuevo inconveniente, claro. De momento, no poder tomar esa última copa previa no les molestaba demasiado. Lo asumieron con espíritu navideño.  Y, por lo menos, estaban juntos.

La tripulación del tren contaba con un plan B para amenizar el viaje ante una eventualidad así. De viva voz les contarían algunas curiosidades de la rampa de Pajares.

“Ahora vamos a pasar por la estación de Villamanín, con su afamado restaurante Casa Ezequiel, que se empeñó en conseguir una parada del AVE y va camino de lograrlo, al menos para días como hoy”.

“Señores viajeros, estamos pasando por Busdongo, patria chica de Amancio Ortega. Puede que muchos viajeros vistan sus prendas. Entramos ya en el túnel de la Perruca, que nada tiene que ver con ninguna perra, sino con la piedra del entorno, porque…”

-          Cova, nunca había oído esa versión.

-          Pues parece verosímil, Pelayo, pero calla, que van a contar algo más.

“Estamos pasando por El Mayéu l’Estudiante, en honor de un estudiante de Arbas muerto de frío…”

“Llegamos a La Calera. Si pasáramos de día veríamos cerca una ladera blanquecina…”

-          Cova, se me está haciendo entretenido este viaje pese a todo.

-          Ya lo creo, Pelayo, a mí también.

“A lo largo de la ruta podrán ver muchas estrellas, a veces en los pueblos, a veces en medio del monte. En el día de Nochebuena se iluminan misteriosamente encima de las iglesias o de las más modestas capillas. Incluso brilla una estrella, con su estela, en descampados o pueblos en los que alguna vez se levantó allí una ermita. Veremos una cuando pasemos encima de La Romía. Lo anunciaremos oportunamente”.

“Señores viajeros, si miran abajo a la izquierda verán cuatro pueblos. Sus nombres son fáciles de recordar memorizando este dicho popular: “San Miguel, Santa Marina, El Nocíu y La Malvea/ son los cuatro puebliquinos/ por donde mi amada pasea”. Y un poco más adelante LLanos de Somerón, famosa por ser cuna del matador de osos Toribión, que se enfrentaba a pecho descubierto a los plantígrados; y también por los arbeyos, cuya fama traspasó la frontera pirenaica”.

“Acabamos de entrar en el túnel de Las Nieves. Habrán visto al fondo la estrella luminosa encima de la ermita del mismo nombre”.

“Los siguientes túneles reciben los nombres de Pandoto, El Romerón, El Topeal y La Pisona. Después La Raigosa…”

-          Por cierto, Cova, ¡mucho tengo ido a la hierba de guaje a Pandoto y a La Pisona.

-          ¿Y eso?

-          Tenía unos parientes con algo de ganado, y había que echar una mano. Conozco algo la zona. Dentro de nada veremos al fondo la iglesia de Cabezón, que tiene una particularidad: en su cementerio no hay nichos. Todos son sepulturas, literalmente. ¿Lo sabías?

“Atravesaremos en silencio el túnel de Valdecales, después el de La Sorda, que seguramente no se refiere a ninguna discapacidad, sino a un terreno sórdido, oscuro…”

-          ¿Te fijaste, Cova, que en este túnel que pasamos tan despacio, había un gran número de cruces luminosas?

-          Sí, ya puestos, esperaba alguna explicación, pero…

“Acabamos de pasar, en silencio, como dijimos, el túnel de Valdecales, en homenaje a las víctimas producidas durante la construcción de la rampa. En 1884 el túnel en construcción se hundió atrapando mortalmente a todo el relevo de trabajadores. Algunos cadáveres no se pudieron rescatar hasta pasados quince días. Más adelante volveremos a cruzar, también en silencio, el túnel de Congostinas, en recuerdo a las siete víctimas del tren que ardió en 1978. Siete cruces luminosas dentro del túnel para no olvidar la tragedia. Hubo más accidentes, pero estos fueron los más graves. Vaya un recuerdo para todos los que perdieron su vida en el puerto”.

“Vamos a atravesar ahora el pueblo de Casorvía. El maquinista reducirá un poco la velocidad para disfrutar de la original decoración navideña. No pierdan la calma porque ese tiempo se recupera fácilmente. Ahora contemplen el curioso despliegue de luces. Y si pudiéramos abrir las ventanas, oiríamos los villancicos”.

“Después de los túneles de La Parra y Orria, y antes del Batán veremos abajo tres estrellas, que corresponden a las ermitas de San Francisco, San Bartolo y San Martín de Las Puentes. Estamos llegando a Puente de los Fierros, de gran importancia ferroviaria hace un siglo. Su estación primitiva se quemó en 1961 en circunstancias nunca del todo aclaradas”.



“Próxima parada Pola de Lena…”

-          Ya estamos llegando a La Pola, Cova, pero, espera un poco, mira a la izquierda qué guapa está Renueva con sus luces navideñas.

-          Veo que todos los años se superan, Pelayo.

“Esperamos que el viaje, pese a su duración, les haya resultado entretenido. Hemos intentado explicar características y anécdotas del trazado, pero hay una para la que no encontramos explicación: en los refugios de todos los túneles de la rampa (esos pequeños cobijos construidos en su día para que los obreros se protegieran ante la proximidad de los trenes) encontramos, alternativamente, en todos, absolutamente en todos, un árbol de navidad y un nacimiento. Esto no estaba previsto en el guion. Quizá la prensa de mañana o de pasado diga algo, si consiguen averiguar el motivo”.

-          Será la magia de la Navidad, dijo Cova en voz baja.

“La tripulación del tren desea a Covadonga y Pelayo, que se apean en Pola de Lena, unas felices fiestas y espera que el viaje haya sido de su agrado”.

-          Pelayo, ¿cómo es que no sabíamos nada de esto que nos contaron?

-          No sé, Cova, a veces tenemos que perder algo para valorarlo como se merece.

Al apearse, entre los aplausos de los viajeros, sus amigos y familiares les hicieron pasar bajo un arco luminoso con un breve rótulo: “Cova y Pelayo, bienvenidos. Feliz Navidad”.

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