2013/05/19

MISCELÁNEA SABATINA

Hoy tu mujer tenia una comida de esas de reencuentro con los nativos de su pueblo, así que tienes libre buena parte del día. Precisas esto para acotar que hiciste algo parecido a otros sábados pero con mayor holgura. Y algún matiz.

Teniendo en cuenta la época del año hace bastente frío para el mes de mayo, ocho grados al mediodía, pero eso no es motivo de peso para quedarse en casa. En casa muere mucha gente, y a lo mejor fuera, si se diera el caso, puede cubrirte algún seguro, así que al Fontán, a catar la sidra y el pincho de picadillo mientras lees el periódico.

Al periódico solamente le echas una somerísima ojeada porque aprovechas el rato de soledad para ultimar la asistencia a la comida anual del próximo sábado con tus antiguos compañeros del Prau Picón: el maquinista que está a turnos no libra ese día; el de las legumbres de Madrid, confirma que sí; el de la imprenta también, y a lo mejor dice la misa aunque está suspendido a divinis porque te comenta una encíclica según la cual el sacramento es indeleble (no como algunas manchas, aclaras); el profesor sencillo y humilde también, pero sin la acordeón que tocaba su suegro (sus artes son otras); el incombustible líder sindical minero tampoco falta; el carpintero de madera y aluminio allí estará; el profesor de autoescuela, lo mismo, lo pillas viendo una carrera de motos porque lo suyo es la carretera;… el resto para otra remesa de llamadas.

Haces otra parada e intercambias unas palabras con el titular de otra sidrería, das y recibes información de contertulios habituales de la barra que figuran en tu árbol genealógico del valle del Pajares: le cuentas que el señor mayor que saludaste hacia la mitad de la barra es un viejo profesor de Matemáticas y de Química y el del bar te indica que no lo sabía, pero que suele tomar un vinín y que no le gusta que haya mucho follón, que si sospecha barullo, se va sin entrar pese a las invitaciones de la propiedad; te cuenta la reciente intervención ocular de otro habitual y haces como que ya lo sabías porque la información es poder; le hablas de otro que tiene a su padre enterrado en el cementerio de Cabezón desde que muriera en el año 1944 en las proximidades de Campomanes cuando conducía una vagoneta; y de tu amigo de Leiguarda, Belmonte, al que verás el próximo sábado.

También te encuentras allí con unos amigos que están de comida porque se confirma un hijo y cuando les preguntas si se confirmó en la fe, te responden que a saber, que el chaval escogió esa parroquia porque era la más animada. Tampoco está mal el marketing religioso, dicho sea sin retintín.

Estás en estas cuando recibes una llamada recabando información de un Jesús Bayón nacido en 1908 en Llanos a quien algún partido o agrupación de izquierdas quiere hacer un homenaje en su pueblo pero no encuentran familiares. Al llegar a casa revisas los datos y tienes anotado que marchó para Sudamérica y que perdió la vida a la vuelta poco después de la guerra.

Ese día, la casa ofrece tres cigalas con cada consumición. Más tarde la propiedad pone otras dos. Aquí se te plantea la duda de la propina, porque cuando ves que el detalle salió del camarero (aunque la materia prima no sea suya), se ganó la propina, pero cuando partió de la casa… En fin, minucias, se ganan la propina y que la destinen como quieran. Ocasionarías un problema contable si dijeras: ahí van tres euros, de ellos 2,40 para la botella, 0,30 para la propiedad (por las cigalas) y 0,30 de bote para los camareros.

Después de comer te llaman desde un hotel para facilitarte algún detalle casero de la convención del PSOE que tuvo lugar hoy en Oviedo. Rubalcaba mantiene el tipo. Jáuregui es muy, muy majo, muy educado, un gran señor (claro, quien llamó es una amiga), Elena Valenciano, una borde. El aspecto se lo da y te alegras de que se confirmen tus temores y tu ojo clínico.

Por la tarde miras las esquelas de León y encuentras una que te parece de un antiguo factor con el que compartiste tus inicios profesionales en la querida provincia fronteriza. Llamas a un amigo para confirmar si es el mismo. Lo es. Haciendo números tenía treinta y siete años cuando lo conociste y te parecía ya un paisano. Siempre os cayó bien, era un tío jovial. Mientras confirmas estos datos con tu amigo y hablas de lo humano y lo divino, tiene que dejar la conversación porque está pendiente de una manifestación con corte de vías en la provincia de  Zamora protagonizada por gentes que seguramente nunca subieron al tren porque si lo hubieran utilizado asiduamente, no se suprimiría el servicio. La vida se adereza con estas gotas de cinismo.

Por la tarde-noche vas a recoger a tu mujer a Lugo de Llanera, donde están tomando la arrancaera. Haces tiempo en otra zona del bar. En la tele están retransmitiendo el festival de Eurovisión pero tú estás más atento a las conversaciones próximas. Cuatro jóvenes de varios sexos (se verá por qué) buscan una palabra para los tíos a quienes les gustan las tías pero que pueden enamorarse excepcionalmente de un tío, ídem con las tías. En el caso de las tías no admiten ser lesbianas, pero tampoco bisexuales. Nadie quiere ser encuadrado en ninguna categoría prefijada, todo el mundo reclama su derecho a la originalidad. La conversación, por lo demás, interesante. Tú como que estabas atento a Eurovisión.

Cuando marchan estos, entra un parroquiano y departís sobre el accidente del Metro de Valencia, sobre las mochilas del 11-M, sobre la crisis bancaria, la forma de echar los culetes de sidra, la necesidad de que las barras se organicen por sectores para que los camareros no atosiguen, los precios de los seguros, las paradas de los trenes en Lugo de Llanera, etc, etc.

Cuando por fin terminó el encuentro y post-encuentro de los lucenses nacidos en la década de los cincuenta y tu mujer te encuentra hablando con este nativo, te preguntó de qué charlabais tan animados si no se habla con nadie. Quedaste un poco pasmado. Por hablar que no quede.  

14 comentarios:

Anónimo dijo...

A veces pienso que, si no se hubiese inventado esto de los blog...¿dónde ibas a descargar tanta apreciación, tanta reflexión .... que no tienen eco en nadie.

Luis Simón Albalá Álvarez dijo...

No suelo replicar ni apostillar los comentarios, salvo que sean ofensivos, en cuyo caso digo algo o elimino. En este caso, apostillo: también es verdad.

GPA dijo...

Pues yo los leo siempre, aunque los haya comentado antes tomando un café. El plasmar pensamientos por escrito permite afinar y profundizar.
En cuanto a lo del eco, creo que Luis tampoco persigue un repercusión de sus reflexiones, aunque parece que en este anónimo (¿Es el de siempre o hay varios?) sí consigue producir algo de desasosiego.

Anónimo dijo...

Hola Luis:
La amistad es un regalo que tenemos que cultivar con bastante esfuerzo y que merece la pena mantener.
Tienes mi amistad de antemano.
Un abrazo por adelantado.
Sechez
(El de Leiguarda)

Anónimo dijo...

JODER! Sí hay eco!

Anónimo dijo...

Ahora salen los amigos como las setas!

Anónimo dijo...


GPA: tú plasmas algo por escrito? apostillas? profundizas? dónde? tú te permites hablar por boca de luis, como si él no supiese?

GPA dijo...

¡Claro que plasmo ideas por escrito! En cuanto a lo de hablar por boca de Luis no es así, escribí "creo que Luis...", por lo que se trata de una opinión, como todo lo que escribimos aquí. Luis Simón no necesita un escudero. Lo bueno de un blog es que está abierto a las opiniones de otros, que no tienen porque coincidir con las del autor.

Anónimo dijo...

Gracias Gustavo!

Sangin dijo...

Anda,que si esas reflexiones u apreciaciones no llegan a tener eco..

Anónimo dijo...

Cuántos articulillos van escritos que no tiene ni un puto comentario? Es que a nadie le importa? Voz que clama en el desierto!

Anónimo dijo...

Anónimo: llama al Teléfono de la Soledad,te quitaremos ese rictus de muil amargado solitario69696969....
Fdo.23 reales puedes libar sin.

Anónimo dijo...

Díos! como se anima el aforo del foro.

Anónimo dijo...

fdo.23: ¿Tú trabajas en el telf. de la soledad? En ese número? Me quitaréis el rictus de muil amargado solitario?
Te lo agradezco, os lo agradezco. A veces me siento solo, incomprendido y me pregunto para qué hablar con los demás si no existen verdaderos diálogos, porque las conversaciones que merecerían llamarse tales, no son sino monólogos entreverados. Interrumpes de cuando en cuando tu monólogo, para que tu interlocutor reanude el suyo y de cuando en cuando, él interrumpe el suyo, para que reanudes el tuyo tú.