Uno observa gazapos de vez en cuando en los periódicos que lee, pero no los recoge aquí porque a cualquiera le puede pasar y porque las prisas del cierre de edición son malas consejeras. Hay, sin embargo, gazapos y gazapos. Por modesta que se la categoría del encargado en un periódico asturiano de adecuar los pies de fotos a la foto propiamente dicha, confundir a Bernardo Sopeña, con José Ramón Patterson…
Otros lapsus o lapsi -si quiere uno ser más preciso- son explicables si se encarga de biografiar a un boxeador porque el boxeo no está de moda (y uno está de acuerdo en que no lo esté, aunque le gustó mucho en su día como espectador) y porque a los encargados de los pies de foto les quedan muy lejanos los tiempos gloriosos del asturiano Dacal. Los que lucimos canas en las sienes y calva en la techumbre perdonamos al encargado del texto que confundió a un rival con el negrito de la foto, locuaz y famosísimo en otro tiempo.
Lee uno en El País que Ciudadanos planea modificar su abreviatura, el color y el logo. Es el canto del cisne. ¿Creen que con ese cambio van a reflotar el hundimiento sostenido? Lo malo es que no se trata de un gazapo.
Podría ser un gazapo pero no lo es que El Mundo destaque entre los personajes relevantes del día al otrora gran ogro Juan Luis Cebrián, primer director de El País, pero Cebrián no es el de entonces.
Uno se pone en la piel de los miles de concejales elegidos en el territorio español, e incluso del mundo entero, y la mayor parte tienen que verse reflejados en las experiencias que cuenta en un libro un antiguo concejal del Puerto de Santamaría. Reproduce uno aquí la noticia, de la que le llamaron la atención de una forma especial los párrafos remarcados.
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