LECTURA DE LA PRENSA. EMIGRANTES
Comiendo en Pola de Lena se enteró uno de una reciente ley de la que no tenía noticia, que facilita a los descendientes de emigrantes la obtención de la nacionalidad española. No se había enterado uno de la novedosa ley, pero casualmente por el ABC se informa de que más que una nueva ley es una interpretación extensiva de la Ley de Memoria Democrática. Esto sirve de pretexto para contar una historia.
Uno tiene el vicio de la investigación genealógica. Bien es cierto que no es un genealogista acreditado, sino lo que el gran Don Raúl Arias del Valle llamaría un pinchapraos de la genealogía, aunque él se refería a los arqueólogos de fin de semana. Este pinchapraos tiene conseguido datos que desatan emociones en las personas y les animan a emprender viajes a los orígenes de sus antepasados. La casualidad juega muchas veces en favor de quienes se animan. Hace seis años intercambió uno unos correos y unos datos con un argentino cuyos antepasados se asentaban en Llanos de Somerón. Aquello no quedó en el olvido y un buen día el veterano diputado argentino Alfredo Castañón se animó a acercarse a Asturias para conocer el pueblo de sus antepasados y uno se ofreció a acompañarle en su visita, a falta de otros voluntarios más documentados.
Por contratiempos surgidos ya en España, solamente pudieron acercarse en esta ocasión Alfredo y su hijo Alejandro, arquitecto.
Como vinieran por el puerto de Pajares, uno los esperó en el mirador de la Reina, punto incomparable para obtener una imagen única de Llanos, a la que ellos, al tanto de la toponimia oficial, se referían en todo momento como Chanos. Desde allí pudieron divisar parte del trazado ferroviario del Pajares y la ermita de Las Nieves, y dado que acababan de cruzar Pajares y pronto pasarían por La Romía, pudieron enterarse de los chascarrillos y maledicencias del antiguo vecindario: que si ‘en Pajares no te pares’ y cosas por el estilo, que en todos los lugares del mundo abundan.
Aprovechando el viaje a la capital del concejo se intentó alguna gestión prevista en la generosa interpretación de la Ley de Memoria Democrática, pero para datos muy antiguos hay que toparse con la Iglesia, así que esa gestión queda diferida. Sea del caso indicar que un lenense resulta ser el custodio mayor de los archivos episcopales en la actualidad. Todo queda en casa, en la casa de Dios.
Quiso la suerte que por la plaza la comitiva se topara con una l.leniza militante descendiente a la vez de Llanos y de Malveo. Los argentinos se interesaron posteriormente por el habla de la zona preguntando si la gente hablaba así. “La entendimos perfectamente”. ¡Faltaría más!
No podía falta una sidra profesionalmente escanciada en el Mino y un buen menú en El Valle, borrachinos incluidos, por lo que pudieron degustar un postre tradicional de la comarca.
Después una visita fugaz a Fierros para conocer el punto donde trabajó el abuelo y la estación desde donde la familia partió para la emigración.
Ya en Llanos, atendidos muy cordialmente por los pobladores que caleyaban aprovechando el clima espléndido. Visita a la que fue casa familiar, charla sobre la economía y el trabajo de los habitantes, los de antes y los escasos de ahora, el envejecimiento de la población rural, la problemática del oso, el lobo y el jabalí. Y también la vida de los maquis a la vista de la placa allí colocada en recuerdo de Jesús Bayón.
No podía faltar una visita al cementerio, donde descansan los restos de tantos Castañones y Abellas, apellidos de los antepasados. Uno de los pocos cementerios que quedan sin nichos. En opinión de uno, un acierto estético.
Uno recibió con mucho cariño un llavero con el escudo de la República Argentina, con su sol naciente, el gorro frigio y los brazos hermanados que simbolizan el nacimiento de la nación.
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