Por lo que se ve uno se apunta hoy a caballo perdedor.
En El Comercio lee uno que el Principado tiene que devolver seis millones por facturas infladas a usuarios del ERA, la red pública de geriátricos. Una buena parte ya se devolvieron. La cuestión no es de ahora. Cuando hace años la administración autonómica comenzó a reclamar deudas a los herederos de los ingresados, ya que con la pensión no alcanzaba para pagar la estancia, uno, y más de uno, se alineó con la Administración. Si la Administración hubiera jugado entonces al empate (es decir, si la familia del muerto debía algo, se le perdonaba) ahora habría salido ganando, pero como salió a ganar y a reclamar lo que en su opinión eran claras deudas, resultó perdedora porque no contó con que una lentísima aplicación de la Ley de Dependencia estaba generando derechos de cobro a favor de los internados y, de resultas, de sus herederos. El tiro por la culata. Ya se sabe cómo está acabando el partido, pero uno está moralmente con la Administración.
El Comercio publica una información sobre el ensamblaje del vehículo militar 8x8 que, en parte, se está construyendo en la fábrica de armas de Trubia. En un recuadro recoge algunas de las características técnicas: se intuyen una potencia y una descomunal adaptabilidad al terreno. Uno quiere ver el aspecto positivo del seguro aprovechamiento de ese ingenio para la vida civil. No es que uno defienda la investigación militar porque después se utiliza en artefactos civiles, pero la experiencia demuestra que, igual que ocurre con la industria aeronáutica, muchas de las innovaciones tan específicas son perfectamente exportables a aplicaciones civiles.
Quizá uno es demasiado condescendiente y comprensivo con las administraciones, pero no se percata de que justamente delante del portal de su casa, la situación sea tan calamitosa que merezca la foto-denuncia diaria de El Comercio. Cabría decir, además, que el asfalto no está en mal estado porque el suelo está formado por adoquines. Hay mucho adoquín.
Juan Luis Cebrián escribe, con la acritud que le caracteriza desde que llegó a la tercera edad, contra la versión actualizada del delito de sedición. Se esté o no de acuerdo con Cebrián (uno sí lo está jurídicamente aunque entiende que el mundo no es solo Derecho, también es Política), realmente brillantes las últimas líneas de su columna.
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