LECTURA DE LA PRENSA. DETRÁS DE LA VERDAD
Si uno decide instalarse en su pensamiento y no moverse de él, fiarse de las fuentes de siempre, se vive bastante cómodo porque se encuentran respuestas y justificaciones para todo, pero uno es culo de mal asiento, poco disciplinado en materia ideológica, desconfiado de los suyos, amigo de picotear aquí y allá, con lo que únicamente logra aumentar las dudas, la perplejidad y la zozobra. ¿Y si los otros tuvieran razón, o algo de razón?
El veterano José Manuel Ponte, en LNE escribe una columna titulada “Versiones del ‘no a la guerra’”, que finaliza así: De momento, lo que prospera es la versión de que el malo de la película es el presidente de la república rusa, Vladímir Putin. Una versión para niños que antes conocimos con Sadam Hussein, Gadafi o Bin Laden. Reducir toda la maldad posible en un solo individuo es un comportamiento infantil. Dicho eso, “no a la guerra”. FIN.
De la de Matías Valles, titulada “Ucrania es la negación de Europa. Putin olfatea la nulidad europea”, entresaca uno dos párrafos, aun a riesgo de que parezcan fuera de contexto, pero Matías Vallés escribe así, frases lapidarias, a veces sin ningún hilo conductor. Así y todo, ahí van: “La UE se declara estéril frente a una guerra en el vecindario, con la mayoría de la población alemana alineada junto a los rusos según los sondeos (…) Dada la dependencia del gas, petróleo y carbón rusos, cada europeo puede plantearse cuanto frío está dispuesto a sufrir para liberar Ucrania”.
Uno tiene interés en conocer qué hay de verdad en la acusación de genocidio y nazismo de Putin hacia Ucrania. De momento encontró en El País de hoy un artículo que trata del asunto. Se titula “La construcción del casus belli del Kremlin”. Se reproduce el artículo, del que anticipa uno unos puntos. Ucrania no es un modelo de Estado en el que brille la defensa de los derechos humanos, pero baste pensar que a veces España también recibe alguna condena esporádica internacional por este motivo. Se constataron casos de torturas en Ucrania en fechas no muy lejanas, aunque no cabe identificar torturas con genocidio, que son cosas muy diferentes. También se constató la presencia de algún comando nazi en los primeros tiempos de la guerra del Donbás. Por cierto, hoy pasó uno por la plaza de la Escandalera, donde se estaba celebrando una concentración contra la guerra. Estuvo uno atento para comprobar qué más símbolos encontraba que la bandera de Ucrania, y no encontró prácticamente nada. Los concentrados llevaban mascarillas asépticas y solamente detectó uno una mascarilla con los colores del arco iris. Una vez disuelta la manifestación, una chica portaba una bandera con un símbolo desconocido para uno, pero un avispado acompañante de la familia lo identificó de inmediato como el escudo del batallón Azov. Efectivamente, era. Flaquísimo favor hace es escudo en las manifestaciones en favor de Ucrania. https://es.wikipedia.org/wiki/Batall%C3%B3n_Azov
Por el contrario, Jorge Dezcallar, diplomático jubilado, entiende que el mundo occidental pecó de pusilánime. En general, esta es la sensación que abrumadoramente uno observa entre la prensa escrita que lee. Sabe uno que existe una prensa digital más allá de la imprenta, pero uno venera la prensa escrita y desconfía de esas páginas que solo habitan el ciberespacio. De momento.
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