
Ves también a ese antiguo compañero de facultad que se pasó. Era muy buen estudiante. Recuerdas sus apuntes de letra clara. Le perdiste la pista durante algunos años. Tiempo después descubres que vive cerca de tu casa. Sale y entra llevando siempre un palo o algo alargado envuelto aburullado en una bolsa de plástico, de zapatillas, quizá miope a fuerza de romper gafas. Ni va ni puede ir con él ningún confinamiento, ni con esos pobres hombres alojados en esa pensión un poco más allá. A alguno lo veías a todas horas merodeando por los alrededores, o sentado en un banco mientras fuma o pide tabaco...
Ves también a esa pobre mujer, de buena familia según te dijeron, que también se pasó. La conoces de años, de perder cosas que nunca aparecían (porque se pensaba que era basura), en los trenes y en las estaciones, de pasar horas en la biblioteca, siempre cargada, también allí, con bolsas que dejaba a la entrada. ¿Qué llevará en esas bolsas?. La ves a través del cristal, ella mirando a otras ventanas, parando y avanzando, alejándose con sus bártulos. ¿De dónde vendrá? Porque sabes que vive a media hora o más a su paso cansino.
Historia de hombres y mujeres que tienen que llevar angustiados el confinamiento.
Lo tuyo es una cárcel de lujo.
1 comentario:
Muchos libros son leídos, algunos recordados y pocos asimilados y digeridos.
Para tu disfrute en estos días de confinamiento en tu cárcel de lujo:
A través de mi ventana, de Ariana Godoy
Cárcel de Amor.
Cartas desde mi celda.
Cartas Literarias a una Mujer.
Moradas del castillo interior.
Diálogo en el Infierno entre Maquiavelo y Montesquieu.
La persuasión y la retórica.
Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones.
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