2021/11/30

DE FACEBOOK (días 27 y 28)

Tampoco los jueces deben meterse a decidir sobre los problemas mentales de las personas o sobre las personas con problemas mentales. Seguramente los psiquiatras llamarán de otra forma a este fenómeno. Es lo primero que hace cualquier disciplina científica que se precie: dotarse de unos términos que la diferencien del montón de los saberes. Viene esto a cuento de que hace treinta años tuvo lugar el crimen de la Peñona, cuando una mujer arrojó al mar a sus cuatro hijos menores, o al menos, fue condenada por ello. La cronista, en día especialmente señalado, rememora los hechos y, en resumen, arroja una hipótesis: a los niños no los tiró al mar la madre sino el padre, aunque ella nunca lo reconoció así, ni la cronista lo indica con la claridad de uno. Uno cree que es una conclusión miserable porque el padre murió en el año 2014 a manos de otro delincuente y no puede defender su nombre, por villano que fuera. Pero no era eso en lo que uno tenía intención de incidir, sino en el extraño artículo que escribe el psiquiatra Martínez Jambrina. Habla de la enajenación mental transitoria como un concepto puramente jurídico y no psiquiátrico. Es posible que sea así en la ciencia psiquiátrica, pero a buen seguro que un ciudadano común, sin conocimientos jurídicos ni médicos la entiende, y también lo es que el concepto lo habrá asumido en su día un jurista en un texto legal a instancias de la corriente psiquiátrica dominante en el momento de elaborar el código penal de rigor. No sabe uno qué quiere decir el psiquiatra. A veces cuando uno se topa con artículos incomprensibles se pregunta: ¿el columnista cobra por el artículo o paga por publicar?
Murió Charo Piñeiro, la mujer de Jesús Neira, coautores de un Diccionario de los Bables que tuvo su difusión, aunque no es el manual de más aceptación en la actualidad. Uno se acercó a la lengua asturiana a través de aquel libro de la editorial Ayalga escrito por Neira: "El bable. Estructura e historia". Su monografía "El habla de Lena", de 1955, fue editado nuevamente en el año 2005. Es un libro imprescindible para los lenenses, no solo por el aspecto lingüístico, sino por algunos apuntes etnográficos. El colegio publico de la capital del concejo lleva su nombre, pero tiene uno la sospecha de que hoy, con la efervescencia del debate sobre la oficialidad, no sería el más adecuado.
En relación con las inundaciones de los ríos asturianos, señaladamente el río Piloña, afloran ahora las denuncias de quienes advirtieron de la situación hace tiempo citando la necesidad de la limpieza de los cauces. Entiende uno que es responsabilidad de la Confederación Hidrográfica, que hasta el momento no dijo ni mu. A veces tiene oído uno que algún ayuntamiento colabora en la limpieza de los ríos, por lo que no sabe si lo hacen gratis et amore por sus vecinos o porque asume algún tipo de obligación. Incluso indican algunos vecinos indignados que si se les ocurre a ellos limpiar el río por propia iniciativa, se les abrirá raudo expediente sancionador. A uno le gustaría conocer la opinión de los responsables de la limpieza: qué superiores criterios medioambientales (por ejemplo) impiden una limpieza (si es que realmente ese es el problema y no otro); o si es problema de escasez de recursos y alegan que hay un orden de prioridades y que no pueden llegar a todos los sitios, uno lo entendería, pero que se sepa y lo digan (salvo que si lo admiten corran riesgos de alguna responsabilidad penal, claro, en ese caso está bien callar).
El Ayuntamiento de Oviedo, del PP, organizó un acto institucional con motivo del 25N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, al que solamente asistieron los concejales de la coalición gobernante. Parte del argumentario de la oposición para no asistir se basaba en una protesta por el cambio de calles de resultas del baile político judicial a que estamos acostumbrados últimamente. Uno cree que no se pueden meter en el mismo saco la violencia contra las mujeres y el hecho de que en el último baile hayan caído del callejero unas cuantas. Ahora bien, las cartas periodísticas cruzadas anteriormente por miembros de la corporación y miembros de la oposición mezclando la memoria histórica con el feminismo, no ayudan para nada a clarificar el debate, sino a enmarañarlo, con la esperanza de que en el río revuelto algún insulto resulte gracioso al propio ejército de aplaudidores.
Lee uno en El Mundo que Sánchez ata la legislatura con unas cuentas a la medida del nacionalismo. Y en una entradilla se destaca “sospechan que hay concesiones ocultas a independentistas y abertzales”. Los presupuestos generales son un documento muy completo y muy complejo en el que se reflejan numéricamente hasta detalles abrumadores y apabullantes, las partidas de gasto aprobadas. Los señores diputados no deberían lanzar esas sospechas, sino indicar claramente qué partidas son esas en las que hay concesiones ocultas después de haberse tomado un tiempo para estudiar el desglose. Es una lata, sí, pero es su trabajo.
Siguen las declaraciones a favor y en contra del recorte a las facultades (o extralimitaciones, según se mire) de los policías. A uno le gusta tirar de simetría. Al pensar en los manifestantes, puede vislumbrar unos trabajadores de los astilleros, del metal, de la sanidad o unos estudiantes. Pensemos por un momento qué facultades contundentes nos parecería bien que tuviera la policía para contener una manifestación de un grupo ultra de extrema derecha. Pues lo que nos pareciera adecuado para esa ocasión, démoslo de paso para todas las intervenciones policiales.
En La Voz de Galicia Fernando Ónega esboza unas pinceladas sobre la coexistencia de dos idiomas refiriéndose al caso catalán. Aporta originales razones de qué motivos impulsan a la gente a expresarse en un idioma determinado pese a que existen evidentes estímulos para hacerlo en otro.
La viñeta de El Correo sobre las cibercompras, muy original y acertada, con un punto de exageración, para que saque una sonrisa.

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Contemos cosas de la pandemia. Uno se entretiene algunos días contando la gente que va con y sin mascarilla, o por la calle o por zonas más o menos deportivas. Es un conteo parcial, puntual, nada científico, pero en el caso de la calle nunca baja de una muestra de trescientas personas, y en el caso de la pista finlandesa, de cien. Esta semana llovió, hizo frío, y un ligero constipado aconsejó dejar el conteo para otra semana. Quim Monzó también cuenta con su peculiar desparpajo, en La Vanguardia, su experiencia con el pasaporte Covid.
El sagaz Pedro de Silva observa el movimiento de los satélites Isabel Díaz Ayuso y Cayetana Álvarez de Toledo alrededor de Casado.

Ya echaba uno en falta los viejos editoriales descriptivos de El País, esos que ahorran leer largos artículos llenos de paja. Los editoriales expresan la opinión del periódico, en ese sentido incluyen la valoración que le merece un hecho de la actualidad, pero intentando justificar su opinión, suelen ser una pieza que resume con rigor y concisión un problema o un caso sobre el que transmiten su parecer. Últimamente los editoriales tendían más a la valoración que a la descripción. El de hoy, dedicado a Cádiz, se mueve en la ortodoxia descriptiva.
Miró y remiró uno la viñeta de Flavita Banana, las palabras que emiten las figuras, hacia dónde y hacia quién encaminan las miradas. Pensó uno en la frase "querer es poder", su significado, su borrosa paternidad, y pensó si también era posible invertir el orden, es decir, "poder es querer", y pensó uno en la im-potencia, es decir, en no poder aunque se quiera, y si la pareja de mujeres, no habrá dicho al espectador, que volvió la cara como la mujer de Lot, petrificado/salificado con su retoño/a "¿qué miras? ¿tengo monos en la cara?", frase ofensiva que, por cierto, se oía mucho antes. O quizá ahora también, pero anda uno alejado de círculos tan lenguaraces. La viñeta da para meditaciones más largas de las aquí apuntadas.
Una buena noticia, aunque menor, es el anunciado nuevo centro social en Lugo de Llanera. Solo desear que las obras avancen sin contratiempos, que se hagan las cosas como es debido, que se sigan los trámites por el libro y que sea motivo de concordia. Uno se sorprende seráfico a veces.
Como era de esperar, la Confederación Hidrográfica preparó su dossier de inversiones y actuaciones ejecutadas con el debido desglose para justificar que no tienen la culpa de las riadas. No hay manera de encontrar una faceta de la realidad en la que la competente sea una única administración, siempre hay algo compartido para disculpar que no se avance en las actuaciones, en este caso, es el dato de que la limpieza de los ríos a la altura de los suelos considerados urbanos, es competencia de los propios ayuntamientos. Buena ocasión para recordar a Jorge Manrique:
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir:
allí van los señoríos,
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos;
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.
Los alcaldes de las playas depositarias de troncos y basuras reclaman ayuda principadesca para limpiar esa porquería que les llega de otros concejos. Allá van los señoríos derechos a se acabar y consumir. Sin solución estandarizada para las riadas. Se seguirá resolviendo caso por caso, riada a riada, entrevista a entrevista, pacto a pacto.
A la Consejera de Cultura le reprocharán, con razón durante todo su mandato y quizá durante toda su vida, haber delegado su voto (el su votu) en la reunión del patronato de la Fundación Selgas donde se decidió la venta de un Goya y un Greco. Seguramente son muchos los organismos en los que los consejeros son miembros natos, muchas las reuniones a las que son convocados, y, por lo tanto, muchas en las que delegan el voto. Las más de las veces se adoptarán acuerdos rutinarios, pero alguno hay de enjundia. Visto desde hoy, no parecía tan imprescindible que la consejera hubiera asistido a una reunión más del Consejo de Gobierno convocada para tratar asuntos de la pandemia, cuando el departamento de Cultura no es de los que más materia viral tenían. Se está poniendo el foco en la Consejera, pero quién sabe si los usos del presidente son los de no permitir ausencias de su equipo.
Lee uno en La Vanguardia que el arzobispo de Paris, de setenta años, presentó su dimisión después de admitir un comportamiento ambiguo con una mujer hace ocho años. El arzobispo cometió un fallo al admitir algo en un correo enviado por error a otro destinatario. Es curioso que un hecho de dudosa trascendencia jurídica en la vida civil, lo tenga en este caso. Un tercero desveló indebidamente un secreto. Es posible que un tribunal considerara improcedente esa prueba por vulneración del derecho a la intimidad o revelación de secretos, pero la moral y la justicia no se regulan por los mismos principios.
Preocupante al aumento de las violaciones grupales que se están registrando a raíz del caso de La Manada, que pudo suponer un efecto llamada. No sabe uno qué pedagogía es posible entre gente que respeta tan poco la libertad sexual de las mujeres.








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