Por una cuestión de costumbre, coloca uno en primer lugar el sondeo semanal casero del uso de mascarillas, que no es la cuestión principal ni por importancia ni por interés. De paso comenta uno alguna noticia relacionada con el virus, por ejemplo la noticia leída en La Voz de Asturias de que los no vacunados que se contagien de covid en Singapur tendrán que pagar sus propios gastos médicos. A uno le parece bien porque es muy bonito no querer asumir los riesgos de las consecuencias negativas de la vacuna y, sin embargo, disfrutar de la tranquilidad que proporciona la inmunidad de grupo conseguida con la vacuna de los otros. https://www.lavozdeasturias.es/.../0003163645201433362331...
Lo que le extraña a uno son los buenos números que disfrutamos, gracias al efecto de la vacuna, si es cierto que la duración del escudo es tan escueta como señalan algunos estudios. De ser ciertos los datos de la revista Science, el promedio de eficacia de las vacunas de Pfizer, Moderna y Jansen pasó del 87% al 48 % al cabo del octavo mes de la inyección. Concretamente la eficacia de la Janssen ronda el13% al octavo mes, es decir, muy poca cosa. El estudio se realizó en Estados Unidos, pero entiende uno que su validez es universal.
Precisamente la Europa más rezagada en las vacunas se sume en una nueva ola. Ve uno el mapa actualizado de la pandemia en Europa y es para estar satisfechos, pero no para lanzar las campanas al vuelo porque ya se vio cómo son las oliñas que vienen e van.
En realidad la noticia que uno debería poner en primer lugar es una noticia menor, que aparece en la edición de Las Cuencas de LNE: la exministra Matilde Fernández ofreció una charla en Moreda sobre la soledad no deseada, como podría haber departido sobre cualquier otra cuestión social de cualquiera de las ONG con las que colabora. Como uno admira y quiere a Matilde Fernández y está eternamente agradecida a ella y a su familia, que -aunque lejana- es la materna de uno, valora su fe inquebrantable en la solidaridad y en el progreso humanístico y humano.
Por las connotaciones religiosas, no será del todo del agrado de Matilde la columna de Jorge Bustos en El Mundo, que glosa un detalle que uno desconocía, porque procura no leer las noticias susceptibles de ser portada en El Caso: la niña trágicamente atropellada a las puertas de su colegio. Póngase o quítese el barniz religioso, el abrazo de María es emocionante y grandioso.
Albiol fue legítimamente desalojo de la alcaldía de Badalona por una moción de censura de toda la oposición. El Mundo lo describe así: "Triunfa la moción de censura del PSC y el separatismo". Podían haber hecho hincapié en los papeles de Pandora y no en el separatismo, pero allá ellos. Albiol, educadamente, tendió la mano al alcalde entrante, pese a que tuvo que tragarse un buen puñado de sapos durante los discursos de rigor.
Encomiable la actitud de la cúpula eclesial francesa de hacerse cargo de las indemnizaciones por los abusos sexuales, aunque hubieran prescrito los delitos y no fueran reclamable ya ninguna cantidad en la justicia civil. Están dispuestos, dicen, incluso a vender o hipotecar bienes para satisfacer la deuda contraída.
Dos municipios extremeños están dando los pasos para unirse y va todo bien encaminado hasta ahora. Lo que le llama a uno la atención es que no estamos ante un matrimonio por amor (porque quieran mucho a sus vecinos) sino por conveniencia, porque de esta forma pueden beneficiarse de los fondos públicos que reciben los grandes municipios. Cree uno que donde hay que poner el acento y fomentar es la unión de los municipios de población irrisoria económicamente inmantenibles, y no fomentar macromunicipios.
Le chirría a uno los oídos que se entienda y defienda que los independentistas catalanes no son reos del delito de rebelión ni, ya puestos, de sedición, y sin embargo, encaje dentro de este delito el comportamiento de estos inmigrantes que forzaron el aterrizaje de un avión -que es poco más que una atrevida gamberrada-.
Tiene razón también la abogada Raquel Santos, a quien llama la atención que la sentencia de la plusvalía premie a los que recurrieron frente a los que pagaron. Lo lee uno en El Comercio. Es así. Lo malo que uno lo entiende y hasta lo justifica. Y ella seguramente también porque de recurrir vive.
Si al portavoz de la oposición municipal le preguntan qué haría si llegara al poder y señala que "modernizar ... (póngase el nombre del municipio)", ¿Qué conclusión sacamos? Uno queda como estaba. Pues eso dijo a El Comercio María Niño, la portavoz del PP en Llanera. También tuvo palabras sensatas, como que teniendo en cuenta que luchar contra la pandemia era lo primordial del último año y más, no se dedicaron a la crítica por la crítica. No obstante, en general la crítica municipal es muy cansina porque o los actuales no hicieron nada pese a que los anteriores (ellos) lo dejaron todo casi ultimado, o el gobierno central y el autonómico son muy malos al no atender las peticiones municipales... En fin, contempla estas cosas uno con una saludable distancia sin creer ni a unos ni a otros pero queriendo creer en las buenas intenciones de todos.
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Gonzalo García-Conde, uno de los columnistas-costumbristas habituales de LNE dedica su artículo a Federico García Lorca y a su fallida calle ovetense. Reniega, con razón, Gonzalo -con otras palabras- de que Lorca se utilice como arma arrojadiza en la polémica del nombre de las calles. Le gustaría al autor que el escritor Lorca fuera actualidad por leer el publico su obra literaria o por acudir a la representación teatral de sus dramas y tragedias, pero no nos caerá esa breva. Bueno, a uno sí. Uno va en este momento por la página 815 del tomo III de las Obras Completas del granadino, las que escribió en prosa. Algún día, cuando termine su lectura, hará uno la reseña del libro, que merece absolutamente la pena, se lee con ansia, da una imagen novedosa de Lorca, descubre su faceta familiar, su círculo de amigos, sus preocupaciones materiales, las estrecheces vividas en la Residencia de Estudiantes, sus artimañas para ocupar una plaza, su círculo inmenso de personas ilustres pese a que contaba con poco más de veinte años, la brillantez de sus conferencias, la chispa de su variadísima correspondencia con la familia, con los amigos, con críticos literarios, con otros escritores y artistas.
Es posible que haya hablado aquí alguna vez de Mariano Abad, Catedrático de Derecho Financiero y Tributario, a quien el Colegio de Abogados de Gijón está a punto de distinguir por sus cincuenta años como miembro del Colegio, aunque no fue esta la faceta por la que alcanzó renombre. En la entrevista de LNE destila su cáustico sentido del humor, un poco inglés. Una entrevista leída no hace justicia al catedrático. Para captarlo en todos sus matices hay que escuchar su voz y estar muy atento, porque con esa entonación tan típica en él que va perdiendo fuelle según avanza la frase, no siempre se le entiende a la primera. Y no hay segunda oportunidad. Mariano Abad le caía a uno bien, entre otros motivos porque era habitual verlo desplazarse en tren para acudir a sus clases en la Facultad de Derecho. Las clases de Mariano Abad eran todo menos entretenidas, la materia es árida, los conceptos, difíciles de captar por jóvenes tan alejados de las obligaciones fiscales. Uno tenía cierta habilidad para tomar tomar apuntes con rapidez y perder pocas palabras del hilo. Uno copiaba y copiaba entendiendo muy poca cosa de lo que el profesor susurraba. Sin embargo ¡milagro! aquellos apuntes incomprensibles, cuando uno los pasaba a limpio ganaban en claridad, en concisión, y aquellos conceptos que uno encontraba sin sentido, llegaban a una coherencia máxima. Los apuntes de uno (de Don Mariano, mejor) alcanzaron cierta cotización en el mercado secundario.
Está ultimado prácticamente el plan de restauración del Elogio del Horizonte de Gijón, dañado por pintadas nada preocupantes por lo poco incisivas, pero sí por el salitre y la contaminación. Dentro de veinte años los expertos de entonces dirán que la actuación que se acometió en la tercera década del siglo XXI dejó mucho que desear y que en ese momento, allá por el 2050, verán qué pueden hacer. A uno le ofenden tanto ese tipo de críticas tan fáciles hacia el pasado, que casi prefiere que no se haga nada y que la obra se caiga cuando se tenga que caer (previamente que se coloquen vallas de protección para evitar daños personales). Así culminará adecuadamente una obra que tanta risión ocasionó en sus comienzos, tanta como ahora respeto y veneración.
Siempre consideró uno a Hugo Morán un mago de la palabra, un aventajado alumno en el uso del tinés. Con esto del lobo tiene buena ocasión de mostrar sus habilidades, como declarar que si la situación de riesgo no puede ser reconducida, se admiten los controles letales. Al hablar de ayudas, esta perla: “No podemos permitirnos el lujo de privar al colectivo ganadero de acceder a estas ayudas”. ¿No se podía decir más breve y más claro con otros términos?
Quedó en el tintero hace unos días una noticia leída en El Comercio según la cual La Policía cruzará en un solo clic sus bases de datos más sensibles al desarrollar un metabuscador que rastrea de forma simultánea en sus archivos. A temblar, pero ¿quiénes? De momento vayamos pensando en las bases y los datos que se combinan: Sindepol (fichero policial con datos personales de cualquier ciudadano aunque no tenga antecedentes ni haya sido investigado), Dilises (libros de registro y custodia de detenidos, de menores detenidos, de actuaciones con menores e incapaces en situación de riesgo y libro de registro de diligencias de identificación), Hipest (hechos de interés estadístico); Argos (control de fronteras, hospederías, billetes de viaje); Personas (reseñas y señalamientos de individuos fichados); Partes (intervenciones judiciales con la respectiva identificación de ciudadanos), Cimmac 091 (llamadas al 091); Objeto (vehículos y objetos de interés policial); Bincipol (inteligencia científica para la trazabilidad de las muestras recogidas). El megafichero se llama Orión y, de momento, no pasó el filtro de la Agencia de Protección de Datos. La duda es si uno daría el visto bueno a que todo eso esté en poder de la policía, al final de alguien próximo. A uno le parece una exageración, salvo que sirva para detener al autor real de un delito contra nuestra persona o nuestros intereses.
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