Hoy, excepcionalmente, cayó en las manos de uno un ejemplar de Compra Maestra, revista de la OCU. Son interesantes los análisis de diversos servicios y productos de la revista, pero uno no los tiene siempre a mano a la hora de proveerse de un bien y hay que decidirse sin conocer todas las cartas. En este caso -noviembre obliga- analizaban distintos servicios funerarios. En la introducción al cuadro la revista señala que pidieron presupuesto por escrito para un entierro digno pero sin lujos, como los que se estilan en las ciudades.
También la revista incluye un cuadro comparativo de diferentes productos ecológicos. En este caso, uno no reproduce la lista de productos, muy prolija, sino la explicación de por qué son más caros. Parece convincente pero así y todo uno confía en que sean los otros los que se decidan por esos productos y los compren masivamente con la esperanza de que se acaben abaratando.
El ex muchas cosas Ángel Aznárez publica en La Voz de Asturias la primera parte de un artículo en el que explica, intentando ser claro sin perder rigor jurídico, algunos pormenores del caso de Dolores Vázquez, que vuelve a la actualidad. A Aznárez le bullen tantas ideas en la cabeza que no le basta con colaborar en un periódico regional. Colabora con dos: La Voz de Asturias y La Nueva España. Es un caso excepcional porque en la práctica funciona una especie de exclusiva. Con quien no colabora es con El Comercio, y tiene sus fundados motivos. El propio interesado aclaró a uno que no hay incompatibilidad ya que los artículos son bien diferentes: en La Voz habla de derecho, y a veces de religión, mientras que en LNE plasma vivencias personales, donde no suele faltar algo de costumbrismo ferroviario. En el último recordaba a Domingo, que atendía al quiosco de prensa de la estación antes de Toribio.
A lo mejor es costumbrismo la siguiente anécdota, que es posible que ya la haya contado uno aquí, y es que en época pandémica intentó uno una visita médica para retirar los periódicos tapones de cera que se acumulan en los oídos, como viene haciendo desde hace unos años sin objeción sanitaria. En la última ocasión -telefónica-, hace unos meses, la médica adujo que no hacía falta eliminar la cera porque era un elemento protector. Uno quedó pasmado, mudo y aquietado al dictamen médico. Hoy En El Mundo lee uno un artículo que da la razón a la médica. Mis disculpas, doctora, por haber pensado hasta hace unas horas que se quería quitar el muerto o el sordo de encima aprovechando la pandemia.
Por si alguien tiene curiosidad, el artículo de ayer de El País sobre el problema de los guías oficiosos de las iglesias desparramados a lo largo de Castilla llevaba este titular: "Abiertos a la subvención, cerrados a las visitas. La oposición de la Iglesia a los sistemas digitales de apertura de las puertas impide el acceso a decenas de templos románicos en Castilla y León".
De El Mundo destaca uno una fotografía. Pese a todo, padre e hijo sonrieron en el momento del disparo fotográfico.
Oviedo sigue dando vueltas a los cambios de calles. De estas cosas siempre se dice que ahora el cambio es definitivo, pero a saber. No le gustan a uno demasiado muchos de los cambios propuestos. Por una parte, es muy reacio a aplaudir que personas vivas se asienten en el callejero, no así en el caso de La Cocina Económica, o el del filólogo lenense Jesús Neira o el de Federico Romero, libretista de zarzuela, del que uno no tiene opinión (en realidad lo que no tiene es conocimiento). Se proponen cuatro personas vivas: el empresario Francisco Rodríguez, el científico Otín, el oftalmólogo Fernández-Vega y el empresario asturmejicano Carlos Casanueva. Francisco Rodríguez es un empresario lechero de éxito, benefactor cultural y hombre omnipresente en los medios, pero ¿quién sabe si con el tiempo se le asocia a algún asunto que haga arrepentirse de la propuesta? Lo mismo cabe decir del asturmejicano y de Fernández-Vega. El científico Otín goza del reconocimiento unánime de los medios asturianos, pero por otros lares le aplauden menos. Uno no se aventuraría a incluirlo en el callejero.
En el suplemento dominical de LNE lee uno que vuelve el sistema de devolver el casco vacío cuando vas a la tienda y compras el envase lleno. Se refiere a Alemania y a otros países europeos. Eso lo vio uno últimamente en la cadena El Economato, que sucedió a los economatos de Hunosa. Sin embargo, el experimento duró muy poco. Se trataba de la sidra sin alcohol La Nozala, que uno llevó en alguna ocasión, pagando la botella y cuarenta céntimos del envase, que devolvían cuando se entregara el vidrio vacío. En las estanterías dejó de aparecer sidra La Nozala sin alcohol y el experimento se acabó. Aunque un purista ponga el grito en el cielo por la sidra sin alcohol, uno cree que sería una buena alternativa para no privarse de coger el coche si se tomaron unas cuantas botellas llegado el caso.
Se quejan los constructores de Oviedo de que la Dirección General Patrimonio del Principado pone demasiadas cortapisas para la rehabilitación de los inmuebles. Habría que ver qué se protege y por qué se protege y buscar un equilibrio que lamentablemente tendría que ser caso por caso porque es muy difícil pontificar abstractamente sin que acto seguido haya que acudir a las excepciones. En general los alcaldes no ven sebe, por ellos se tiraría siempre p’alante. Fue curioso repasar fotos antiguas de León y dar con un escrito que impidió instalar al final del franquismo un monumento a los caídos en la Plaza del Grano. Hay que agradecer a los burócratas de Madrid que se hayan plantado, ¡pese a que era un monumento a los caídos!
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