Lleva El País varios días insertando una página de autopublicidad. Un lector devoto de El País entenderá que esas palabras retratan perfectamente al periódico. Uno es lector diario de El País, pero no devoto (se admite que muchos piensen y expongan lo contrario) y cree que esos mismos lemas, esos mismos latiguillos pueden ser suscritos por la mayor parte de los periódicos y la mayor parte de sus respectivos lectores. Uno cree que últimamente (desde que lo dirige Pepa Bueno, la intocable para muchos) El País ganó en visceralidad y sus editoriales perdieron el equilibrio de años atrás, se acercan a lo panfletario y se alejan hasta de la buena escritura. De momento, uno se sigue declarando paisista como mal menor.
Precisamente El País publica un reportaje sobre unas fosas comunes, del que se copian aquí las letras grandes: "Hallada la fosa de 150 civiles asesinados en Belchite a los dos días de estallar la Guerra. La Falange fusiló en la localidad a 400 personas, en grupos de 20, como reconoció un detenido por los republicanos en 1937. Los crímenes de produjeron en el cementerio en apenas dos horas. Franco ordenó no reconstruir el pueblo y levantar otro adyacente". Uno renuncia a leer la letra pequeña porque le horroriza. Este sábado pasado participó uno en una caminata sobre parecidos terrenos por los que transcurrió la revuelta del 34 en Lena, en particular entre Campomanes y La Pola. Se entregó a los caminantes un folleto, donde poder documentarse con más tranquilidad acerca de aquellos sucesos. El teniente de la Guardia Civil que defendió el puesto de Campomanes era Fernando Halcón Lucas, del que nunca había oído hablar. Al llegar a casa buscó su nombre en internet por si hubiera sido relevante. Buscó ese nombre, leyó lo que leyó y no quiso seguir buscando más nombres. Uno se acerca a los relatos históricos con enorme desconfianza. Debería ser con los ojos enrojecidos si los años treinta del siglo pasado no fueran tan lejanos.
¿Mutatis mutandis refleja algo la polarización actual el diálogo teatral de Maxi Rodríguez?
Uno sigue los artículos sobre Oviedo de Carlos Fernández Llaneza, con el que suele estar de acuerdo, incluso con el que cuelga aquí en líneas generales, pero uno quiere matizar/preguntar: ¿si no se derriba la parte de acueducto de Los Pilares por donde se levantó hasta hoy la estación ferroviaria de ancho ibérico de Oviedo, dónde se había levantado la estación, con la gran cantidad de vías e instalaciones auxiliares que conlleva?
La anterior es una pregunta retórica, claro, que lleva implícita o la respuesta o la tendencia de respuesta. Se pregunta uno por otras preguntas retóricas, como la que da para un titular de la Presidenta del Consejo Escolar del Estado: "Deberíamos preguntarnos si son necesarias tantas asignaturas". No leyó uno toda la entrevista, solamente el titular, pero buscó en qué parte del texto se desarrollaba la respuesta, por si iba en la línea del titular o lo desvirtuaba. No lo desvirtúa, pero esas preguntas retóricas le ponen a uno en un brete porque no sabe si la intención real del entrevistado es la de denunciar el excesivo número de asignaturas o la de preguntar en voz alta sin prejuzgar la respuesta. Uno sigue el mismo juego: a veces la pregunta retórica con respuesta implícita, a veces la pregunta-pregunta.
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