Es conocido el siguiente diálogo, que si nunca existió bien podría haber existido, cuando ante un comprotamiento reprensible de algún niño, el no padre o la no madre proclaman con énfasis notorio:
- Si fuera hijo mío, le daba...
A lo que el padre o madre presentes responden:
- Si fuera hijo tuyo también le daba yo.
No se sabe cómo reaccionaría uno ante determinadas hechos, pero no te ves metiendo en la caja de una persiana diechiocho mil euros por temor a un corralito y si con el sube y baja de las persianas, los billetes de quinientos euros acaban volando de golpe o poco a poco para alegrar la vida a los viandantes, denunciarlo en la policía. Después de la pérdida, al menos se pueden evitar el ridículo y la vergüenza.
http://www.lne.es/oviedo/2013/07/17/billetes-caen-cielo-pumarin/1442905.html
Tampoco te ves pleiteando contra la residencia pública de ancianos o las instituciones tutelantes si se diera el caso de que habiendo metido allí a los tuyos y recibiendo de ellos la herencia, te reclamaran las deudas que los finados hayan dejado.
http://www.lne.es/aviles/2013/07/17/dependientes-dejan-deudas/1442943.html
Aquí, más que la pérdida sí son evitables el ridículo y la vergüenza. O la miseria disfrazada de necesidad o defectos de forma.
2013/07/18
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