Lees que la Hermandad de Defensores de Oviedo conmemora el 18 de julio en la plaza de España y que su presidente, Fermín Alonso Sádaba asegura: “Me da pena que no se sepa la historia tal como fue”.
¿Pero cómo fue la historia? Te parece que como ganador de la guerra Fermín y los suyos bastante tiempo tuviero de reescribir la historia y contarla a su modo. Sin ir más allá, una de las imágenes emblemáticas de guerra, y su antecedente, la revolución del 34, es la destrucción de la torre de la catedral de Oviedo bombardeada por los rojos. Sin haberte detenido nunca en estudiar detalles, diste por supuesto desde siempre que había sido un ataque a la catedral como símbolo religioso máximo.
Sin embargo, en esos suplemEntos y recortes de prensa que dejas para el verano te encuentras con un artículo de Ernesto Conde, un nada izquierdista investigador de la historia local, publicado en LNE el 16 de marzo y que lleva por título La catedral,una posición estratégica, donde puedes leer:
Desde las primeras horas de la Revolución de Octubre de 1934 ni los defensores ni los atacantes de Oviedo consideraron la catedral como objetivo importante. Pero pasadas las primeras horas, al atardecer el día 6, cuando los asaltantes ya habían ocupado la mayor parte de la ciudad vieja y se acercaban para atacar el puesto del mando militar de la calle de Schulz, el comandante Caballero ordenó ocupar las naves de la Catedral y establecer una línea defensiva en sus propias naves.
Y más adelante:
Lo malo para para la Catedral fue que los guardias que ocuparon la torre, además de vigilar los movimientos de los revolucionarios con sus prismáticos, decidieron colocar una ametralladora, con la que con mortífera puntería ocasionarían un elevado número de bajas entre los atribulados revolucionarios, que, desconcertados, no sabían desde dónde les venían los tiros. Cuando la localizaron, se estableció como objetivo revolucionario abatirla a disparos de cañón.
La historia que uno creyó y la historia que fue.
2013/07/20
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