LECTURA DE LA PRENSA. VERDAD, MORAL, BELLEZA.
¿Qué idea tiene cada uno del número de mujeres asesinadas por violencia machista en el año 2021? ¿Fueron más que en años precedentes o fueron menos? Cada uno tendrá sus percepciones, pero al final las cifras son las que son, siempre que se traten con criterios homogéneos. ¿Si un periódico titula de esta forma: “2021 cierra con la cifra más baja de mujeres asesinadas por violencia machista” está minimizando el problema? Hay quien cree que en esta materia no cabe un periodismo descriptivo, sino que ha de ser un periodismo necesariamente militante. La cultura de la cancelación es tan drástica que le coarta a uno la posibilidad de expresar que ese número merece una valoración. Esa fue la única noticia que uno destacó en uno de los pocos periódicos que se saltó la tradición del coger un permiso el 31 de diciembre y no distribuirlo el primer día del año.
En compensación leyó uno alguno de los suplementos dominicales, esos de temática normalmente intemporal que generalmente no caducan, por lo que uno los va dejando para mejor ocasión, esta, por ejemplo. Así, lee uno un artículo de un escritor pendenciero-verbal, amigo de exabruptos, pero que no por eso deja de prestarle atención por si pese a su natural exagerado, tiene razón alguna vez. Cuenta este autor, por ejemplo, por qué los periódicos españoles dedican un espacio excesivo a la actualidad política, o por mejor decir, a las cuitas de los políticos. Previamente uno tendría que ojear algún periódico extranjero para valorar si es cierta esa percepción. A veces le llega a uno algún periódico foráneo y aunque se maneje muy intuitivamente en los idiomas, es posible saber si se habla de política o de waterpolo. A ver si se acuerda uno. El autor da esta explicación, en su lenguaje tabernario: “Este disparatado lugar que habitamos son 17 Españas que exigen, no sin razón, un trato semejante. Todos deben ser mencionados para que nadie se sienta al margen; de modo que lo que en ningún país normal abriría un telediario, aquí sí lo hace. Un bostezo de la alcaldesa de Barcelona, una sombra de ojos de la presidenta de Madrid, el escupir un hueso de aceituna de un político, un concejal trásfuga, llenan informativos con escaletas de telediario que aburren a las ovejas: políticos, Covid, ayudas europeas, volcán y vuelta a empezar. Con los personajes de cada taifa reclamando espacio y los periodistas concediéndoselo para que nadie se sienta marginado, por Dios. Para que todos queden contentos”. Cepillando el tono, podría ser cierto. Pendiente de verificar cuando caiga en la pantalla de uno algo de prensa foránea.
Otro autor al que uno presta atención, pese a no estar de acuerdo en algunas de sus opiniones (y, peor, en alguno de sus comportamientos públicos) es José Luis García Martín, que escribe semanalmente en El Comercio y, como tiene a bien reproducir sus artículos en su blog, libera a uno de andar a la caza y captura de sus artículos en el diario gijonés. Blog Café Arcadia. Entrada del 25 de diciembre. Uno no está de acuerdo con sus postulados en materia de vacunas, pero no por eso deja de reconocer que tiene razón en cuanto a la burocrática y rutinaria argumentación de las normas sanitarias autonómicas, que JLGM viene comentando/denostando los días anteriores al 25 http://cafearcadia.blogspot.com/
Con su brillantez habitual, Juan José Millás, comenta una fotografía de la guerra civil española, de la que se queda uno con una frase: “No estamos seguros de que esa plasticidad sea moralmente elogiable”. Los asuntos de la guerra tardarán años en verse con la asepsia que en teoría tendría que dar objetivamente el tiempo trascurrido. Muchos de los monumentos que admiramos fueron construidos con esclavos. Otros, sin llegar a tanto, se levantaron con desprecio absoluto de derechos que hoy consideramos irrenunciables. La belleza y el arte siguen caminos independientes de la moral y cuanto más lejanas son las obras de arte, menos reparos morales se le ponen, cuando en el realidad los reparos deberían ser imprescriptibles. Uno encontró en la correspondencia de García Lorca esta carta comentando lo que él mismo vio en Nueva York en el año 1929 al contemplar el cadáver de un banquero que se había arrojado desde un rascacielos: “Era un hombre de cabello rojo, muy alto. Sólo recuerdo las dos manazas que tenía como enharinadas sobre su suelo gris de cemento. Este espectáculo me dio una visión nueva de esta civilización, y lo encontré muy natural. No quiero decir que me gustara, pero sí que lo observé con gran sangre fría y que me alegré mucho de haberlo presenciado. Desde luego era una cosa tan emocionante como puede ser un naufragio, y con una ausencia total de cristianismo”.
Trae hoy uno aquí dos viñetas, una del ABC extrañamente neutra políticamente, y otra de El País Semanal que alguien querrá ver con gran carga de profundidad, esa que se asocia maquinalmente a la lectura. La lectura puede ayudar a sacar a uno de la ignorancia, pero una vez sacado, no por mucho leer le decanta más hacia la izquierda, que es lo que irreflexivamente se difunde en tuits y simpáticas viñetas. Independientemente, la lectura es una placer de los más baratos y uno está de acuerdo con la viñeta que se cuelga aquí.
Hablando de leer, Javier Cercas, en El País Semanal, destaca la figura de Robert Luis Stevenson, “uno de esos escritores supuestamente menores que siguen vivitos y coleando cuando muchos escritores supuestamente mayores ya están muertos. Sus novelas y relatos continúan leyéndose (acompaño en el sentimiento a quien no haya leído La isla del tesoro, Dr. Jekyll y Mr. Hyde o el Señor de Ballantrae: mejor dicho, le felicito, porque todavía puede experimentar el deslumbramiento de la primeva vez) sus poemas siguen recitándose y sus ensayos citándose". En este punto hay que pararse a hacer un homenaje al padre de uno, que tenía muy pocos libros en casa, comprados con gran sacrificio y seguramente no en ninguna librería sino a algún vendedor de confianza, probablemente algún compañero ferroviario que completaba su sueldo con este tipo de actividades. El libro del Dr. Jekyll y Mr. Hyde es uno de los que estaban en aquella mínima biblioteca que no ocuparía más de una mesita de noche. En algún verano se aficionó uno a la lectura con ese y otros libros por el estilo. No obstante, la adquisición libresca paterna de más utilidad fue, más adelante, un diccionario enciclopédico EDAF de nueve tomos que mucho consultó uno durante muchos años. Pese a estar impreso antes de la muerte de Franco, su enfoque no se correspondían con lo que uno espera de una obra de esa época. Un verano (faltarían décadas para que oyera hablar de los ordenadores) tuvo uno la santa paciencia de anotar todos los cuadros de pintores que con diferentes pretextos salían a los largo de las páginas, para ver quién ganaba. Ganó Velázquez según notas que conserva uno en la última página del último tomo.
***
LECTURA DE LA PRENSA. QUE VEINTE AÑOS NO ES NADA.
Algunos lectores expresan en algunos periódicos sus deseos o intenciones para este año recién iniciado. ¿Qué respondería uno si le hubieran preguntado? Ninguna intención, ningún deseo más allá de la salud para uno y para el círculo de los que uno quiere y estima, pero será lo que tenga que ser. Si acaso, uno podría dedicarse algo más a la genealogía, pero no sabe qué actividades dejar de lado para hacer un hueco. Cuelga uno un chiste de una página amiga de Facebook, que puede dar una pista de lo prescindible.
Sin querer, habla uno del tiempo, no del meteorológico, que es el más socorrido, sino del tiempo que huye, el tempus fugit. Llevamos veinte años con el euro en nuestros bolsillos, algún tiempo más en nuestras mentes. Parecen lejanas aquellas fechas en las que teníamos siempre a mano una tarjeta plástica o una calculadora que facilitaba las conversiones y ayudaba a hacer los cálculos. Meses y hasta años antes del salto, muchos establecimientos empezaron a poner los precios en euros y en pesetas. Lamentablemente el padre de uno no llegó a conocer el euro implantado, pero se hacía un poco de lío con los cálculos. Compraba todos los días el periódico, que costaba cien pesetas de aquella. Como un euro equivalía y equivale a 166 pesetas, él decía: “Pero entonces me tienen que devolver”. Uno nunca fue capaz de explicarle aquella equivalencia, que era todavía virtual. Fueron pasando los años y durante bastante tiempo, muchos tickets seguían figurando la equivalencia en pesetas hasta que desaparecieron los últimos vestigios. ¿Cuándo? Uno no sabría decirlo. Hoy tiene uno las pesetas totalmente olvidadas y eso que solo pasaron veinte años. En la época de las pesetas, hasta su extinción, para pequeñas cantidades se hablaba coloquialmente de que algo costara dos reales. De hecho, existía una moneda de cincuenta céntimos de peseta, a la que todo el mundo se refería como dos reales. El real siguió viviendo años y años en el lenguaje durante el reinado de la peseta. Sin embargo, visto con perspectiva, la peseta se fue extinguiendo y tuvo una desaparición mucho más rápida. Es posible que alguna persona muy mayor siga pensando en pesetas, pero tiene que se alguien que lleve años retirado del mundo.
Un periódico recuerda que no hace veinte años, sino uno, vivimos la polémica de los allegados, ese ente cordial con el que estábamos autorizados a pasar la Nochevieja. Si conseguimos acordarnos, servirá únicamente para esbozar una sonrisa. También vivimos el confinamiento, las salidas por franjas horarias, los geles, las burbujas, los tests de antígenos, las PCR, los aislamientos, y lo que te rondaré, morena. Realmente está uno cansado de que el tema de conversación con la familia, con amigos y con los pocos conocidos con los que uno se atreve a hablar, sea desde hace tanto el mismo. Cansado y cansino, pero uno cae en la cuenta de que raro es el día en el que no se refiere aquí al dichoso virus.
Quedó desierto hace unos meses el concurso para acometer la ampliación del hospital gijonés de Cabueñes. El precio de salida entonces era de 44 millones de pesetas. Se anuncia ahora una nueva oferta: 88 millones. El empresariado regional de la construcción criticó la racanería del precio antiguo y justificó que quedara desierto. El propio presidente del Principado asumió que aquel precio había sido un despropósito. Habrá que estar atento a las justificaciones de este nuevo precio, que seguramente alejará del concurso a los empresarios regionales, ya que ninguna empresa asturiana parece tener la capacidad económica y técnica necesaria para participar.
Berlusconi, a sus 85 años, aspira a la presidencia de la república italiana. ¿Qué se puede opinar? Para plantearla en sus justos términos habría que formular dos preguntas, pero no a los mismos sujetos. Pregunta 1: ¿Qué opina de que Silvio Berlusconi, de 85 años, aspire a la presidencia de la república italiana? 2: ¿Qué opina de que un señor de 85 aspire a la presidencia de una república europea? Al pensar en la respuesta uno, está pensando en la respuesta dos, pero es imposible olvidar quien es el concreto señor de 85 años.
Lee uno una estadística de las mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas durante el año 2021 y resulta que cinco de ellas tenían protección, aunque ninguna cuyo agresor portara la pulsera telemática. No obstante, el trabajo policial y de prevención es descomunal, pensando en algunos datos. Durante los últimos años se vienen presentando una media de 150.000 denuncias anuales, que no corresponderán a 150.000 denunciados porque en bastantes casos serán denunciados reincidentes. El 80 por ciento de las víctimas no presentaron denuncia, también por término medio anual, es decir, el 20 por ciento sí. En definitiva, de 150.000 denuncias, nueve de ellas acaban en asesinato (el 20% de las 43 del último año). Realmente difícil adivinar sobre cuáles de esas 150.000 denuncias hay que incidir para evitar un fatal desenlace.
Uno tiene una serie de articulistas favoritos. Es sabido, porque a veces desfilan por aquí. Uno de ellos es Xuan Xosé Sánchez Vicente. Leído su último artículo, a la vista de su contenido habría buscado otro título para él, u otro subtítulo, cuando menos.
El País entrevista a Luis García Montero y le pregunta por la muerte de Almudena Grandes, por los días anteriores y por los días posteriores.
P. ¿Ella sabía que iba a morir?
R. Estuvimos mucho tiempo creyendo que lo iba a superar. Empezamos a ver que la cosa se estaba convirtiendo en un callejón sin salida en agosto (…). En octubre y noviembre empezamos a hablar de un futuro sin ella.
P. ¿Como se habla de la muerte?
R. Ahí hay una complicidad de silencios. Los dos teníamos dudas. Hubo un momento en que las pusimos en común para hablar de cabos que no podían quedar sueltos.
P. ¿Cómo fueron esos días?
R. Cualquiera que acompaña a un enfermo sabe de momentos duros, pero en mi recuerdo los últimos días cuidando de Almudena son los más felices de mi vida. Ahí se concretó todo, nuestros libros, nuestra militancia, nuestros hijos, todo eran formas de cuidarnos. Esos días son un recuerdo que da sentido a nuestra vida
No hay comentarios:
Publicar un comentario