2022/07/20

LECTURA DE LA PRENSA (Días 16, 17 y 18)

LECTURA DE LA PRENSA. MIGAYAS.
¡Qué poquita miga encontró hoy uno en la prensa del día!
Este enigmático titular en LNE: “El dueño del Oviedo quiere implicar su Universidad del Deporte en Asturias”. Dado que el nuevo dueño es mejicano, igual conviene ir estudiando las obras completas de Cantinflas, gran fonólogo.
El exalcalde de Cudillero, ante el juez por denuncia falsa. La noticia es de hoy. Se le acusa de interponer una denuncia falsa en el año 2010, es decir, hace doce años. Inconcebible, por mucho que los acostumbrados a moverse entre los legajos judiciales encuentren una plausible explicación.
Otea, la patronal de la hostelería, pudo gozar de cierta simpatía durante la pandemia, pero, ya les vale: parece que toda la economía tiene que girar alrededor de ellos y tampoco ye eso. Están empezando a caer cargantes y las cañas de la comprensión se están volviendo lanzas.

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LECTURA DE LA PRENSA. SERVICIOS MÍNIMOS
Hoy todavía encontró uno menos informaciones interesantes en la prensa. Solamente dos: la primera el fin de la cantinflada del día anterior, con honores también de primera página en LNE, pero sin un ápice de aclaración o autocrítica. Tal que esto: La Universidad, interesada en potenciar con el Oviedo un campus deportivo.
La segunda, de El Mundo, con los datos de bodas, bautizos y comuniones en la Iglesia Católica en los últimos años. No necesitan mayores aclaraciones.








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LECTURA DE LA PRENSA. CANSINO INEVITABLE
El columnista de La Nueva España Luis M. Alonso escribe generalmente unos artículos muy previsibles contra el gobierno. Hay autores previsibles que le gustan a uno; otros que le disgustan mayormente, así y todo los lee; a otros los lee siempre; a otro grupo de ellos nunca. Luis M. Alonso es de los que uno sigue por encima. Su último artículo, “Exploraciones”, cuenta una historia personal: cómo de un tiempo a esta parte le dio por consultar alguna que otra patología. Después se pierde por los cerros de Úbeda partidarios y decae el interés. El tiempo (el cronológico, porque estos días está de moda el meteorológico por consabidos motivos) hace girar pensamientos y conversaciones con amigos. Cuando uno es adolescente las conversaciones con los coetáneos giran alrededor del amor romántico (al menos antes, ahora seguramente no); más tarde, alrededor del trabajo; unos años después, la preocupación se centra en los hijos, sus dolencias, el colegio donde se matricularán; muchos años después, uno empieza a preocuparse por los propios achaques, por la receta electrónica; por la atención a los padres, si viven… Son asuntos recurrentes que a veces uno intenta evitar porque se siente ridículo, como si a nadie le hubieran asaltado nunca esas mismas preocupaciones, y, sin embargo, son las de toda la vida.
Lee uno únicamente el titular, porque resulta extraordinariamente cansino, que se refiere a la última sentencia sobre el nombre de varias calles en Oviedo en aplicación de las leyes de la memoria. Además de cansino, resulta inútil porque es imposible recordar todas vicisitudes judiciales del caso. No obstante, uno archiva el artículo en el ordenador, apartado Oviedo, y allí quedará por si hay que consultarlo. De todos los nombres de las calles, se quiten o se pongan, uno se quedaría con dos: la calle del Progreso (que alude al mercado del Progreso) y la calle de Fresno (porque es la zona que existía en Oviedo antes de que se pusieran las calles una mañana lejana). Algunos nombres propios le resultan más simpáticos que otros, pero los evitaría en lo posible.
Un reclamo interesante el que supone la visita a la torre de la catedral de Oviedo. Habrá que apuntarse: uno los pequeños gastos los traduce a sidras. Serían dos sidras y pico.
Según un sonde que el PP asturiano encargó a Metroscopia, el partido, que encabeza en Asturias Teresa Mallada, ganaría las elecciones. Si el PSOE encargara en las mismas fechas un estudio a Metroscopia, el resultado sería diferente a buen seguro. Claro que Metroscopia se cuidará muy mucho de no realizar un estudio simultáneo así.
El Pianista James Rhodes, entrevistado por El País, declara que le encanta pagar impuestos, y esa frase se convierte en el titular de la página. A uno no le encanta pagar impuestos y procura evitar conversaciones cansinas sobre lo exagerado de los impuestos (tributos habría que decir, según apuntó uno hace algunas fechas). Uno sale a la calle y al pisar la acera no se encuentra con ningún recaudador de impuestos. La calle está pagada y uno la pisa libremente. Si avanza unos metros contempla gratuitamente la fuente de Foncalada, que alguna entidad pública se habrá encargado de restaurar. Si decide subir al autobús, sabe que el 1,20 del billete sencillo no llega para cubrir el coste del servicio. Después acude al ambulatorio (ya está uno hablando de salud, y eso que quería evitarlo) y, aunque acude porque no le acababan de coger el teléfono, pasó a una consulta sin tener que abonar cantidad alguna en la entrada,… No, uno no es de los que va llorando por las esquinas de lo muchísimo que pagamos y lo poco que recibimos a cambio, entre otros motivos porque uno es consciente de que trabajó en una empresa que no se sostendría si no fuera con los impuestos de los ciudadanos.

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