En la pausa relajante del mediodía echas una ojeada a El Comercio y dos cosas te llaman la atención: una noticia y una foto.
La noticia es que las peregrinaciones ya no son lo que eran. O quizá nunca fueran como te las imaginabas. Esclavo de las palabras, piensas que el peregrino es el que va per el agrum, por el campo, cuando en la realidad transita por sendas bien trilladas. Al final del camino, le espera la ducha y una bebida isotónica de bienvenida, tal como sin duda constará en el protocolo que, después de varios borradores intercambiados, habrán firmado los consorcios hoteleros y los consorcios peregrinos. Ideas peregrinas que justifican unos centímetros de notoriedad en la prensa impresa.
Uno tiene sus propias costumbres al hablar por teléfono. Hay posturas obligadas. 1/ Si prevés tomar alguna nota, te quedas sentado y procuras lápiz y papel a mano. 2/ Si necesitas enfatizar algo, pero sin falta de tomar nota, te levantas y das un paseo por la oficina, por la cocina, por la sala de la casa o donde te encuentres, incluso gesticulando para autorreforzarte aunque no te vea nadie. Tu educación postural como corista te enseñó que los pulmones se llenan mejor en la posición erguida y lo que aprendiste para cantar, lo ejecutas también para hablar si precisas que la voz quede clara y resolutiva. 3/Para un susurro, cariño, quizá tumbado en el sofá, está bien la postura recogida, incluso acurrucado sobre uno mismo, la voz queda, la sonrisa latente. 4/Si el interlocutor fuera un amigote, hasta puedes descansar los pies encima de la mesa, en plan Bush cuando el trío de las Azores, pero será para bromas y chirigotas.
A lo mejor quien está acostumbrado a susurrar puede hacerlo compatible con el paseo erguido o con los pies sobre la mesa; el habituado a las notas, quizá las tome medio tumbado en el sofá o en posición de decúbito supino; el Obama curtido en dar órdenes al mundo puede aproximarse a Bush y, repantingado relajadamente en el sillón y, apoyando su zapato en la labrada mesa de castaño del despacho presidencial, liberar tensiones cursando instrucciones de inmediata ejecución.
2 comentarios:
Está muy bien eso de matizar 'en la pausa...' para que ningún chinche te acuse de hacerlo en las horas de trabajo, en la mesa del trabajo... con los pies encima.Tú resuelves problemas de una manera y el presidente de otra. A ti se te critica .... y tú puedes estar encontrando una solución a un problema laboral tomando una lúdica sidra con el picadillo y leyendo la prensa.
El hombre que susurraba a los caballos... era otro.
La actitud de hablar y de con quien hablar, correctamente, puede ir en función del cargo que se ocupa y de, también, a quien te diriges. En tu cargo, tendrás que cuidar mucho las formas y nunca todos estarán contentos en como los has tratado. Y eso que no pondrás los pies encima de la mesa -de castaño o aglomerado-
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