Si tu mujer te dice que dónde se toma una botella de sidra, tú no preguntas más. Propones El Pigüeña, donde siempre os atienden muy bien.
Una vez allí provocas amistosamente a un compañero del Seminario por no cargar jamás una mota de polvo sobre sus zapatos. Te cuenta cómo empezó la buena costumbre: en su época militar aprendió a cuidar las botas con esmero aplicándoles un producto denominado Collonil, que manda collons con el nombre. Nunca es tarde para instruirse en algo nuevo. Te indica que lo consigue en la zapatería más próxima a nuestro domicilio y que los efectos duran perfectamente dos meses.
Entre culín y culín ves que se dirige a los servicios una cara conocida. Es Valeriano Gómez, uno de los últimos ministros de Trabajo en el gobierno de Zapatero. Das por supuesto que habrá venido al funeral del Luis Martínez Noval, que también fue ministro de Trabajo en una legislatura anterior. Ni corto ni perezoso le preguntas si andará por Oviedo tu pariente Matilde Fernández, a la que hace un tiempo que no ves. Está y te dice con pelos y señales con quienes se encuentra. De la sidrería agradecen el soplo.
Como está a un paso, os acercáis a saludar. De momento los adjuntos al Defensor del Pueblo tienen todavía derecho a coche oficial y se aprovechan las sinergias para el transporte. También estaba en la mesa el galeno diputado apaleado por la policía hace más de veinte años.
Una pena no haber tenido más tiempo para enterarse de algunos entresijos cántabros y extremeños, que te resultan tan próximos por la vía financiero-conyugal.
Eso sí, perdiste una oportunidad de expresar tu queja por un pelín de demagogia en las recomendaciones cursadas a Renfe después del último Informe del Defensor del Pueblo, que amplía de una manera exagerada los beneficiarios de la tarjeta dorada, aunque todavía no se haya llevado a efecto (pag. 280).
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