Todos los días noticias de trenes llegan a cansar a uno, así que no merece la pena apostillar cada una de las inconsistentes razones de ingenieros a quienes la prensa dedica inexplicablemente una página entera para soltar obviedades imposibles ni cuestionar las declaraciones de trabajadores ferroviarios provenientes de según qué ancho con ideas y discursos preconcebidos, que jamás van a cambiar de opinión, como nunca lo hicieron los de Hunosa y Minas de Figaredo, Galerías o El Corte Inglés, o los de cualesquiera fusiones bancarias habidas o por haber. Punto y seguido, porque punto final es mucho decir. Además, uno procura de corazón ser comprensivo con las razones de cada parte.
De entre toda la fanfarria de comentarios negativos recogidos por El Comercio, destaca la opinión contraria de Víctor Torres, viajero feliz. ¿Qué menos que regalarle un bonotrén?
Con este talante positivo, aunque no toca todavía el día mensual de las noticias guapas, dedica un recuerdo para Ceferino de Blas, periodista recientemente fallecido al que la prensa asturiana glosa con cariño. Tiene uno escrito que en los años setenta, todavía en vida de Franco, el Seminario de Oviedo mantuvo una envidiable tendencia aperturista y era habitual escuchar a líderes políticos que se movían en la clandestinidad y periodistas abiertos, como Ceferino de Blas, que por entonces también era cura. Contaba C. de B., que así firmaba sus trabajos en La Voz de Asturias, algunos entresijos de la prensa y la libertad de prensa, por ejemplo, cómo curiosamente pese a la tendencia claramente aperturista de La Voz y la regresiva de la falangista Nueva España, si se trataba de enterarse de determinado conflicto minero, era más fiable La Nueva por los intereses comunes de La Voz con algunas empresas mineras. Contaba también cómo uno de los medios para limitar la audiencia de La Voz y otra prensa díscola era tasar las bobinas de papel de las rotativas incómodas. Son esas mito-cosucas que uno aprende de joven y que no se olvidan jamás.
“Salir a la calle, ver, escuchar y relatar es la función del periodista que debe disponer de una mínima formación, una máxima curiosidad y una cierta capacidad de interpretar lo visto y escuchado para comunicarlo con un estilo atractivo. Ese era hasta no hace mucho, más o menos, el papel de estos profesionales de quienes se esperaba honradez, independencia y a ser posible exclusividad.
Era y sigue siendo por tanto una profesión imposible que exige condiciones tan contradictorias como rapidez y exactitud, pero a trancas y barrancas intenta por lo menos llegar a la verdad posible mediante aproximaciones sucesivas, con nuevas investigaciones, matizaciones y desmentidos en ocasiones muy necesarios y bienvenidos y en otras muchas, procedentes de quienes quieren ocultar los hechos porque noticia suele ser por definición algo que alguien, generalmente poderoso, quiere que no se conozca.
El periodismo ha sido siempre imperfecto en el cumplimiento de su gigantesco reto social de informar al ciudadano con veracidad e independencia para ayudarle a conocer con anticipación riesgos, oportunidades, sucesos, opinión y entretenimiento.
En definitiva, información útil para defenderse por la vida.
Ese papel que correspondía a la prensa tradicional, sea impresa o digital, necesita la protección de los poderes públicos y una cierta sensibilidad ciudadana si queremos de verdad conquistar una sociedad más justa y con una opinión pública equilibrada y solvente capaz de resistir la presión de esa monstruosa y creciente industria de la mentira que pretende controlarnos comercial y políticamente”.
Uno se alegra de que algunas cosas funcionen: por ejemplo, observó cómo unos operarios desmontaban pieza a pieza unos juegos infantiles para verificar el correcto estado de los componentes. ¡Qué menos! Sí, qué menos, pero ¿no merece la pena destacar que algo funciona?
Claro que siempre hay algún cafre que, pese a la proximidad de las papeleras, deja los restos de su entretenimiento donde le da la gana. ¿Qué hacer con esta gente? Y si eso fuera lo peor…
Para terminar, casi una greguería en la columna de Xuan Bello sobre las cicatrices: “¿Cicatrices de amor? Muchas y muy diversas. Pero solo hay una que me duele un poco. Se me pasa pronto y, afortunadamente, cuido de mi amor como la razón de mi vida”. ¿No son maravillosas la sentencia y la idea?
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LECTURA DE LA PRENSA. EL PROTOCOLO
Después del desaguisado de los trenes y el gálibo, el ministro de Transportes y los presidentes de las Comunidades Autónomas de Asturias y Cantabria firmaron un protocolo de intenciones sin fuerza vinculante. Confiemos en este pacto de caballeros. Ahí va una opinión sobre cada punto:
1/ Pues muy bien, pero habrá gente que ni así viaje siempre que pueda aparcar gratis su vehículo particular.
2/ Estudiar los estudiará, pero con los trenes, las vías y los condicionantes de la normativa laboral y de la normativa de seguridad, el margen de maniobra es muy pequeño. ¿O alguien cree que los técnicos ferroviarios que hacen los horarios son tontos de capirote? Cada tren, cada horario, cada parada, cada no parada tiene su justificación, no siempre fácil de explicar en pocas palabras.
3/ Increíble que a estas alturas de la fusión se mantenga la desintegración.
4/ Bien está que haya nuevos trenes, pero está por ver si el número total resultante es similar al actual o el saldo resultante es positivo. Así y todo, si se cambia una matraca por un coche nuevo, pero no se arreglan las caleyas, poco mejorará el resultado final, y la mitad del problema del ancho métrico es del estado de las caleyas y de los semáforos que se plantaron, cuando con un ceda el paso era bastante.
5/ Como el punto 3. Increíble. Con mayor o menor éxito se integraron la mayor parte de las aplicaciones informáticas. Esta, no.
6/ Pues muy bien también.
7/ ¡Vaya cosa!
8/ Menos da una piedra. Si se hace bien, pueden alargar su vida útil. El problema puede surgir del agravio comparativo ciudadano-político.
9/ ¡Vaya cosa!
Tiene uno gana de cambiar de asunto ya.
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LECTURA DE LA PRENSA. COSUCAS DE POCA MONTA
Después de la fartura de los trenes, para desintoxicar, unas cosucas locales, alguna de las cuales nun ye ni del día.
- Refuerzan la sustitución de luces fundidas en la zona rural praviana. ¿Pero es noticia que uno sustituya la luz fundida de la cocina? Claro que siempre se puede redactar con épica: “Cogió uno con gran mimo la escalera de tijera, que oculta cabe la lavadora/secadora. La desplazó suspendida hasta la cocina con paso quedo. La plantó, bien abierta, bajo el punto de luz. Se aseguró de que no se balancearía una vez que uno subiera al primer peldaño, después al segundo, al pronto al tercero… Armado con unas alicates y, reforzado, por si acaso, con un juego de destornilladores, procedió uno a…” Lo de Pravia debe ser una cosa así. Menos épica tiene que la santa le diga a uno: “Oye, Luis, ¿vamos a estar toda la vida con esa lámpara fundida?”. Entonces uno coge la escalera… pero no sale en la prensa. Mejor. Pues por hacer lo mismo, en Pravia lo publicitan.
- Mieres rediseña su red de contenedores de basura a los diez años de su implantación. A uno le llama la atención la gran diversidad de sistemas de recogida de basura, incluso en poblaciones muy próximas. Señal evidente de que todavía no se dio con el sistema ideal que sirva a todas las poblaciones, ni siquiera a las poblaciones de la misma tipología, porque si hubiera una fórmula óptima, las ciudades y villas la copiarían, pero no es el caso.
- Los constructores defienden soterrar el muro de Gijón. Normal que los constructores apuesten siempre por la venta y colocación del cemento. Tampoco es noticia.
- Gerardo Sanz confirma al PSOE que volverá a optar a encabezar la lista de Llanera a las elecciones municipales. Estos días de atrás se mostró dolido por el poco apoyo autonómico al concejo. Solo cabe pensar que se hizo de rogar.
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