LECTURA DE LA PRENSA. CALLES
Es el final del culebrón de los cambios de calles en Oviedo. La Nueva España presenta un listado con tres columnas: la denominación tradicional (desde el franquismo); las calles renombradas con el tripartito de izquierdas del mandato anterior; las calles re-renombradas con el consistorio conservador actual.
Escuetamente señala uno que de los nombres franquistas a uno le gustan dos; del tripartido doce; del bipartito actual, siete.
Y no tiene más que precisar.
Dejando las calles, tiene su enjundia la entrevista con un antiguo técnico de Adif de alta responsabilidad. Es un hombre de gran solvencia, aunque no está uno de acuerdo con él en materia de transferencias y no lo está porque Asturias no tiene la masa crítica (¡oh!) que sirva para racionalizar o justificar o rentabilizar una materia de esta complejidad industrial, comercial, informática y de recursos humanos. Quizá el tamaño y el volumen de actividad ferroviaria de las comunidades valenciana y catalana lo posibilite (o la andaluza, no mencionada por el entrevistado), pero no el tamaño de la asturiana. Las Cercanías de Asturias, como dejarían de apoyarse en una gran corporación, se tendrían que dejar caer en manos de las consultoras, que pasarían a ejercer el papel que actualmente desempeña la organización corporativa. Por ejemplo, los sindicatos, que seguirían con una organización centralizada potente, se la darían con queso cada dos por tres a las autoridades regionales, imposibilitadas de manejar a fondo las complejas cuestiones relacionadas con el personal. Lo mismo cabría decir de la organización de los talleres. En la actualidad, los dos talleres importantes de la empresa ferroviaria, los de Lugo de Llanera y el Berrón, se apoyan en la gran corporación. Pobres de ellos si se independizan. (Se independizan de Madrid, pero no de las consultoras). Lo mismo cabe indicar de los sistemas que soportan la organización de los turnos de trabajo, la complejísima área de contratación, los concursos públicos, las relaciones con las autoridades políticas, la comunicación interna y externa, la asesoría jurídica, etc. etc. Uno está, por principio, contra las transferencias en autonomías tan reducidas como la asturiana, no digamos la riojana, la cántabra u otras de menor entidad territorial o poblacional. Es posible que en algunos ámbitos, como la educación o el comercio minorista, la amplitud de plantillas e instalaciones permitan sobrevivir razonablemente a estas entidades, pero en otros ámbitos, no, y uno cree que el ferrocarril es uno de ellos. Bien sabe uno que esta opinión es minoritaria… Puede ser desacertada, pero lo que uno no admite es que las transferencias sean sinónimo de progresismo. Las transferencias son una cuestión más técnica que política, en consecuencia, absolutamente neutral. Porque si se niega esto, entonces se pasa uno al autonomismo radical, no al de exigir transferencias a la comunidad asturiana, sino a cada uno de los tres distritos electorales: el oriental, el central y el occidental. Es más, incluso al cuarto propuesto por Jesús Arango.
Iba a hablar uno, y telegráficamente, solo de las calles, pero…
***
LECTURA DE LA PRENSA. QUE NO DEMANDEN AL ESTADO
Le pilla a uno muy lejos la problemática de la ley de la libre determinación de género, aunque nunca se puede decir que de esta agua no beberá algún allegado. Ojalá todo salga bien y que sea beneficiosa para el colectivo potencialmente destinatario de la misma. Uno espera que si alguno se arrepiente de la decisión adoptada no demande al Estado por información insuficiente o por cualquier motivo, porque nunca faltará un abogado brillante que saque petróleo y algo de dinero de las rocas más impensadas. Se entiende que son decisiones absolutamente libres, de las que el interesado ha de ser el único responsable. Por supuesto que si vienen mal dadas, el Estado tendrá que hacerse cargo de los costes del tratamiento psicológico por los posibles desajustes de la personalidad, como atiende los gastos de las imprudencias del sujeto sufriente o, eventualmente, el tratamiento psicológico de quien salió mal de una operación de cirugía estética. También eso fue una decision libre, pero está dentro de las reglas del juego.
Pasamos a los trenes o a asuntos que quedan dentro del gálibo ferroviario. Por ejemplo, lee uno en El País, que sigue informando del juicio por el accidente del Alvia en las proximidades de Santiago, que las preguntas de los letrados de las aseguradoras son frías e inmisericordes. En el desarrollo de la noticia incluye varios ejemplos. No los va uno a reproducir aquí para no regodearse, pero no nos escandalicemos por ello. Los abogados siempre hicieron el trabajo así. Cuando uno decide iniciar una demanda, su abogado debería decirle que tiene que estar preparado para escuchar lo que no quiere, porque las reglas del juego son esas.
En relación con el tamaño de los trenes, que sí importa, sigue uno poniendo diariamente en cuarentena a algún comentarista de pluma alegre, de la larga troupe que se quedó con la noticia del primer día. (Que la realidad no me desbarate un buen titular). El comentarista Ánxel Vence sigue hablando en LNE de trenes que no caben en los túneles. También queda en la nevera la televisión francesa, que dedicó un reportaje, al decir de Mario Bango, a los “trenes demasiado anchos”. Es esta segunda una cuarentena ineficaz, un brindis, no al sol, sino a las sombras, porque no tiene uno pensado conectar con la televisión francesa ni con ninguna televisión extranjera. ¿A quién ponemos en cuarentena por las declaraciones de una viajera que dice tomar trenes de Feve para desplazarse de Gijón a Llamaquique? ¿A ella misma o al redactor que transcribió sus palabras? Inidentificable al tratarse de un reportaje colectivo. Son tres casos de delitos contra la verdad ferroviaria que quedan impunes.
En el lado contrario asoma algún optimista genético, como el que dice ser y llamarse Luis Vega, que viaja a diario entre Pravia y Grado. Había que regalarle unos bonos de viaje o algo. “Luis Vega utiliza a diario el tren entre Pravia y Grado y considera que las últimas inversiones y mejoras que ha realizado el Ministerio se notan. «Desde que hicieron cambios y hay menos trenes va mucho mejor, los horarios me cuadran bien y si cae un árbol o algo es comprensible que haya retrasos. La verdad, estoy muy contento», añade”.
Hoy está uno por sacar tarjetas amarillas. En El País lee uno este titular: “Alberche del Caudillo, primera localidad que eliminará su apellido franquista”. Será el primero en aplicación de la Ley de Memoria Democrática porque El Ferrol del Caudillo abandonó el apellido a principios de los ochenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario