LECTURA DE LA PRENSA. BUENAS Y MALAS PERSONAS
Durante muchos años Rivi fue concejal de Izquierda Unida o de alguna de sus escisiones, tan habituales en la izquierda. Le gustó el mote que Gabino de Lorenzo le puso cuando en alguna ocasión le llamó ‘mosca cojonera’. Rivi tiene su mérito, fue un luchador y obstaculizó lo que pudo los gobiernos del Partido Popular, pero pudo poco. De los fiascos gubernamentales no se le puede echar la culpa. Ahora dicta sus memorias con capacidad para inventar. Cuenta, por ejemplo, “en Oviedo me caso, tengo una hija, compramos un piso en la calle Cervantes cerca de mis suegros, que nos costó 5,5 millones de pesetas, era cuando se podía comprar un piso en Oviedo en cualquier zona de Oviedo”. Bueno, eso lo dice ahora. Cinco millones y medio era bastante dinero en los años ochenta. Y no, no siempre se pudo comprar un piso en cualquier zona de Oviedo. También cuenta algo in-creíble: “un día se me sienta en el despacho un señor con un traje de 3.000 euros y me die que dentro de una semana se va a votar un proyecto para la explotación de una cantera y que si miramos para otro lado me garantiza un dinero”. Uno lo creería si e esa época no nos manejáramos todavía en pesetas. En fin, todo el mundo tiene derecho a afeitar su pasado y parecer buena persona.
Por cierto, el que sigue es un titular que le dejó a uno meditabundo. Lo encuentra en La Vanguardia para titular así la crítica de un libro. "¿Quién no se cree una buena persona?" En muchos momentos todo el mundo, aunque en otros atormente algún remordimiento de conciencia.
Ya que estamos con las buenas o las malas personas, impactante y chusca la investigación de El Mundo en relación con los pactos para salir al balcón la noche del último triunfo electoral de la madrileña Díaz Ayuso. Descubre El Mundo que el inefable MAR, Miguel Ángel Rodríguez, el Jefe de Gabinete de la Presidenta, lanzó un WhatsApp a Pablo Casado directamente así “Pablo, eres una mala persona”, y todo por no haber accedido a conceder treinta segundos de gloria balconaria exclusiva a Ayuso, para que su público la aclamara solamente a ella. No hubo derecho a foto sola, tenían que salir y hubo que mencionar a Casado, Egea, y demás fontanería popular. ¡Ay, señor, señor, cómo son de miserables las altas esferas del poder!
Habrá que distender el ambiente y reírse un poco con este chiste de Maxi Rodríguez en su sección de los lunes en LNE “Parando en Villalpando”:
–¿Duermes siesta?
–De cuatro hores, tolos díes.
–Meca. ¿Y cómo t’arreglas pa que nun te despierten los críos?
–Dígo-yos: cuando me despierte limpiamos la casa.
–Ay, amigo.
–Nun falla, nun faen ni un ruidu.
–Qué finu yes, cabrón.
–Hay siestes que cuando me levanto nun sé si mirar la hora o el calendariu.
Ese lenguaje se entiende perfectamente, pero otros se entienden menos, por ejemplo el del Consejero de Sanidad del Principado para explicar el retraso del nuevo ambulatorio de Pola de Lena: “El malestar continuó cuando el consejero, en sede parlamentaria, dijo que este retraso se debía a los trabajos de ajuste del plan funcional y las adaptaciones a los requerimientos técnicos del propio Ayuntamiento”. ¿Y el cronista se queda tan tranquilo sin requerir a qué se refieren los requerimientos del Ayuntamiento y sin requerir que es el tal plan funcional? La escenografía de la cabeza de la manifestación, maleta (que no maletilla) al hombro, muy lograda. Hay causas muy justas que merecen la unión de un pueblo, pero siempre queda el temor de que alguien quiera instrumentalizar a un colectivo, y eso retrae a muchos a la hora de participar y sumarse.
Para lenguaje rabulario el del editorial de El País que emplaza a Sánchez al comportamiento seráfico de esforzarse en la empatía con el ciudadano explicando la dureza y la duración de la crisis. Según El País, cuando se cambió el gobierno hace algo más de medio año “se trataba de rodar un puñado de perfiles poco conocidos a lomos de los más de 70.000 millones de euros procedentes de los fondos europeos con el objetivo de acelerar la digitalización, las energías renovables y la modernización de la economía”. Un editorial debe buscar la claridad, a veces consigue incluso cierta belleza literaria, pero uno cree que algunos editoriales homenajean a Góngora o a Quevedo.
Había prometido uno colgar aquí el primer artículo que publicara Trevín después de querer amigase con Pedro Sánchez. Cayó del caballo y convirtiose, citando a Sánchez por primera vez elogiosamente en años aunque sea de refilón. El resto del artículo, prescindible.
Uno está siempre atento a las esquelas y sus novedades líricas, hoy dos ejemplos.
Se queda uno con el original artículo, por el título “La balsa de piedra”, para hablar del reciente acuerdo del gas de la Península Ibérica. Efectivamente ese es el nombre de una de las grandes novelas de José Saramago, aunque grandes novelas del portugués son todas. Puede uno entrar en una biblioteca, coger al azar una novela cualquiera de Saramago y seguro que no decepciona.
El País publica un reportaje sobre el retorno de los expresos europeos, más bien transeuropeos. España no está entre quienes optaron por esa alternativa: la implantación de la alta velocidad diurna en buena parte de la red ferroviaria desaconseja seguir con los trenes nocturnos. Merece la pena leer los argumentos sin descalificaciones a priori, más allá de la idea romántica que todos conservamos de algunas noches en los trenes.
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LECTURA DE LA PRENSA. NO HAY PERO QUE VALGA
En la ceremonia de los Oscar, Smith (Herrero) dio una bofetada a Rock (Piedra). Cada uno hizo honor a su apellido. Hay quien disculpa, hay quien comprende, hay quien matiza. Bueno, hombre, es que el chiste... No, no hay pero que valga, y hoy no le apetece a uno mezclar la más mínima violencia con los acostumbrados chascarrillos de otros días
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