LECTURA DE PRENSA. PRETEXTOS
En la cuestión de las mascarillas y demás material sanitario, es alucinante que Madrid haya formalizado la compra a través de la Empresa de Servicios Funerarios del Ayuntamiento, porque tenía la flexibilidad jurídica suficiente para asumir operaciones de ese tipo. Vergüenza de sociedades instrumentales que sirven igual para un roto que para un descosido. Y vergüenza de quienes se aprovecharon.
Titula así su columna José F. Peláez en el ABC “José Álvarez ‘Juncal’: matador de toros” y lo comienza con estas palabras: “A mi me pagan por comentar la actualidad, o al menos eso creo, nunca lo he preguntado. Por si acaso no estuviera en lo cierto, no voy a confirmarlo con los jefes justo en este momento. Yo tiro. Venía a contarles que no hay nada en la actualidad española con más importancia que el hecho de que RTVE Play haya colgado en HD la serie ‘Juncal’ y que, por lo tanto, ya pueda dedicar las próximas siete horas de su vida a verla entera. La serie tuvo tanto éxito que parece que nos hubiera acompañado toda una vida, pero no, fueron siete semanitas y bastaron para cambiarlo todo”. Uno se identifica en cierta forma con Peláez en el sentido de que a veces le da por comentar una noticia nimia alejada de las primeras páginas y del interés general. Es más, es sabido que a veces toma uno un alejado pretexto para contar una conversación de chigre o una batallita del año la pera. Por ejemplo, recupera un editorial de El País de hace unos días dedicado al cambio climático y a la necesidad de no olvidar ese objetivo irrenunciable pese a que el cortoplacismo de la guerra obligue a renuncias a corto plazo en la lucha ambiental. Volviendo a Juncal, uno procuraba no perderse ninguno de sus capítulos y recuerda, en particular, las interpretaciones únicas de Paco Rabal y El Brujo, en sus papeles respectivamente de torero que vive -malamente- de sus recuerdos y apocado limpiabotas.
Lee uno en El Mundo un reportaje sobre las toneladas que en la Comunidad de Madrid se depositan por error en los envases amarillos y los mecanismos con que cuentan las plantas de reciclado para revertir esos desvíos. Detalla el reportaje que en el año 2020 los fallos representaban el 28% del total del tonelaje del contenedor amarillo. A uno le parece una cantidad bestial y diría que exagerada. Confía uno muy poco en la labor individual del reciclaje. Cualquier fallo en la cadena echa a perder el resultado. El fallo puede partir del propio hogar al no seleccionar adecuadamente o no seleccionar a secas o seleccionar pero no echar las sobras en el la bolsa del color adecuado por aprovechar otras bolsas, dificultando así el trabajo en cadena y contra reloj de los operarios de la basura. También puede deberse a la insuficiencia de cubos en las comunidades, con lo que se mezclan unos colores con otros. Ante ese desmoralizante fracaso de la labor individual, uno cree que mejor sería no reciclar nada y confiarlo todo a la tecnología con maquinaria que separe adecuadamente cada componente. Hay quien no recicla por putear al ayuntamiento, si no sintoniza con su color político. Tiene uno escuchado esa mezquindad.
Lee uno con ciertas reservas en El Mundo una entrevista con Sergei Karaganov, que fue consejero de Putin y defiende abiertamente las tesis rusas. Lee uno con temor este tipo de artículos y estas entrevistas, que le hacen dudar de las razones de cada parte. En el mismo periódico se lee también una crítica a Zelenski calificando de grave error diplomático su negativa a recibir a su homólogo alemán, que acarreó una bajada en la popularidad del presidente ucraniano entre los influyentes alemanes. Uno no tiene constancia de que El Mundo sea un periódico pro ruso. Uno cree que El Comercio de Gijón quiere que el Sporting suba a Primera y que La Nueva España de Oviedo desea lo propio para el Real Oviedo, incluso para el Sporting. Si en una crónica deportiva critican el anodino juego del equipo de la ciudad no cree uno que se les pueda tachar de antioviedistas o antisportinguistas. Sin embargo, en lo tocante a la guerra, los medios que critiquen alguna decisión o algún aspecto de la parte ucraniana, corren el riesgo de ser tildados de pro rusos. Uno se autocensura y no reproduce aquí tales artículos, no vaya alguien a decir que apoya uno la invasión. En esta materia y en todas a uno le interesa la verdad. Conocida la verdad, dentro de lo posible, a lo mejor uno defiende la mentira por cobardía o por interés.
Cuenta El País que los municipios del PP reciben de media más fondos europeos que los del PSOE y que los ayuntamientos y diputaciones socialistas presentan un mayor número de proyectos. Según análisis del Gobierno, no se debe a la mayor eficacia de uno u otro color sino al hecho de que los municipios de mayor tamaño tienen más capacidad para presentar proyectos que los pequeños. Si los ayuntamientos pequeños no tienen posibilidades de afrontar esas tareas y no quieren federarse para conseguir más fuerza o más influencia, no tienen derecho a quejarse de ninguna clase de discriminación. A lo mejor un señor de Chamberí o de San Pedro de los Arcos quiere tener su propio ayuntamiento porque es su terruño sentimental. Si lo quiere así, que asuma las consecuencias económicas.
Lee uno la página de sucesos de La Nueva España y se congratula de que en todo el día solo sean reseñables dos hechos en la provincia y uno de ellos, una discusión playera, merezca la tercera parte de la página. España va bien.
Leyó uno con atención las nuevas conclusiones de un accidente militar que costó la vida a un teniente de aviación en el año 2017. La palabra no aparece, pero tal da la impresión de que el piloto se quiso suicidar. Sea o no acertada esa impresión se queda uno pensando en la diferencia entre el mundo militar y el civil. Uno cree que se tiende a ‘civilizar’(se entendería mejor si existiera la palabra ‘civilar’ o ‘acivilar’) la vida militar acercando los esquemas jurídicos militarles a los de la vida civil, atenuando la consideración clásica de la disciplina militar, donde ya no se asume una inveterada obediencia ciega.
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LECTURA DE LA PRENSA. TRADICIONES DE LA SEMANA SANTA
De acuerdo con antiguas tradiciones, algunos periódicos daban y dan un descanso extra a su personal el Viernes Santo -seguramente para que acudieran a los piadosos oficios religiosos- y el Sábado Santo no se publica prensa escrita, así que uno aprovecha para lecturas alternativas o lecturas atrasadas. El creciente laicismo de la sociedad parece que debería acabar con esa costumbre, pero uno cree que hay tradiciones que molesta poco mantener, salvo que se opte por el radicalismo dogmático. Uno es más partidario de las transiciones tranquilas. El tiempo hará caer las cosas por su propio peso.
A eso vamos. Sin falta de prohibir nada ni de acogotar con normas que limiten la ocupación de espacios públicos urbanos por procesiones religiosas, uno lee en La Voz de Lena que por primera vez la falta de costaleros impide salir la procesión de Viernes Santo de Pola de Lena. El creciente laicismo, supone uno, eso sin indagar si hay algún intríngulis parroquial, que tampoco sería de extrañar. Puede que uno no haya acudido nunca a esa ceremonia lenense, pero lo siente por el párroco Pedro Riera, con quien le une buena relación desde siempre. https://www.lavozdelena.es/la-falta-de-costaleros-por...
La prensa local da buenas noticias, sin que se quiera decir que la anterior sea mala, simplemente “ye lo que hay”. La buena noticia es la hermandad con la que los aficionados del Sporting y el Oviedo se aprestaban disfrutar del partido de fútbol en un bar de Lugo de Llanera. Como en la mayor parte de los sitios. Uno vio el partido en la plaza de la Escandalera de Oviedo pero a estas horas desconoce por qué se produjeron los incidentes al final del partido. ¿Que se entienda que porque un futbolista bese ostensiblemente su escudo equivale a provocar a la afición contraria? Acabaremos con partidos sin público para evitar problemas.
El Mundo publica una encuesta sobre el grado de aceptación de la obligatoriedad de las mascarillas en espacios cerrados en determinadas circunstancias. Uno de sus editoriales también se dedica a comentar la norma criticando, como es de esperar, la actividad del Gobierno en la materia. Dice El Mundo que falta un mensaje de prudencia sobre la retirada de las mascarillas. Uno, por el contrario, oyó palabras bastante matizadas. A nadie se obliga a retirar la mascarilla si no quiere. Se supone que mucha gente seguirá con protección en los supermercados y en las tiendas, aunque no sea obligatorio, y en los actos religiosos, por tratarse en general de gente mayor. Desde luego, uno la llevará consigo aunque no tenga previsto entrar en un lugar problemático, precisamente para evitar problemas de convivencia, pero está claro que no es lo mismo un gimnasio vacío, que un garaje, que un coche, que un ascensor, que un taller de relojería, que una oficina bancaria, que una asamblea sindical.
En otro de sus editoriales El Mundo se posiciona claramente a favor de Ucrania, ¡sin una leve crítica al gobierno español! Es algo excepcional.
Por aquello de la contramemoria histórica, el ABC recuerda cómo en tiempos de la Segunda República se celebraba el vigésimo aniversario del régimen soviético. El olvido nun ye pa ahora tovía.
De un viejo Semanal recupera uno un artículo de Pérez Reverte, con su descaro habitual. Se refiere a Marruecos y cómo pese a tratarse de un régimen no democrático, juega un papel eficaz de freno al contener invasiones radicales más peligrosas que las que proceden de una patera.
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