2007/02/23

CONCIERTO Y RUIDO MEDIÁTICO






Se planeó el concierto con miedo y con esperanza. No es la primera vez que el coro va a cantar en esa iglesia porque justamente es donde ensaya, pero sí es la primera vez que va a tener público. Sabes que va a ser un auditorio entusiasta, pero no desaparece del todo la preocupación. Normalmente siempre se canta después de una misa, con lo que se asegura una parte de audiencia. En esta ocasión es distinto. La gente tiene que ir ex profeso a veros y a escucharos a vosotros y al otro coro, el coro de Luarca, un buen coro.
Hay una serie de labores oscuras previas pero imprescindibles, por ejemplo, buscar un patrocinador, que era de la casa, comprar el regalo para el coro invitado, asegurarse de que abren las puertas y de que hay calefacción, de que funciona el micrófono, hacer algo de publicidad previa. Se elaboran unos carteles y hay que distribuirlos. Es una actividad que tenías olvidada. La última vez que anduviste pegando carteles fue con una asociación cultural de Pola de Lena y tendrías veinte años. También se trataba de rotular carteles y llevarlos por los comercios. Ya casi no te acuerdas de que de tanto escribir, al final la letra perdía el trazo horizontal y tiraba hacia abajo. Incluso se te olvidaron las piezas interpretadas entonces. Sí te acuerdas de que una era de Pachelbel. Quizá otra fuera de Monteverdi. Te acuerdas porque era la primera vez que oías hablar del tal Pachelbel. Los otros dos autores eran más conocidos pero la memoria es selectiva y los olvidaste y resulta que recuerdas los nombres que aprendiste en ese momento, señal de que el castigo de copiar la lección tiene su eficacia, aunque tenga mala prensa. También recuerdas que en la parte inferior ponías al director: Luis Gutiérrez Arias. Era el Coro Universitario y daban un concierto en la Iglesia de la Pola. No se te olvidó del todo porque por entonces Luis Gutiérrez Arias salía con frecuencia en la prensa. Y seguiste refrescando la memoria porque el Coro lo dirigió después Miguel Campos, que había estudiado contigo en el Seminario, aunque era unos años mayor. Más tarde coincidiste con Campos en la casona de San Francisco cuando estudiabas Derecho, tú andabas por allí, por la Biblioteca, que estaba en el piso superior, y el Coro Universitario ensayaba también en el primer piso en un aula situada al lado opuesto de la Biblioteca y coincidías con Campos a la entrada o a la salida. Viene todo esto a cuento de los carteles.
Pues bien, ya no te acuerdas de qué técnica utilizabas entonces para colocarlos, que decías, y eso que era una colocación masiva, habrás escrito cientos, sin exagerar, y tuviste que ir puerta por puerta. Hoy resulta que te toca colocar dos o tres y no sabes como y por dónde empezar y qué decir. Cada edad tiene su aquello.
Resuelta esa papeleta, llega el día del último ensayo. Por la mañana sale una reseña en la prensa. -¿Visteis la prensa? Mira, tengo aquí el recorte.
Es una alegría. La cosa se va entonando.
Hasta el día del concierto no sabéis exactamente los temas que se interpretarán. Hay alguna duda con alguna pieza, con algún pasaje.
Llega el día. Un compañero del coro, un manitas, por la mañana fabricó unos focos, que quedaron muy dignos porque iba a venir la prensa y la iluminación tenía que ser aceptable.
Al final invitáis a un pincheo al coro de Luarca y hay que preparar las mesas. Quedan preparadas. Se aproxima la hora del concierto. Faltan diez minutos.
-¿Visteis qué cantidad de gente hay?
Un poco os sorprende, y un mucho os anima. Previamente Regina Buitrago, conocida periodista local, especializada en ecos de sociedad y última periodista que entrevistó a Letizia Ortiz antes de que se supiera su principesco noviazgo, entrevista tantas veces repetida por la tele, va tomando nota para un reportaje que va a publicar el martes en LA VOZ. Regina estudió en el colegio y además la hija de otra destacada corista trabaja en el mismo periódico, de manera que hay unos puntos ganados.
El director te encargó que prepararas y dijeras unas palabras de introducción. A lo mejor el director pensó en cuatro palabras y te salieron ocho. El esquema lo tuviste in mente en el acto, pero te llevó tu tiempo pulirlo. Querías que saliera digno: que valiera de introducción, de agradecimiento a todos los que colaboraron, de elogio hacia el otro coro, sin desmerecer el tuyo, y algo sobre algún aspecto de la música coral. Es un orgullo que te hayan designado nuevamente para eso, pero, sinceramente, no te gusta dar la impresión de que mangoneas nada, porque estás radicalmente en contra de capillitas y chalaneos. A última hora hay que mencionar al presidente de la Federación Coral Asturiana, que asiste al concierto y pronuncia también unas palabras. Realmente es un puntazo que acuda a un acto así.
Cantais. La primera parte salió muy bien, tan bien, que seguramente el director se decidió a cantar también la pieza dudosa. El público aplaudió porque siempre aplaude. Desde el público, un no corista no se percata de ningún fallo. Desde dentro cada uno sabe lo que hubo, aunque siempre los hay optimistas y pesimistas, autocríticos y complacientes. Si tu voz, quiero decir, la de tu cuerda la oíste bien, tenderás a pensar que todo salió bien. Claro que no es lo mismo que estés en la esquina, que en el centro, en donde tienes una mayor visión o, por mejor decir, audición de conjunto. Por eso cuando finalizan los conciertos, suele haber división de opiniones.
Luego, el pincheo, un acto de armonía. Sube la moral. Y la danza entra (o sale, según versiones) de la panza.
El domingo por la mañana recibes un SMS de un amigo ferroviario que decía haberos visto en el periódico y que si todo salió como el porte, habría salido bien. Ves que se publicó una foto en LA NUEVA ESPAÑA. Solo la foto y el pié de página. Mecachis, cortaron a Salomé, una injusticia técnica.
El martes, antes de comer, te tomas una sidra. Como no coincides con nadie en el bar, lees el periódico que está libre, que resulta ser LA VOZ. Te habían dicho que ese día salía un reportaje, pero pasas la sección de Oviedo y la de Asturias y no lo encuentras. Tampoco estás familiarizado con LA VOZ. Ya al final das con la crónica de Regina, en el estilo de sus crónicas rosas, con muchos nombres en negrilla como cuando se cuentan las batallitas de los famosos, el mismo estilo de CUCA ALONSO en LA NUEVA ESPAÑA, que tan falsa te cae, y solo la conoces por foto, con su peinado repolludo a lo Pitita Ridruejo.
El reportaje de Regina está muy bien. Coño, parece que refuerza la moral.
Por la tarde hay ensayo. Noticia y recorte corren de mano en mano. Hay caras de alegría.
Meditas sobre la importancia de los medios de comunicación y cómo al final los hechos serían como serían pero lo que queda es el recuerdo de lo (bueno) que dijo la prensa.
No solo de pan vive el hombre.

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