LECTURA DE LA PRENSA. MATICES
Aunque uno procura no repetirse, a veces hay un dato nuevo en una noticia ya comentada que interesa resaltar. Por ejemplo, en relación con la manifestación que tuvo lugar en Ciaño contra la agresión a martillazos a una chica. Tanto La Nueva España como El Comercio reflejan seguramente con fidelidad lo ocurrido: la masiva manifestación, la chulería del agresor y sus amigos mofándose de los manifestantes y sacándoles fotos desde su vivienda. Hay un detalle diferencial que uno lee en El Comercio solo (y sólo). “La indignación que mostraban los participantes iba creciendo ya que a su lado cinco menores de edad amigos del presunto agresor iban gritando consignas fascistas”.
Por cierto, en cuanto a la polémica del solo/sólo, uno se queda con la interpretación de Félix de Azúa recogida también en El Comercio. “En la Academia hay un grupo formado por filólogos, gramáticos y sintácticos, que forman el grupo científico. Y luego estamos los escritores, que de manera unánime respetamos la tilde. Los científicos, los técnicos, están en contra”.
La tilde, ese palito de tan corto tamaño, que tanto importa, como importa el tamaño de los callos, en artículo gastronómico de Luis M. Alonso en La Nueva España, que escribe esto: “La afición de los asturianos a comer los callos con cucharilla en vez de utilizar una cuchara sopera o un tenedor es un misterio…”. Uno está tentado de manifestarse al grito de “No nos representan, no nos representan” porque uno es de tenedor, con lo que se propicia que quede algo de caldo en la cazuela para acabar mojando ahí el pan restante.
Cierra la tienda de Zara de Avilés. Los comerciantes protestan. Es curioso. Posiblemente hayan protestado también sus antecesores cuando Zara se estableció en su día. Nunca lo malo es siempre malo, ni lo bueno siempre bueno.
Lee uno que la familia del escritor chileno Luis Sepúlveda, muy vinculado durante largos años a Gijón, finalmente se decantó por la villa portuguesa de Póvoa de Varzim para quedarse con su biblioteca de 3.700 ejemplares además de otros elementos relacionados con su oficio. Razonan desde Gijón la dificultad de encaje legal de la cesión y que no pudieron igualar la oferta de la villa portuguesa. En las obras artísticas las tasaciones son difíciles y desagradables. Y frecuentes los desencuentros entre los deudos y las autoridades. Uno confiesa que nunca había oído hablar de Póvoa de Varzim, pero resulta que organiza encuentros entre escritores de habla latina, así que la preferencia por Póvoa no es estrafalaria.
Procurará uno estar atento por si se anuncia en la prensa los próximos días algún curso de interpretación fotográfica para poder entender cabalmente el anuncio del Ministerio de Igualdad
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LECTURA DE LA PRENSA. RANCIURAS
Después de escarbar, no encontró uno más que una noticia sugerente y traída por lo pelos, pero no por una poblada caballera, sino por cuatro pelucos lacios. Es la que se refiere al Gobierno asturiano, que inicia la tramitación de una una ley demográfica sin tiempo para aprobarla al estar encima el final de la legislatura. Uno, sin embargo, ve en esa noticia dos aspectos positivos: uno la honradez del poder saliente de trabajar hasta el final, hasta donde pueda llegar el trámite parlamentario; el segundo es una apelación a la generosidad del poder entrante, si son capaces de olvidar el adanismo, es decir, de considerar que antes del recién constituido hemiciclo autonómico (cuando se constituya) hubo quien trabajó a fondo materias que merece la pena considerar. ¡Cuántas veces a uno le encargaron redactar una norma, una instrucción o algo de poca monta y, después de esforzarse por lograr algo decente, descubrió que eso mismo o algo muy similar alguien lo había formulado hace cinco, quince o hasta cien años! El problema es cómo acceder a esa información en la que alguien profundizó y quedó enterrada en el olvido. Uno recuerda haber trabajado en una tipología de reclamaciones de viajeros por conceptos, y después del esfuerzo que ello implica, descubrió años después que un reglamento del siglo XIX de una Ley de Ferrocarriles de la época incluía una perfiladísima clasificación, con una exposición de motivos de quitarse la gorra, de cuando las cosas se hacían con rigor, con paciencia, a sabiendas de que eran normas llamadas a durar, no como las actuales, que pierdan su vigencia a golpe de fax.
Completa este apartado rancio de hoy un viñeta que recuerda al no menos rancio Camilo José Cela
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