Un político, un guía turístico y un periodista se parecen en que tienen que saber de todo sin ser especialistas en nada, pero los tres están obligados a traducir a palabras comprensibles el intrincado lenguaje técnico, a veces oscurecido a propio intento para enmarañar la verdad. A veces lo consiguen, a veces no.
Por ejemplo, Llamazares es un político serio (es decir, que no se ríe) que se presenta ahora por Izquierda Unida a la alcaldía de Oviedo. LNE entrevista a Llamazares, pero uno nunca fue capaz de entender su lenguaje politiqués, ni en esta entrevista ni en ninguna. La entrevista uno la lee escrita, como es lógico, pero al leer las respuestas se imagina como si la estuviera oyendo por la radio o la televisión, con el tono monocorde inconfundible del político. En cualquier caso, suerte.
Con la disculpa de una noticia de LNE que habla de la relación de ida y vuelta entre Asturias y Méjico, aprovecha uno para hablar de los guías. El armador asturmejicano Antonio Suárez donó a uno de sus nietos el cuadro "La cuna vacía", en depósito en el Museo Bellas Artes de Asturias hasta que el joven cumpla la mayoría de edad y decida qué hacer con el cuadro. Pues bien, hoy fue uno a ver ese y otros cuadros y tuvo la oportunidad de escuchar a un guía explicar con claridad e intensidad varios óleos del payariego Luis Menéndez Pidal expuestos en la pinacoteca ovetense. Uno tiene escuchado a este mismo guía en otras explicaciones por Oviedo, por ejemplo, en exposiciones del Banco Herrero o en otras variopintas visitas. Igual te mete dentro de un pantocrátor románico que en un chopo impresionista que te sumerge aclarando la saya o el dengue en la prerrománica fuente de Foncalada. Sin duda que habrá especialistas que saben más que ellos en sus respectivas materias, pero no será fácil superarlos como comunicadores.
Muy cerca de la entrada estaban los jóvenes alborotadores del cambio climático, controlados por la policía después del intento de fechoría, pero uno no se percató de lo que ocurría por estar atento a la foto de familia del grupo, imprescindible para la posteridad.
Igual ocurre a los periodistas. De la política y sus intrigas sabrán más que nadie, al menos los cronistas políticos, porque es su hábitat natural, pero cuando bajan al barro de la siderurgia, de la sanidad o de la fisión nuclear, habrá especialistas que los aventajen en conocimientos; ahora bien, en técnica de comunicación no los gana nadie, así que tienen merecido el espacio que la sociedad les reserva. A veces lo hacen bien, a veces mal, como todo el mundo. ¡Vaya por Dios! Hoy le da a uno por destacar una noticia manifiestamente mejorable por haberse limitado a copiar, sin traducir, la nota de algún ente administrativo, y es la noticia menor de un accidente de tráfico en una carretera local de Llanera. Habla la noticia de un accidente en el kilómetro 10 de la carretera LL-10, un punto imposible en una carretera de no más de cuatro kilómetros, pero conocer ese dato es pedir demasiado. Es una noticia que se publica el domingo. La fuente habla de un aviso recibido alas 22:17 del viernes. Todo el sábado para traducir a un lenguaje que merezca la pena, la habitual nota burocrática de la Guardia Civil o los servicios de Protección Civil, previa expurgación de la abundante paja. Con la ayuda de Google Maps, uno localizó el punto. La ociosidad permite estos dispendios.
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LECTURA DE LA PRENSA. LEYENDAS URBANAS
¿En qué quedó aquella noticia de hace unos cuantos años que hablaba de varios casos de leucemias o cánceres infantiles en Valladolid, que se achacó a las antelas de telefonía? ¿Cuando pasen unos años, qué se recordará de unos trenes que se iban a construir para las líneas de vía estrecha de Asturias y Cantabria? En relación con esto último sigue habiendo gente que se documenta y gente que tira de la primera idea. Entre quienes se documentan se fijó hoy uno en Paloma Gázquez, diputada del PP, que critica el Fevemocho con estas palabras: “Unos trenes que no caben en los túneles y después que sí caben pero que son demasiado pequeños”. Se puso al día, pero la lista de los in-documentados que siguen publicando es larga y no merece la pena reproducirla. De la noticia de Valladolid no había uno vuelto a oír nada. Rebuscando en internet, aquello hace casi veinte años que pasó y no es de extrañar que haya quedado en el olvido, pero, hoy, casualmente, el prestigioso médico y político sanitario asturiano Enrique González, contó de pasada en un debate sobre telemedicina, que después de investigar a fondo aquellos casos infantiles, se demostró que la causa de los cánceres no estaba en las antenas de telefonía sino en la mínima circulación del aire que se producía en unas calles estrechas donde prácticamente se mascaba la contaminación. La aseveración es sorprendente, pero el médico se habrá documentado para pronunciarla. Uno tampoco sabe si tal investigación se publicó, para profanos, en algún sitio. Desde luego, uno no la encontró. En el imaginario colectivo quedará la idea de unos trenes que no entraban en los túneles, que queda simpático, sí, y hasta es motivo de simpática chirigota carnavalesca. Y quedará la idea de unas antenas de telefonía de dudosa seguridad sanitaria.
Por cierto, al consejero Alejandro Calvo le preguntan por el fiasco de los trenes y responde con franqueza: “Lo que no había era un foco específico puesto en este contrato, que además incluía cuestiones tan técnicas que ni siquiera en nuestra administración tenemos personal que sepa cómo analizarlo”. ¡Y la inmensa mayoría de asturianos parecen defender las transferencias ferroviarias! Difícil ir contra la corriente mayoritaria.
Curioso debate se produjo en la redacción de El País sobre cómo referirse a la persona adolescente de origen argentino que se arrojó por una ventana en Barcelona. En un principio se refirieron a la niña, después al niño (ya que si pretendía un cambio de sexo había que respetar su voluntad) y en el editorial de hoy vuelven al género femenino. Se sorprende uno, por ese motivo, por el titular de La Nueva España: “Los vecinos de Sallent despiden con un emotivo funeral al adolescente fallecido”.
La corriente mayoritaria de opinión cree (uno también) que un anuncio de una hamburguesa que se coló en los autobuses urbanos de Gijón no es adecuado. El texto hablaba de una hamburguesa madurita “Nos gustan maduritas, ¿y a ti?” A uno le parece de mal gusto, pero queda a la espera de que algún gurú de los que uno se fía levante la veda y diga que no es para tanto. Entonces uno podrá decir: “Ya me lo parecía a mí”, pero de momento, está agazapado en el silencio.
Los cimientos de una experiencia de cohousing echan a andar en Caraviés, Llanera. Uno es escéptico, pero los planes revolucionarios triunfantes vivieron alguna vez un primer día.
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