LECTURA DE LA PRENSA. VÍCTOR MANUEL
La prensa asturiana se hace eco del concierto de Víctor Manuel en el avilesino Niemeyer. Quedó dicho que ahí estaría uno como regalo del día del padre, ese día que peligra, pese a su vanguardismo, como luego se dirá. Las actuaciones de Víctor Manuel son previsibles, la mayor parte de las canciones también, igualmente los breves relatos que incorpora cada tres o cuatro temas. El único comentario entre butacas es valorar cómo lo encontró uno de voz, que si tiene, que si no tiene, que si nunca tuvo. Uno lo vio esa tarde con una voz más que notable. Al introducir la canción del hijo del ferroviario contó nuevamente el triste caso de la mujer arrollada por un tren en el Mieres de su infancia, cuyos restos diseminados quedaron para siempre en su retina. La noticia fue recogida, dijo, por el ABC de la época. Ahí queda. Casualmente, Saso, de Payares, algo poeta secreto también, le dedicó hace unos cuantos años unos versos a Delfina.
De las palabras del cantante entre canción y canción resalta uno las que dedicó a destacar la enorme diferencia entre la moderna España democrática y la de la dictadura, aunque no habiéndose producido todos los cambios a la vez, sino gradualmente, uno necesite tomar una perspectiva para darse cuenta del giro. Por cierto, ese discurso inequívocamente izquierdista fue el preludio a la canción que dedica a España, que sonó entre un juego de luces rojigualdas. Preludio y canción fueron un contraste notable, porque hay quien todavía se sorprende de la combinación de un mensaje de izquierdas y la defensa de la unidad nacional.
Finalizó el concierto con un tema del retirado Serrat, que canta a los trovadores que, ayer, como hoy, cabalgan por los caminos haciendo lo que saben: cantar. Serrat, por cierto, y Borrell denostados por el catalanismo ultra.
Decía uno que el padre es un nombre vanguardista, madre también lo es, porque pudiendo haberse llamado madros o madras, o padros o padras, adoptaron el modernísimo de padre y madre, terminado en el ultrainclusivo -e.
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Le preocupan a uno cosas importantes y naderías. Entre las cosas importantes, la pregunta que lanza la directora general de Igualdad en El Comercio: “¿Qué estamos haciendo para que haya niños violando con doce años?”. En el mismo sentido, publicó el domingo una columna en El País Elvira Lindo “Cuando los agresores son niños”.
Se anuncian proyectos para Oviedo que se acometerán con planes de empleo. Igual que otros ayuntamientos asturianos. Importa poco también que trabajos permanentes se arreglen para salir del paso con planes de empleo, ¿pero no habrá manera de que las necesidades permanentes se cubran con plantillas fijas?
Importa bastante, aunque uno no mueva un dedo, el trasfondo de la viñeta de Flavita Banana de hace unos días. Por las proximidades del domicilio de uno merodea desde hace unos meses algún alcohólico desaliñado, que deambula a trompicones, sin soltar el brik de vino. Está uno tentado de preguntarle algún día cómo llegó hasta ahí. Son personajes pintorescos, intrigantes (pasivos) y tristes.
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